Teodoro Barajas Rodríguez

Un individuo que polarizó opiniones, contradictorio, los claroscuros fueron parte inherente de su personalidad. Hizo una revolución para sembrar esperanzas en una nación socavada por la perniciosa influencia de Estados Unidos y forjó, con muchos paisanos suyos, una dignidad que soportó los embates externos e internos, vendavales que no ajaron su estandarte, así fue Fidel Castro.

Con la muerte del emblemático líder de la Revolución Cubana que se proclamó triunfadora al amanecer de 1959 se discute el legado del hombre que forjara un bastión, el último reducto con independencia de Estados Unidos, la potencia de una Guerra Fría que encontró una férrea resistencia en la isla que viera nacer a José Martí.

Mucho se hablará del extinto comandante que encabezó la guerra de guerrillas que se planificara en México junto a los operarios de la citada gesta como Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro y otros en aquellos años, otrora jóvenes rebeldes que partirían a su país de origen para hacer la revolución que terminó con la victoria como epílogo de la década de los años cincuenta.

Cuba logró avances sustantivos de la mano de Fidel Castro en aspectos fundamentales como prioritarios: salud pública, educación, deportes. Fueron trascendentes las políticas públicas cubanas.

Fidel CastroNo se doblegó el país cubano ante Estados Unidos pese a un inhumano bloqueo, ante la hostilidad de las naciones y el aislamiento. Digamos que Cuba fue el último bastión latinoamericano que resistió los embates de la poderosa potencia estadounidense y aún se evoca el discurso pronunciado en la ONU por el Che Guevara en la que exigía la multiplicación de Vietnam para derrocar el imperialismo. La dignidad como divisa.

Fue una página épica la de la Revolución Cubana, aunque también registró contradicciones, no se ha superado el monopolio partidista, la libertad de expresión no ha sido plena y se debate el caso de los derechos humanos. Castro se pensó indispensable, nadie más gobernó, además de su consanguíneo Raúl ante el deterioro de la salud del comandante.

Castro fue amigo de los gobiernos priistas, contó con el respaldo del general Lázaro Cárdenas, a quien calificara de una “leyenda viviente” que reprochó la invasión a Playa Girón en un mitin desde el toldo de un vehículo y estuvo en la Cuba de los jóvenes barbudos que tomaron el poder en 1959.

Castro también fraternizó con el antiguo policía político del viejo régimen Fernando Gutiérrez Barrios, quien presumía en su despacho de Bucareli un retrato color sepia al lado del comandante. Por cierto, Gutiérrez Barrios fue quien detuvo al líder de la revolución en su periplo por nuestro país, en los tiempos en que se gestaba la guerra de guerrillas.

El comandante Fidel Castro Ruz fue un hombre de su tiempo.

Barajas