Un hombre de la historia
Alfredo Ríos Camarena
Después de la Segunda Guerra Mundial las potencias triunfadoras se reunieron en Yalta, a un lado del Mar Negro, en la Unión Soviética; ahí estuvieron José Stalin, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, quienes acordaron recorrer fronteras y distribuir territorios en la Europa Oriental y entregárselos al dominio político y económico de la URSS, de los que fueron llamados “los países tras la cortina de hierro”. En el hemisferio Occidental, Estados Unidos se convirtió en líder, Francia recuperó su independencia y su soberanía, y Alemania fue mutilada por el muro de Berlín. Por su parte, América Latina siguió considerándose —en este acuerdo geopolítico— como el patio trasero de Estados Unidos, quien quitaba y ponía presidentes títeres —generalmente militares— al servicio del pentágono; uno de esos títeres fue Fulgencio Batista en Cuba.
Tocó a mi generación —en la que participe activamente— emprender la lucha contra las dictaduras latinoamericanas de Somoza, Trujillo y Batista; por eso, tuve el privilegio de haber solicitado la ruptura de las relaciones diplomáticas de México con esas dictaduras y, desde la dirigencia universitaria, apoyar la Revolución Cubana, a cuyos dirigentes tuve la oportunidad de conocer y encabecé el primer grupo de estudiantes invitado por la revolución triunfante en 1959 y en 1960.
Millones de jóvenes enamorados de la libertad apoyamos esta nueva visión bolivariana encabezada por Fidel; desfilamos en Bogotá, Buenos Aires, Lima, Caracas, entre muchas ciudades latinoamericanas más, al grito de “Cuba sí, yanquis no”. En México nos acompañó, en una ocasión, el general Lázaro Cárdenas.
 Por eso, la importancia histórica de la Revolución Cubana fue la defensa de la dignidad y de la soberanía latinoamericana; hoy, nuevamente la democracia estadounidense es controlada por fuerzas amenazantes en la siniestra figura de Donald Trump, quien obtuvo el triunfo electoral, en parte, por el voto de los cubanos de Florida, que se oponen a la valiente y democrática decisión del presidente Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas con la Isla.
Por eso, la importancia histórica de la Revolución Cubana fue la defensa de la dignidad y de la soberanía latinoamericana; hoy, nuevamente la democracia estadounidense es controlada por fuerzas amenazantes en la siniestra figura de Donald Trump, quien obtuvo el triunfo electoral, en parte, por el voto de los cubanos de Florida, que se oponen a la valiente y democrática decisión del presidente Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas con la Isla.
El homenaje luctuoso que le rindió el pueblo de Cuba y numerosos dirigentes del mundo a Fidel Castro constituye una esperanza de que, como el Cid Campeador, a pesar de su muerte, vuelva a ganar una batalla más el comandante Castro.
El régimen castrista tuvo luces y sombras, pero lo importante es su trascendencia en la historia; sobrevivió a la Guerra Fría gracias al apoyo soviético, que fue la única tabla de salvación para mantener de pie la revolución; superó la invasión de Bahía de Cochinos, inspirada por la CIA; y logró que Estados Unidos no intentara una nueva aventura bélica después de la “crisis de los misiles”, protagonizada por Jruschov y Kennedy.
Pudo enfrentar la globalización neoliberal con el apoyo solidario del presidente Hugo Chávez de Venezuela y con los vínculos con una nueva corriente de dirigentes latinoamericanos como Rafael Correa en Ecuador, José Mujica en Uruguay, los Kirchner en Argentina, Lula Da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia y, desde luego, Daniel Ortega en Nicaragua.
Los logros fundamentales en materia social se generaron en la política educativa y de salud, aun cuando el costo fue grande, pues se limitó la libertad política.
México mantuvo una actitud gallarda de su política exterior, al ser el único país de Latinoamérica que no rompió relaciones diplomáticas; por eso, hoy nos complace la presencia del presidente Enrique Peña Nieto en este homenaje fúnebre del pasado 29 de noviembre donde recordó el origen del movimiento cubano en México y el afecto solidario de ambas naciones.
Muchas polémicas surgieron por este régimen, pero no hay duda, Fidel Castro Rus es un hombre de la historia.
¡Hasta la victoria siempre! comandante en jefe.
El autor fue presidente del Frente Universitario Latinoamericano 1957-1961.



