En plena festividad navideña, un avión ruso Tu-154 con 92 personas se desplomó en las aguas del Mar Negro, poco después de efectuar su despegue en el aeropuerto de Sochi.
La aeronave pertenecía al Ministerio de Defensa ruso y se dirigía a Siria. Abordo viajaban militares, nueve periodistas y 64 integrantes del coro y conjunto de danza Alexándrov del ejército ruso. Este último elenco iba a presentarse en la celebración de Año Nuevo en la base aérea siria de Jmeimim, donde Moscú tiene desplegada un escuadrón de su fuerza aérea.

El avión TU-124.

Los equipos de salvamento temen que no hayan supervivientes, ya que el avión permanece sumergido a unos 60 metros de profundidad. Se trata de un trirreactor con capacidad para hasta 180 pasajeros, que procedía de Moscú y había hecho escala para repostar combustible en el aeropuerto de Sochi, Posteriormente, despegó a las 05.20 a.m, sólo para precipitarse minutos después sin dar tiempo a solicitar ayuda o reportarse a la torre de control.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, decretó el lunes 26 de diciembre como un día duelo nacional por las víctimas de la tragedia aérea. Entre los pasajeros se encontraba la presidente de la fundación “Ayuda Justa”, Elizaveta Glinka, una mujer muy conocida en Rusia por sus acciones filantrópicas; precisamente ella custodiaba una carga humanitaria destinada a un hospital sirio. Hasta el momento sólo se habla de un accidente aéreo, debido a una falla técnica o mal pilotaje del personal, pues nadie se ha atribuido este incidente como un ataque terrorista.

Sólo para que lo recuerden: Rusia bombardea posiciones en Siria en apoyo de su aliado, el presidente Bashar al Assad, desde septiembre de 2015. Tiene acantonados más de 4 mil 300 soldados en ese país, y sigue reforzando su presencia militar. También propuesto crear una base naval en la ciudad portuaria de Tartús, en el noroeste de Siria.

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