Gobierno y sociedad

Carlos Alberto Pérez Cuevas

La adicción afectiva es una enfermedad que tiene cura y, lo más importante, puede prevenirse. Walter Riso

Esta es mi ultima columna de 2016, aunque como su publicación es el primer domingo de enero podría también decir que es la primera de 2017. Ambos aspectos habían generado en mí la convicción de escribir sobre el final de este año que ha dejado catastróficas consecuencias en diversos estratos y sectores de la sociedad.

Quizá un recuento de daños del año que concluye, que son muchos y variados o escribir sobre el sombrío escenario para el año que inicia puras predicciones desalentadoras, la economía dañada, la inseguridad a su máximo esplendor, el inicio del periodo de la era Trump, la amenaza del muro, la baja de remesas, la extradición de miles de connacionales. No hay para dónde hacerse, ver el pasado desolador y el futuro incierto.

Aspectos reales y graves que cual espada de Damocles pende sobre nuestra cabeza de manera permanente. Sin embargo, son problemas y como tales tienen que afrontarse buscando las diversas posibilidades de solución que nos afecten menos y en su caso nos beneficien mas. No, esta vez me referiré a dos adicciones, una del gobierno y otra de la sociedad.

El gobierno y la sociedad tienen que hacer lo que sea necesario para poner terreno firme y a partir de ahí crecer.

La sociedad dejar su adicción de embelesarse con escenarios de telenovela o banalidades como los quince años de “Rubí” o el fenómeno “Lady Wuuu”, o tantos que los ponen como carne de cañón para los intereses que diseñan estas barbaridades para robar la atención, distraer y generar una “falsa realidad” sin dolor, sin problemas; sin embargo estas estratagemas no cambiaran un ápice de la realidad que tarde o temprano los terminará devorando.

Para el gobierno sin duda son casos difíciles y complicados, pero mucho pueden hacer con diseñar estrategias, planes y acciones que permitan resolver los problemas y no solo evadirlos.

Con el problema internacional con nuestro vecino del norte, el gobierno está obligado a generar el crecimiento y desarrollo del mercado interno, el problema es que se ha acostumbrado a vivir de la sangría de los impuestos que en 2017 generará 240 mil millones de pesos, y qué harán con ese dinero, porque si sumamos todo lo robado en los actos de corrupción tendríamos cantidades similares o superiores. Ahora será el “gasolinazo”, un aumento de casi el 24% más sobre el costo que ya se paga de la gasolina, esto es producto de un pago de dos impuestos el IVA y el IEPS (Impuesto Especial a la Producción y Servicios), la gasolina estará más cara que en cualquier parte del mundo, pero el gobierno seguirá engordando sus arcas, sin decirnos dónde usará el dinero y sin combatir los actos de corrupción, simplemente se comporta como un adicto a los impuestos, que cada vez quiere más y más, aunque el daño cada vez sea más fuerte.

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