Juan Antonio Rosado

Cualquier tipo de poder, incluso el mezquino podercillo de un funcionario menor, le tiende una cortina a la realidad de su entorno para ocultarse como avestruz y, de algún modo, manipular, dirigir o por lo menos controlar una o distintas situaciones. El director nunca se ve, mas el poder invisible resalta en los cambios percibidos por el hombre común. Borges escribió que “la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”. ¿No son también sueños dirigidos las muchas teorías aplicadas como corsés a la realidad que nos rodea, aunque surgidas en las mentes de economistas, juristas, teólogos, filósofos y otros muchos “profesionales” del pensamiento, y basadas tan sólo en un puñado de casos o elementos supuestamente reales, que por lo general no son otra cosa que números o estadísticas? ¿No construyen estos profesionales del pensamiento una serie de narraciones verosímiles y hacen soñar a una multitud en cosas que aún no se manifiestan o ni siquiera existen? A quienes dirigen sueños colectivos no les basta lo real para extraer de allí la ficción y venderla como ficción, sino que viven instalados con comodidad en el mundo del proyecto y sólo les basta el poder político, militar, económico, religioso o simplemente carismático para vender una ficción como realidad.

El ejemplo más concreto, tangible de lo anterior son los sueños dirigidos por la publicidad en general. Por ello las letras pequeñas, las que nadie lee, a menudo se vuelven pesadillas. En el fondo, podríamos reducir todo al arte de la persuasión. Saulo de Tarso, ciudadano romano conocido más por su cognomen Paulus o Pablo, fue un experto embaucador mediante dicho arte. Sólo hay que leer sus epístolas para aprender gran cantidad de artificios extraídos de las retóricas clásicas, pero ahora con el fin de engañar a poblaciones enteras utilizando con frecuencia la debilidad y vulnerabilidad de los otros mezcladas con invocaciones al poder invisible para incrementar el temor a lo desconocido, al futuro, y así ganar adeptos para enriquecer a una empresa que con los siglos se convertiría en la corporación trans y multinacional más antigua (y a menudo letal) de Occidente.

Las mismas estrategias se utilizan en todos los ámbitos y no sólo en el religioso. Los medios establecen modelos que hacen soñar a la gente para crearle cada vez más deseos y necesidades (carencias, al fin y al cabo).

Cuando algo no puede hacerse realidad y la imaginación no es suficiente, se violenta la misma realidad, y puede violentarse de muchas formas: desde el simple acto de extorsión, engaño, robo y homicidio, hasta el paulatino genocidio que ha impuesto el neoliberalismo aplicado a la realidad y aunado al nuevo autoritarismo de las corporaciones internacionales, las dueñas del planeta, temidas incluso por los cada vez más débiles estados, o cuyos miembros son incluso estadistas, funcionarios y políticos metidos a negociantes, esos a los que en una ocasión se refirió José Vasconcelos con una expresión de asco.

@filopalabra