Turquía, víctima del terrorismo del Estado Islámico (ISIS o DAESH)
BERNARDO GONZALEZ SOLANO
En Turquía, el año 2016 empezó con sangrientos actos terroristas y terminó igual. El 2017, apenas había transcurrido una hora y quince minutos, se tiñó con sangre derramada por un terrorista —huido hasta el momento de escribir este reportaje— disparando un arma automática AK47, a quemarropa, en contra de los asistentes de la exclusiva sala de fiestas Reina, de Estambul, a orillas del Bósforo (el límite de Europa con Asia), en donde se encontraban entre 600 y 800 personas que celebraban la llegada del Año Nuevo, festividad que no es bien vista por un sector turco. El artero ataque causó 39 muertos y 69 heridos, cuatro de ellos muy graves. Ni que decir que el asalto provocó el caos, el terror, al grado de que muchos de los asistentes se lanzaron a las frías aguas del mar en aras de salvar la vida.
Los testigos aseguran que el atacante gritaba consignas en árabe. Disparó infinidad de balas, cambió el cargador varias veces. Con frialdad profesional, el terrorista dejó el arma en el salón. Cambió de ropa y salió a la calle donde se perdió en medio de la oscuridad. Miles de policías le buscan en la capital turca y el resto del país. Los muertos y heridos son de distinta nacionalidad, desde israelíes hasta libaneses y de otros países árabes, de Francia, de la India y de Bélgica, y aún quedan víctimas por identificar. El hecho es que el país está en shock. No es para menos.
Esta matanza es un nuevo golpe a Turquía y al régimen del presidente Recep Tayyip Erdogan que aparte de sus fuertes problemas internos —que desembocó en un fallido golpe de Estado que ha ocasionado fortísima represión contra la burocracia y los altos niveles de mando castrense—, está enfrascado en varios frentes militares a ambos lados de la frontera turco-siria, y objetivo claro de las milicias kurdas y de la cúpula de ISIS, tal y como lo demuestran los más de 300 muertos en atentados solo durante el fenecido 2016.
El lunes 2 de enero, DAESH asumió mediante un comunicado la autoría del ataque. En el mismo documento el grupo islámico amenazó a Turquía con “prender un incendio” en su territorio como respuesta a la intervención de Ankara en Siria. De la parte oficial, Numan Kurtulmus, viceprimer ministro afirmó, en una declaración a los medios, que los equipos de investigación han logrado hallar huellas dactilares y una descripción básica del atacante. Además, ya circularon copias de una fotografía de las cámaras de vigilancia tomada al terrorista. El funcionario declaró que el propósito de ISIS es “lacerar” a Turquía, en respuesta a lo que denominó “exitosa y decidida” campaña militar turca contra la ciudad siria de Al Bab, uno de los fuertes del grupo yihadista radical.
Asimismo, como resultado de las investigaciones policiacas, fueron detenidos el mismo lunes 2, ocho sospechosos de mantener vínculos con el terrorista. Entre los detenidos no se encontraba el autor material del atentado. Según fuentes de inteligencia turca, citadas por los medios locales, podría ser un militante de origen centroasiático. En el comunicado de reivindicación, DAESH advierte a Ankara de que “la sangre de musulmanes vertida pro ataques aéreos y fuego de artillería prenderá un fuego en su propio territorio”. En el mensaje, el grupo terrorista incita a sus seguidores y cada “verdadero muwahid (monoteísta ortodoxo) a atacar las bases de los apóstatas, seculares, el Estado turco donde sea, incluidos seguridad, ejército, economía, medios de comunicación , y cada consulado y embajada que los represente sobre la faz de la Tierra”. Es claro que el mensaje es un cambio de tono con respecto a Turquía, un país de mayoría suní musulmana, la que dice representar ISIS.
La agencia de noticias Amaq –supuestamente la que difunde las noticias del Estado Islámico–, empleó términos específicos sobre el ataque, dirigidos contra “cristianos” que celebraban una fiesta “pagana” –la de Año Nuevo–, obviando el hecho de que muchas de las víctimas de la matanza eran árabes procedentes de la zona.
Otro dato interesante es que ISIS divulgó, de nueva cuenta, el lunes 2, la quema de dos soldados turcos vivos, publicada en vísperas de Navidad. Hecho que Ankara censuró en redes sociales y otros medios. La nueva divulgación del horripilante hecho, ahora en inglés, sucedió horas antes de que el grupo terrorista reivindicara el ataque al salón de fiestas Reina. En la traducción del inglés, el mensaje dice: “¡El camino de la Yihad es Turquía! ¡Quémenla! ¡Destrúyanla! ¡Explotenla!”.
El analista de seguridad Nihat Ali Özcan –citado por el periódico madrileño El País–, declaró: “El ataque no me sorprendió, porque el DAESH (acrónimo árabe de ISIS) es muy activo en Irak y Siria y en los últimos años todos estos territorios han pasado por Turquía, incluídos los de Jabhat Al Nusra (filial de Al Qaeda en Siria). En Turquía hay muchos objetivos disponibles para el DAESH, numerosos extranjeros y turistas, y compañías extranjeras”. Además, hace no más de una semana, el dirigente de ISIS, Abubaker al Bagdadi, publicó una carta en árabe incitando a ataques yihadistas en Turquía. No obstante, el analista Özcan no descartó que el atacante en Estambul pueda ser un “lobo solitario”, inspirado por grupos religiosos y considera imposible que haya actuado sin cómplices.
Como será la tendencia de los ataques terroristas de la Yihad en Turquía nadie lo puede predecir. Lo cierto es que la masacre en el salón de fiestas Reina, pocos minutos después de iniciar el año 2017, cerró un año marcado por atentados atribuidos a los rebeldes kurdos y a ISIS. Con la reanudación del conflicto kurdo y los combates en la vecina Siria, Turquía sufrió una oleada de atentados que supuestamente han cometido el EI o el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y sus ramificaciones. El 19 de diciembre, el embajador de Rusia en Ankara, Andrei Karlov, es asesinado por un policía turco –que fue ejecutado por otra agentes en la sala de exposiciones donde ocurrió el asesinato–, en venganza por el drama del bombardeo en la ciudad de Alepo.
La lista de las matanzas en 2016 atribuidas o reivindicadas por DAESH es la siguiente:
El 20 de agosto, aproximadamente 50 personas fueron asesinadas por un kamikaze durante una boda en Gaziantep. Tayyip Erdogan acusó al EI.
El 28 de junio, 47 personas, incluyendo extranjeros, fueron muertos en un triple atentado-suicida en el aeropuerto internacional Ataturk de Estambul. La masacre, no reivindicada, se atribuyó a la organización yihadista.
El 19 de marzo, cuatro turistas (tres israelíes y un iraní) fueron muertos y 36 personas heridas por un kamikaze frente a un centro comercial de la gran avenida peatonal Istikial, en Estambul. Las autoridades acusaron a ISIS.
EL 12 de enero, 12 turistas germanos fueron asesinados con un atentado suicida en el barrio turístico de Sultanahmet, en el centro de Estambul. El ataque se atribuyó a DAESH.
Los siguientes atentados se relacionaron con el conflicto de Kurdistán: el 17 de diciembre, al menos 14 soldados turcos fueron muertos y decenas de civiles heridos en un atentado suicida atribuído al PKK que atacó a un autobús que transportaba militares a Kayseri, en la parte central de Turquía.
El 10 de diciembre, un doble atentado en el centro de Estambul ocasionó 44 muertos y un centenar de heridos. Un vehículo, lleno de explosivos, estalló cerca del estadio de fútbol de Besiktas al paso de un carro de policías. Y un kamikaze se hizo estallar menos de un minuto más tarde en medio de un grupo de policías en un parque vecino. El atentado fue reivindicado por los Halcones de la Libertad de Kurdistán (TAK), un grupo radical kurdo aliado del PKK.
El 24 de noviembre, un atentado a un vehículo estacionado causó dos muertos y 33 heridos en Adana, al sur del país.
El 4 de noviembre, la explosión de un vehículo estacionado causó nueve muertos, dos de ellos policías frente a una estación policiaca de Diyarbakir, “capital” del sudeste de mayoría kurda. Atribuído al PKK, fue reivindicado por el EI y después por los Halcones de la Libertad de Kurdistán (TAK).
El 8 de octubre, 18 personas murieron en la explosión de una camioneta estacionada frente a una estación de policía de Semdinli, en el Kurdistán, atribuído al PKK.
El 26 de agosto, 11 policías fueron muertos en una atentado suicida en un vehículo estacionado en Cizre en la frontera siria, reivindicado por el PKK.
El 7 de junio, 11 muertos, seis policías, en un atentado con un vehículo estacionado contra un carro de policías anti motines en Beyazit, barrio histórico de Estambul, reivindicado por los TAK.
El 13 de marzo, un atentado con un vehículo en Ankara causó 35 muertos y más de 120 heridos, reivindicado por los TAK.
El 17 de febrero, un vehículo conducido por un kamikaze causó 28 muertos y 80 heridos en Ankara. Fue reivindicado por los TAK.
El terrorismo yihadista no sólo se ceba en Turquía. En Irak este tipo de ataques pinta mal.
Al menos 37 personas murieron y otras 85 resultaron heridas por la explosión de un coche bomba en una concurrida plaza del barrio bagdadí de Ciudad Sadr, de acuerdo a informes policiacos y de los servicios médicos. El coche estalló poco antes del mediodía del lunes 2 de enero y causó además daños a varios vehículos y edificios próximos. Fuerzas de seguridad cercaron la zona para evitar otros ataques.
DAESH se atribuyó el ataque. Este ha sido el tercer atentado en tres días consecutivos en Irak, después de dos ataques suicidas que causaron 28 víctimas mortales en Bagdad en la Nochevieja y otra acción similar que ocasionó siete muertos en al ciudad de Al Nayaf, al sur del país, el día de Año Nuevo. Y apenas 2017 llevaba pocas horas de vida. VALE.