Confirma su vocación nacionalista
Teodoro Barajas Rodríguez
Donald Trump regresa a escenarios vetustos, la modernidad no le va bien, parece un cretino que desconoce la solidaridad internacional para estacionarse en un nacionalismo ramplón marcado por la exclusión fincada en el egoísmo.
La realidad arrojó un saldo preocupante, un hombre forrado de dinero y carente de ideas resultó ganador y acabó con el dominio de ocho años del Partido Demócrata. Ya se ha instalado en la Casa Blanca, contrasta con Obama, el de los discursos emotivos y políticamente correctos; Trump es un chivo en cristalería.
Seguramente muchos recordamos que en su campaña profirió todo tipo de calificativos peyorativos a los mexicanos, su visión parece decimonónica, anterior a la Guerra Civil norteamericana, argumentos típicos de los antiguos confederados que, al final, cayeron ante el ejército del norte que representaba a la presidencia de Abraham Lincoln, el hombre que abolió la esclavitud y proclamó la importancia del gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo.
Se dice que Trump acaparó el voto antisistema ante el desgaste de la clase política tradicional, el país de las barras y las estrellas, el mismo que proyecta su destino manifiesto, el que hace gala del maniqueísmo más atroz en la cinematografía. El país de las originarias trece colonias optó por un empresario sin vocación social. Su discurso inicial como mandatario confirma su vocación resaltada por un radical nacionalismo.
Big day planned on NATIONAL SECURITY tomorrow. Among many other things, we will build the wall!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 25, 2017
El actual presidente norteamericano, el número 45, es un obseso de los muros, todos los días habla del que pretende construir en la frontera con México, en su campaña fue invitado del presidente Enrique Peña Nieto que lo llevó hasta Los Pinos. Hace tiempo nuestra política en materia de relaciones exteriores hacía agua, qué decir del nuevo canciller Luis Videgaray.
Hasta el momento no hay señales que registren la buena voluntad de Trump para impulsar las acciones que influyan para una buena vecindad y nuestro país ha perdido liderazgo.
Se puede anticipar que habrá deportaciones masivas si el discurso de Trump se cumple, esa fue su promesa. No obstante que el origen del vecino país del norte tiene su génesis en las numerosas oleadas migrantes que descendieron de los barcos y casi exterminaron a los pueblos originarios, el propio Trump tiene ascendencia escocesa y alemana aunque ahora, de súbito, padezca amnesia.
En política muchas cosas pueden suceder aunque por ahora no se vislumbran signos alentadores entre la relación México-Estados Unidos.
Trump no garantiza nada bueno, en tanto en nuestro país continúa la crisis, la debacle de la partidocracia que naufraga sin novedades.