Y suprimir privilegios

Humberto Musacchio

Con sus asegunes, pero es plausible la propuesta del PRI de suprimir 100 diputaciones plurinominales y 32 senadurías. Como se sabe, la Cámara de Diputados está constituida por 500 representantes populares (je, je), de los cuales 300 son elegidos por mayoría relativa y 200 entran en San Lázaro por el principio de representación proporcional, esto, de acuerdo con el porcentaje de votos de cada partido.

En el caso del Senado la composición es para morirse de risa o de rabia, pues se supone que los senadores representan entidades federativas, dos del partido que recibe más votos, uno del que ocupa el segundo lugar, y 32 padres de la patria, de los 128 que componen este cuerpo legislativo, no representan a estado alguno, sino a sus partidos, pues ocupan su escaño de acuerdo con la votación alcanzada por su organización política, lo que rompe el principio de igualdad de los integrantes de la Unión.

Nadie, como no sean los políticos desempleados, va a llorar por la supresión de las 32 senadurías de partido. Caso distinto es el de los diputados de representación proporcional, pues se estableció su existencia en los tiempos en que el PRI decía conseguir “carro completo” y se llevaba todo. A partir de la reforma política de don Jesús Reyes Heroles, en 1977, se creó la figura de los diputados de partido que le abrió lugar a representantes de la oposición.

Desde luego, 40 años después, las condiciones de la competencia electoral han cambiado, pero el PRI, por buenas y malas razones, sigue siendo el partido mayoritario y el que gana más diputaciones por mayoría simple. En esa circunstancia, la supresión de diputaciones de representación proporcional beneficia casi en exclusiva al tricolor. Más adecuado sería volver a los tiempos en que 200 diputados eran de elección directa y 100 por el porcentaje de votación de sus partidos.

Y ya entrados en gastos, no estaría mal suprimir el Senado, con lo que el país se ahorraría dinero y corajes, pues, por ejemplo, la senadora Lilia Merodio, con el pretexto de asistir a la Reunión Anual del Foro Parlamentario Asia-Pacífico del 15 al 19 de enero, viajó en Business Class a Islas Fiji, se hospedó en un hotel de unos ocho mil pesos por noche y dispuso de generosos viáticos. Ya encarrerada, la senadora decidió quedarse en plan vacacional hasta el 27 de enero, desde luego por cuenta de los contribuyentes.

De modo que no basta con reducir el número de legisladores, sino que también se requiere suprimir privilegios. ¿Estarán dispuestos “nuestros representantes”?

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