Gerardo Cárdenas
La llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos ha sacudido hasta tal punto a la sociedad de este país que los sectores que podrían, y que ansían, ofrecer resistencia activa aún no logran el grado suficiente de organización, plataformas y estrategia para transformar su azoro y su ira en acción.
Cierto: la respuesta más rápida y mejor organizada fue la de las mujeres. Millones de ellas marcharon por las calles de muchas ciudades de Estados Unidos y el mundo con un claro mensaje de repudio a Trump. La pregunta es: ¿y después qué sigue?
Un tema preocupante es la atomización de la oposición. La agenda de Trump, que además parece multiplicarse cada día, cobre muchos frentes de batalla: derechos de las mujeres, política de género, política de inmigración y refugio, México y el muro, relaciones con Rusia y China, salud pública, empleo, lucha contra la pobreza y las exclusiones, política racial, seguridad pública.
Al abrirse tantos frentes, la oposición también se atomiza y pierde efectividad. Por ejemplo, el movimiento de Derechos Civiles tenía una sola agenda y objetivo; el movimiento anti Vietnam, lo mismo; contra Trump, aparte de que sea él el núcleo de todo el rechazo, es difícil escoger un solo tema.
Trump, y los republicanos, cuentan con esa atomización para avanzar su agenda. Saben que mientras más divididas estén las causas, más fácil es lograr lo que quieren porque la atención del público está dispersa.
En ese estado de cosas, se vuelve urgente la toma de postura de la comunidad intelectual y artística, y en particular la de los escritores.
Las voces de escritores han estado relativamente aisladas en todo esto. Autores como Joyce Carol Oates y Stephen King se han expresado con fuerza en redes sociales, pero el colectivo dista mucho aún de tener una postura conjuntada. Y organizaciones como Pen America, que lucha por defender la libertad de expresión, han hecho planteamientos claros. Pero no se oye mucho desde universidades, revistas culturales, centros creativos, etcétera.
En ese contexto es importante el anuncio que hizo el escritor Paul Auster, en entrevista con The Guardian, de aceptar la presidencia de Pen America en 2018, cuando el liderazgo de la organización cambie de titular (el actual es el escritor Andrew Solomon). El anuncio de Auster coincide con un comunicado del gobierno federal que indica su intención de recortar severamente los presupuestos de la Fundación Nacional de las Artes y la Fundación Nacional de las Humanidades.
Si bien ambos programas conjuntan apenas un total de 270 millones de dólares, insuficiente para un país tan grande y diverso en materia cultural, y de hecho las labores culturales en Estados Unidos reciben la mayor parte de su financiamiento de fuentes privadas, la acción de la Casa Blanca envía una poderosa señal: la cultura les importa dos pimientos.
Auster, de 70 años, y autor de 17 novelas, no es tímido ni apocado en cuestiones políticas. Aún así, sorprende la claridad con que se expresó sobre el tema Trump, y la claridad de sus intenciones políticas.
“Me siento totalmente azorado que podamos haber llegado a esto. La elección (de Trump) es la cosa más deplorable que he visto en la política en mi vida. (La intervención rusa en las computadoras del Partido Demócrata) es casi una declaración de guerra, sin balas. He estado en conflicto desde que Trump ganó para entender cómo he de vivir mi vida en los años por venir”, dijo Auster en la entrevista.
“Nunca he estado tan desesperado en materia de quiénes somos y hacia dónde vamos” desde que ganó Trump, dijo Auster. “He llegado a la conclusión de que debo aceptar algo que se me ha ofrecido varias veces en estos años, ser presidente de PEN America. He sido vicepresidente y secretario, pero nunca quise asumir todo el peso. Comenzaré a principios de 2018. Voy a hablar con claridad tantas veces como pueda, de otra manera no creo que pueda tolerarme a mí mismo”, agregó.
La voz de Auster puede darle una importante consistencia y dirección a la oposición que planteen escritores y artistas frente a lo que parece una avalancha.
Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, reside en el área de Chicago.

