Don Lorenzo Servitje
Carlos Alberto Pérez Cuevas
Para llegar lejos se requiere: trabajo, dedicación,
austeridad, esfuerzo y exigencia diaria.
Don Lorenzo
Se ganó a pulso que propios y extraños, aunque muchos de ellos lo tuteaban, que siempre a su nombre se le antepusiera el “don”, distinción que solo se tiene con las personas que representan un valor superior, y don Lorenzo siempre representó ese valor superior fruto de la generosidad y sencillez que siempre lo caracterizaron.
Conocí a don Lorenzo cuando yo era muy joven en un curso sobre ética y responsabilidad social, él se enteró de que yo era un muchacho que vivía en ciudad Nezahualcóyotl, y que en aquella región oriente del Estado de México y de la gran zona metropolitana de la Ciudad de México habíamos constituido asociaciones civiles y realizado múltiples proyectos de desarrollo humano; a partir de ahí surgió una gran amistad y un afecto que me permitió convivir con él en muchas ocasiones y conocer con mayor profundidad la vocación de servicio, el interés por que las personas se esforzaran por crecer y ser mejores, pero algo que generaba admiración era el gran amor por nuestro país, circunstancias que permanentemente lo hacían estar pensando y generando proyectos de desarrollo humano y crecimiento personal.
Además de haber creado una de las empresas líderes en el ámbito global, influyó en acciones que a la postre permitieron la creación de instituciones empresariales, sociales, de asistencia, desarrollo del campo, formación, educativas y muchas, muchísimas más, que contribuyeron a que México y muchísimos mexicanos cada vez tuvieran mejores condiciones para crecer y ser mejores.
Comparto esta declaración de principios, "credo", que escribió Don Lorenzo Servitje y que se leyó en su misa de despedida… pic.twitter.com/qJ4dXopdXL
— Mario Romo Gutiérrez (@marioromog) February 9, 2017
Don Lorenzo fue un gran ser humano, siempre atento a la escucha, siempre preocupado por la persona, siempre ocupado en cosas trascendentes, no solo para él y su familia, sino para todos los demás. Durante muchos años tuve el privilegio de ser invitado por él a compartir la mesa en desayunos los días jueves con un grupo de amigos, y ahí aprendí muchas cosas del líder, maestro y amigo, porque siempre fue un apasionado de la persona. Muchas veces me dijo que estaba seguro de que uno de los motores sustanciales para ayudar a que México fuera una gran nación era la educación, el conocimiento y la preparación, que esto era lo que en verdad abría puertas y cambiaba la vida de las personas.
Don Lorenzo, ya fuera en su oficina o en su casa, siempre lo recibía a uno con una fotocopia de un artículo, un nuevo libro por leer o algún planteamiento para compartir, conversar y discutir. Alguna vez escuché que alguien se refería a don Lorenzo como el “eterno insatisfecho”, de manera afectiva, porque comentaba que siempre estaba pensando y trabajando por mejorar todo lo que hacia.
A él debo muchas lecciones y enseñanzas y la convicción de que habré de honrarlas sirviendo a Mexico. Don Lorenzo se nos ha adelantado, seguro estoy de que algún día volveremos a encontrarnos.
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