Con la astucia e inteligencia que debe caracterizar a un hombre de estado, está actuando el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, quien, pese a las presiones de los ciudadanos de su país, que exigen mayor firmeza para enfrentar los desplantes del incómodo vecino del sur, ha decidido reunirse el próximo lunes con su homólogo estadounidense, Donald Trump, confirmó hoy la Oficina del Primer Ministro.

Si bien es cierto, Trudeau está actuando con firmeza, pero con la “suavidad” y prudencia necesaria “para cruzar el campo de minas diplomáticos”. Y como muestra de ello están las declaraciones de la ministra de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland, quien declaró frente al secretario de Estado norteamericano. Rex Tillerson, que en respuesta a sus agresiones arancelarias se actuaría de igual manera; algo así como un “ojo por ojo” y “diente por diente”, confiando que con esta efervescente actitud no vayan a terminar tuertas y chimuelas las relaciones entre ambos países. De lo que se deduce que las declaraciones diplomáticas de Freeland, adelantan —por no decir advierten— lo que tratará Trudeau a su llegada a Washingtón.

Cabe señalar que la interdependencia comercial entre ambos países es mucha. Por ejemplo, el 75% de las exportaciones de Canadá están destinadas a Estados Unidos, en tanto que el vecino del sur, destina el 35% a su socio del norte. Lo que evidentemente obligará a ambas cabezas de estas naciones a ser cautelosos. Aunque quizás, la balanza pueda inclinarse en favor del mandatario canadiense, si consideramos que sus cualidades diplomáticas, culturales y de estadista, superan a las del magnate que se hizo presidente.

Ante la obstinación de Donald Trump de renegociar el TLCAN (Tratado de Libre Comercio para América del Norte), las oportunidades para Canadá podrían aumentar, si consideramos la geopolítica y los rasgos multiculturales que caracterizan a ambos países.

Lo que también podría ser tratado en la agenda del próximo lunes son las restricciones migratorias y de refugiados que, en días pasados, emprendió Trump, y que dicho sea de paso, causó enorme disgusto y movilizaciones multitudinarias por parte de organismos civiles y ciudadanos de ambos países. Curiosamente como consecuencia de la invitación de Trudeau, a musulmanes rechazados por Estados Unidos, se vivió un domingo negro y día de luto en Quebec, luego del “acto terrorista” perpetrado contra hombres que oraban en una mezquita en esta provincia de Canadá.

*El autor es corresponsal de Siempre! en Canadá.