A sólo tres semanas de haber asumido el poder, Donald Trump ya ha tenido más problemas que aciertos en su gobierno, renunció su consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, debido a supuestos contactos con diplomáticos rusos que incluso lo llevaron a mentir a otros altos cargos del gobierno, lo cual se ha convertido en un escándalo interno que podría afectar la imagen del magnate.

Según la prensa estadounidense, Flynn sostuvo una conversación telefónica con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergey Kislyak, con quien habló acerca de las sanciones que el gobierno del ex presidente Barack Obama iba a imponer a Rusia por los ciberataques ocurridos durante la campaña electoral. El diálogo tuvo lugar antes de que Flynn asumiera el cargo, lo cual hace que su situación sea delicada ya que en la Unión Americana se considera que es ilegal que civiles intervengan en disputas diplomáticas con otros países.

El diario The Washington Post reveló que la ex fiscal general en funciones, Sally Yates, quien fue destituida por Trump por oponerse a su veto migratorio, dijo el mes pasado a la Casa Blanca que Flynn habría mentido a altos cargos del Gobierno -entre ellos, al vicepresidente, Mike Pence- acerca de la naturaleza de la conversación. Asimismo, señaló que era “potencialmente vulnerable” a chantajes por parte de Rusia. Lo peor de esto no es sólo que Flynn, quien es uno de los hombres más cercanos al presidente, estuviera bajo sospecha por sus contactos con el embajador ruso, sino que es sólo la puerta a un escándalo que se presupone que no terminará sólo con su dimisión.

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