Por primera vez en la historia y tras 11 años de los hechos, Teresa, Alberta y Jacinta, tres indígenas acusadas de secuestro, por primera vez en la historia lograron que un tribunal nacional obligara al Estado Mexicano a ofrecerles una disculpa pública.

Tras un proceso muy largo y con 3 años y ocho meses en la cárcel, se comprobó que los únicos delitos que cometieron solo fueron nacer mujeres, indígenas y pobres.

A través de su titular, Raúl Cervantes, la Procuraduría General de la República (PGR) reconoció su inocencia por el secuestro de seis agentes de la extinta Agencia Federal de Investigación y pidió perdón a las mujeres por las mentiras y abusos cometidos en su contra.

Durante el acto, Teresa González Cornelio, de 32 años, al asegurar que esta disculpa pública “es una gran victoria, porque cierra estos 11 años de lucha, pero nunca será suficiente por los años de injusticias”, recordó el tortuoso juicio, en el que incluso le sembraron droga para inculparla, mientras su familia sufría por no tener los medios para defenderla. “No sabíamos qué es lo que estaba pasando”.

Alberta Alcántara Juan explicó las difíciles situaciones que pasó al estar separada de su familia. “Tocamos muchas puertas y no nos hacían caso hasta que encontramos a Miguel Agustín Pro, volver a la sociedad no fue nada fácil”, señaló, por ello dijo al procurador que espera “que no sea la última ni la primera que reciba una disculpa pública porque hay muchas víctimas más que la esperan”.

Jacinta Francisco Marcial, fue la última en tomar la palabra: “Yo estuve en la cárcel injustamente porque no sabía defenderme, ni sabía hablar -español-, es como cuando llevan un animalito que no sabe ni por dónde lo llevan. Me dicen que yo era secuestradora, yo pensaba, secuestradores son ellos porque me detuvieron indebidamente y no sabía ni adónde me llevaban”.

Para ella el perdón no lo es todo, “me sentiría bien cuando se acaben las injusticias, dicen que mi caso es el último, no les creo, hay que luchar por los que sufren, los que están en las cárceles sin haber hecho nada malo”.

El calvario de las indígenas hñaähñú

La terrible historia de Teresa, Jacinta Marcial y Alberta Alcántara comenzó en marzo de 2006. Tras un pleito entre la policía y los vendedores ambulantes de la plaza de Santiago Mexquititlán, Querétaro.

Durante la trifulca, seis agentes federales se presentaron en el lugar con intención de decomisar presunta mercancía ilegal; sin embargo, los vendedores se negaron y la policía destruyó parte de su mercancía.

Coléricos, los comerciantes retuvieron a los agentes mientras exigían el pago de los destrozos. La policía se vio obligada abandonar el lugar dejando a sus compañeros como garantía para posteriormente regresar con el dinero por los destrozos.

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Cuatro meses después, la venganza regresó. La policía detuvo en su casa a Teresa, Alberta y Jacinta –quien no hablaban español­– y fueron condenadas con una sentencia de 21 años de cárcel por el secuestro de seis policías de la Agencia Federal de Investigación (AFI).

El Centro de DDHH Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) se hizo cargo del caso y emprendió una batalla legal que termina hoy al lograr una disculpa sin precedentes, ya que es la primera ocasión en que una dependencia acepta su error.

Anteriormente han existido casos en los que México ha tenido que pedir perdón abiertamente pero siempre por imposición de tribunales internacionales, hoy es diferente pues la sentencia proviene de un tribunal nacional y es el Procurador General de la República quien se “disculpa”.

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