Requiere una posición crítica
Yazmín Alessandrini
El martes pasado, el PRI vivió en su sede nacional ubicada en la Ciudad de México la LXI Sesión Ordinaria del Consejo Político Nacional. Encabezados por su líder nacional, Enrique Ochoa Reza, los priistas tuvieron un interesante espacio para la reflexión desde el auditorio Plutarco Elías Calles, esperando que para agosto próximo, cuando realicen su XXII Asamblea Nacional, puedan reunirse bajo una atmósfera de certidumbre, la cual podrán construir siempre y cuando en las elecciones del próximo 4 de junio en Coahuila, Estado de México y Nayarit el voto ciudadano los favorezca.
A Ochoa Reza le asiste la razón cuando asegura que es una gran oportunidad para que el tricolor se nutra de la diversidad que hay en el interior del partido. Sin embargo, para aprovechar al máximo esta coyuntura que diagnostica el líder nacional priista, el partido va a requerir de una posición crítica, pero sobre todo autocrítica. Y es que si tomamos en cuenta el escenario electoral más reciente, el del año pasado, con el PRI perdiendo en 7 de 12 entidades donde se votó para cambiar al gobernador, en lo que hasta hoy se traduce como la peor derrota en su historia, se vuelve trascendental que todas las voces del partido sean escuchadas y que todas las visiones sean tomadas en cuenta porque, de no hacerlo, estarían repitiendo la derrota del año pasado y esto, de cara a 2018, podría resultar catastrófico.
Para las #Elecciones2017, todos los priistas estamos listos para aportar al triunfo de nuestro partido. pic.twitter.com/EXsfzXiRB9
— PRI (@PRI_Nacional) February 22, 2017
Ciertamente el PRI está frente a una oportunidad inmejorable para fortalecerse y reposicionarse, cosa que a Ochoa Reza le vendría de maravilla para acrecentar su capital político frente a la militancia y los simpatizantes tricolores. Hay tiempo más que suficiente para recorrer el país de cabo a rabo para enmendar los errores cometidos y solucionar aquellos atrasos en los que el partido tiene responsabilidad. Sin embargo, para solventar y apuntalar estos aspectos no se pueden dar el lujo de asumir que los adversarios políticos están prácticamente aniquilados. Sí, PRD está prácticamente en fase terminal; el PAN es un epítome del doble discurso, la doble moral y la doble cara (han hecho de “aventar la piedra y esconder la mano” su filosofía de cabecera) y a Morena le falta presencia en varios estados del país, principalmente en el norte; pero el fortalecimiento del PRI no puede ni debe fincarse en las debilidades de los demás, sino en las fortalezas propias.
En estos momentos no existe en todo México un partido político que cuente con una infraestructura y una militancia como la que tiene el PRI. Esta es una verdad irrebatible. Pero también el tricolor debe tomar en cuenta que para el futuro inmediato (los próximos cuatro meses, por ejemplo) hay que trabajar arduamente para recuperar la confianza ciudadana, con todo y que en el terreno de las encuestas los priistas llevan las de ganar en Coahuila, el Edomex y Nayarit cuando se trata de desmenuzar la intención del voto. Aquí no les queda de otra más que la fórmula de la “triple t”: el trabajo, la transformación y el triunfo, obvio, acompañada de una propuesta constructiva.
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