Alianzas pragmáticas en México

Teodoro Barajas Rodríguez

Esta era posmoderna se caracteriza por el declive ideológico y el pragmatismo a ultranza; se perfilan los modos para alcanzar el poder sin matices como medio y fin. Los partidos políticos en nuestro país tejen coaliciones aunque tengan agendas encontradas y, en el papel, ideologías disímbolas, aunque ello no es obstáculo para construir alianzas porque el fin último es ganar elecciones.

Tal parece que olvidan convenientemente sus orígenes para hacerla de mercaderes, más que izquierdas o derechas lo que se detecta son los intereses, la ambición por ganar aunque ello no sea garante de gobernabilidad. La confusión ideológica se enquistó hace un buen rato.

Nayarit es vivo reflejo de las alianzas como moda, como estilo recurrente de hacer política, ello no entraña novedad, simplemente reitera el nuevo modelo de competición electoral. Tenemos un gran desgaste en nuestra vida pública porque las elites políticas tienen como sello el desprestigio, esa es una de las causas para que emergieran hace no mucho las figuras llamadas independientes.

Muchos legisladores querrán reelegirse, el argumento es que se trata con dicha reforma constitucional de profesionalizar la vida parlamentaria, aunque le interrogante es si el crédito les alcanza a los actuales diputados que han sido protagonistas de escándalos y, en más de un sentido, dueños de una insultante ignorancia.

Lo cierto es que los partidos en México acusan un evidente desgaste, la ideología está en sus documentos básicos, ellos la contienen, pero en la praxis no existe porque la lógica es el poder por el poder, ello amenaza la capacidad de asombro.

La geometría política originada en el siglo XVIII al calor de la Revolución Francesa ha perdido su razón de ser porque nadie habla de las ideologías, parece que están de vacaciones.

En otras latitudes algo sucede con las ideologías; en Europa se ha empoderado la derecha radical, que muestra su músculo racista para hacernos recordar el más rancio fascismo y nazismo que motivarían la Segunda Guerra Mundial, acaso por ello afirmó Albert Einstein que el nacionalismo es el sarampión de la humanidad.

La izquierda en el Cono Sur de América ha sido disminuida en Brasil, Venezuela, Perú y Bolivia; en nuestro país parece un intento que suele no ir más allá de un discurso con raíces históricas aunque a veces ni siquiera esboza un pronunciamiento que le redireccione a su origen.

En nuestro país las ideologías viven su ocaso, llegó la noche de manera prematura, Nayarit es el ejemplo más claro, se han sumado el PAN, PRD, PT y PES contra el PRI, que vive uno de sus peores momentos asfixiado por múltiples escándalos de corrupción. El año anterior dicho experimento de alianzas redituó largos alcances al ganar la mayoría de las gubernaturas en disputa, es probable que la citada entidad también pase a manos de una oposición que mucho tiene de disímbola porque en diversos temas las agendas son encontradas.

Conforme se acerque la elección de 2018 se podrá ver cuántos adquirirán su carnet de tránsfugas y mudarán de piel con todo y siglas; no es un asunto ideológico, es por intereses; dichas mutaciones no representan novedad alguna, más bien acentúan la condición humana, lo cual ha prevalecido a través de la historia.

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