Hasta ahora, Donald Trump se ha dirigido con un tono amenazador. Sus comentarios han sido evidentemente racistas y hay hasta quienes lo han calificado de manejar un discurso apocalíptico. Sin embargo, en su primer comparecencia ante el Congreso estadounidense, llamado el Estado de la Nación, el magnate optó por primera vez en usar un discurso más positivo.
“El momento para las peleas triviales quedó atrás. Solo necesitamos el valor para compartir los sueños que llenan nuestros corazones”.
Los medios de comunicación internacionales lo mencionaron como un Trump más semejante a un estadista convencional que al político prepotente como se ha mostrado habitualmente. Inició su discurso con un llamado a la unidad y la tolerancia. Condenó los recientes actos de vandalismo contra cementerios judíos en el país e incluso se mostró dispuesto a conmemorar el mes de la historia afroestadounidense.
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El plan nacional
De un llamado a la unidad nacional pasó a las consignas populistas sobre el liderazgo de un Estados Unidos que, según él, debe prever mejores tiempos y dejar de pensar en pequeño. ¿Cómo hacerlo? Aquí es donde el mandatario estadounidense regresó al tono duro que ya ha sido parte de su estilo de gobierno. En primer lugar, propuso desmantelar carteles criminales, detener el “ambiente de caos” que se vive en las fronteras del país y, por supuesto, “construir un gran muro” ya saben dónde. Justificó el endurecimiento de medidas para evitar que el terrorismo anide en el país. Respecto a los refugiados, abogó por actuar con mayor responsabilidad en lugar de sucumbir a la compasión.
La clase media fue un sector al que trató de seducir diciendo que habilitará un programa para estimular sus beneficios mediante un recorte de impuestos. Para cuando llegó al tema del libre comercio, insistió en que éste también debería ser justo y prácticamente dejó entrever que seguiría adelante con su esquema proteccionista para evitar que “otros países se aprovechen de las empresas norteamericanas”.
Finalmente se comprometió a renovar la infraestructura mediante un “programa de reconstrucción nacional” por valor de mil millones de dólares. Sin delinear más detalles, mencionó un plan migratorio basado en el cumplimiento de méritos que permitan a los que califiquen para ello, contar con el estatus de migrante documentado, pero cerró los accesos a la ciudadanía. El llamado a la unidad por el bien del país de Trump se vio coronado con pocas expresiones de apoyo y convicción por parte de los legisladores que escucharon su presentación. Se dice incluso que hubo hasta quienes se rieron de sus declaraciones.
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