En lugar del ojo por ojo
José Fonseca
Se puede confiar en las malas personas,
no cambian jamás. William Faulkner
Al desayunar con los conductores de los principales noticieros de televisión, insinuó su disposición a hacer una reforma migratoria.
Y hubo quienes supusimos que quizá, como Ronald Reagan, Donald Trump negociaría con la mayoría republicana del Congreso una reforma migratoria que evitara la angustia de los inmigrantes indocumentados.
Por la noche del pasado martes, al hablar a la sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso norteamericano, Trump habló, sí, de reformar las leyes migratorias, pero solo para aceptar a los inmigrantes con educación superior o con dinero.
Obviamente ni siquiera se dignó mencionar a los millones de indocumentados —mexicanos más de la mitad de ellos— que no tienen educación superior, ni dinero, pero son ocupados por el sector agrícola, avícola, por el sector servicios y la industria de la construcción, empleos que no interesan a la mayoría de los ciudadanos norteamericanos.
Eso sí, en su mensaje al Congreso norteamericano volvió a mentir, al decir que las autoridades migratorias están deportando a los “bad hombres”, delincuentes, pandilleros y narcotraficantes que “amenazan a los inocentes ciudadanos norteamericanos”.
No le importó que las estadísticas muestran que, aunque el número de deportaciones en sus primeros 40 días de gobierno es menor al promedio diario que eran deportados durante la administración de Obama, el 94 por ciento de ellos no ha cometido ningún delito, ni siquiera menor, en Estados Unidos.
Ignoró el problema que representa el terror sembrado en las comunidades de inmigrante en toda la Unión Americana, la separación de familias. Hasta las advertencias de algunos sectores, como los agricultores de California, quienes ya le dijeron a Washington que, sin la mano de obra de los inmigrantes, el Valle Central, el granero y despensa de Estados Unidos, podría arruinarse por no tener quien levante las cosechas.
Cancilleres de México y Centroamérica discuten sobre migración a EEUU #AFP https://t.co/TsLzJBEony
Algunas cifras con esta #INFOGRAFÍA ⤵️ pic.twitter.com/KHJDelB1XA— Agence France-Presse (@AFPespanol) March 2, 2017
Es obvio, pues, que seguirán las deportaciones y la persecución de indocumentados, como respuesta a los límites de la negociación bilateral que fijó el gobierno mexicano.
Es su estilo de negociar. Lo importante es mantenerse firme en las negociaciones, sin importar ni las amenazas contra indocumentados ni el amago de aranceles a las exportaciones mexicanas.
Trump negociará en la medida en que el gobierno de México se mantenga firme en los límites ya fijados durante la visita de los secretarios de Estado y Seguridad Interna.
Así lo dice en su libro El arte de negociar. Primero amenaza, si el adversario cede, lo avasalla. Si resiste con firmeza, entonces empieza a negociar.
De cualquier manera, el gobierno de México debe prepararse para un eventual enfriamiento de la relación con Estados Unidos, hasta que Washington se convenza de que no cederemos.
Es el mejor camino. Exige temple y paciencia. Pero es mejor que la táctica de ojo por ojo que tantos proponen. Estos olvidan a Ghandi, quien dijo: si aplicamos la táctica del ojo por ojo, al final todos quedaremos ciegos.
jfonseca@cafepolitico.com



