Adiós y que les vaya bien
Mireille Roccatti
Es cierto, indudable e innegable que el entramado, el contexto internacional repercute o debe hacerlo en la toma de decisiones internas. Es igualmente indubitable que la relación bilateral con Estados Unidos tiene efectos sensibles en nuestra economía y condiciona por el alto grado de dependencia política y comercial el rumbo del futuro nacional.
El error —y ya no es tiempo de buscar y señalar culpables, y en todo caso corresponde y será tarea de historiadores y politólogos— fue haber optado por caminar, conducir y ayuntar el país por una ruta —aseguraban que era la única racional— al destino compartido con nuestros vecinos del norte. Era el tiempo del “fin de la historia” y convencieron al zafio que había ganado la presidencia y expulsado al PRI de Los Pinos: de uncirnos como cabús a la locomotora estadounidense.
Esos mismos que por falta de memoria histórica pudieron como “trepadores políticos” oponerse al TLC y hoy sus defensores acérrimos. Los mismos que acompañaron a la disidencia priista y luego a los panistas. Los mismos intelectuales orgánicos que hoy tienen el cinismo y la desfachatez de, atrincherados en la UNAM, expresar que el rumbo es hacia el pasado.
Hoy es la coyuntura, el momento de definir un rumbo, diseñar una ruta, construir un camino que sin perder la perspectiva de lo ganado, exponer los logros o desdeñar las conquistas obtenidas en la competencia global y nuestra inserción en la globalidad y en el bloque comercial de Norteamérica, nos permita navegar en los nuevos equilibrios regionales y globales que están por construirse.
Hemos dicho, reiteramos y confirmamos, que la ruta no es de confrontación o de colisión con nuestro vecino del norte, pero la coyuntura nos permite tomar distancia, establecer linderos, recobrar autonomía, recuperar soberanía. No quieren, no necesitan, no valoran nuestra cooperación como aliados y socios. Adiós y que les vaya bien.
Hoy el camino se bifurca. Es momento de tomar una decisión. Proseguimos en el camino del entreguismo, de continuar creyendo que juntos Canadá, Estados Unidos y México seremos como hermanos y ejemplo de colaboración y coordinación y por nuestra vecindad geográfica estamos condenados a pensar, actuar, decidir igual, o existe la posibilidad de ser distintos, pensar diferente y actuar de manera independiente.
El dicho popular dice que “la ocasión la pintan calva”. Será el momento en que podemos replantear la relación con el bloque económico de América del norte. Recuperar nuestra influencia en el Caribe y América Central. Volver a reunirnos con nuestros países hermanos de Latinoamérica. Construir la Alianza del Pacífico.
La decisión está en nuestras manos. El futuro para bien o para mal lo tenemos nosotros. En la construcción de nuevos equilibrios mundiales y regionales, somos jugadores importantes. Nadie nos regala nada. Tenemos fichas, lugar en la mesa y sabemos jugar: ajedrez, dominó, cartas o lo que nos pongan. Y sabemos ganar. El porvenir es nuestro.