Por segunda ocasión

Carlos Alberto Pérez Cuevas

Don Bosco: El principio de todo vicio es la soberbia.

Rudyard Kiplin: Los peores embusteros son nuestros propios temores.

Hay dos conductas que al final de cuentas siempre llevan a la perdición. Uno es la soberbia. Esa afectación conductual que hace que todo sea sobredimensionado; creerse superior a todos, todopoderoso, omnisapiente y omnipresente es grave pues se pierde la cordura y se cometen errores, faltas y daños.

La segunda afectación la genera el miedo. El temor que genera el desconcierto, descontrol o falta de certeza de lo que puede suceder, en muchos casos paraliza y en otros obliga a actuar, muchas veces de forma desproporcionada; al igual que la soberbia, el miedo hace que se sobredimensionen las cosas y por ende las reacciones.

Soberbia y miedo son dos males que han afectado la conducta del PRI y de muchos de sus dirigentes. El PRI y el gobierno llegaron al poder por segunda ocasión con una ola de promesas que vendía una nueva clase política joven, capaz y con experiencia para gobernar. Lo resumieron en una frase “el nuevo PRI”.

Algunas acciones de inicio les beneficiaron. Hasta ese momento las reformas del Pacto por México los pusieron en los cuernos de la luna. Aparecían en portadas de revistas internacionales, reconocidos como los salvadores de México. El “Momento de México” era la gran oportunidad para llevar nuestra nación a un desarrollo pleno y un despegue mundial.

El gusto duró poco. La realidad se impuso y un sinfín de corruptelas y acciones graves de gobiernos estatales y el federal quedaron expuestos. La soberbia hacía su efecto. Sobrados de sí mismos, desdeñaron la opinión pública y a los ciudadanos. El resultado: la peor evaluación en las mediciones de opinión y las derrotas en la mayoría de gubernaturas.

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Duros golpes que los situaron en el otro extremo del escenario político y que hoy los pone frente a la posibilidad real de perder el Estado de México, principal bastión de su poder, que en su primera caída nacional les permitió recomponerse y volver a ganar. Ahora no es así, todo indica que se encuentran en la antesala de la derrota, el miedo que esto les genera los lleva nuevamente a cometer grandes errores y acciones desmedidas.

La campaña aún no inicia y ya hay un derroche extremo de recursos, todo el gobierno federal metido de lleno para influir con los programas sociales sin pudor alguno. Han construido una elección de Estado, de ese tamaño es su temor de derrota. Han usado las instituciones para filtrar supuestas investigaciones con acusaciones sin fundamentos, que pretenden desprestigiar a sus oponentes. No lo van a lograr. Porque no hay dádiva ni amenaza que haga olvidar a los ciudadanos los males generados por ellos y que todos los días sufrimos todos los ciudadanos. Actuar entre la soberbia y el temor los obliga a excederse en su actuar, pero esta vez los ciudadanos no se lo perdonarán.

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