Coahuila, Edomex, Nayarit y Veracruz

Mireille Roccatti

En los procesos electorales más recientes, testimoniamos el desgaste de las encuestas como herramienta para incidir en la orientación del voto y el inicio de la utilización de las redes sociales con el mismo propósito.

Hoy es un hecho consumado ambos fenómenos, aunque en nuestro país parecen no haber entendido, comprendido ni asimilado lo acontecido en otros países y persisten en usar, abusar y manipular encuestas y supuestos  sondeos de opinión, que lo mismo sirven para un “barrido que para un fregado”. A nivel internacional con base en encuestas se esperaba un voto contrario a la salida de Inglaterra de la Unión Europea, conocido como el brexit y el voto fue en sentido contrario.

En Colombia, se realzaron encuestas previas al referéndum para la firma de la paz con la guerrilla que desde hacía 50 años desangraba a ese país hermano, y los resultados arrojaban un voto favorable al proceso pacificador y la votación fue adversa. En Estados Unidos, las encuestas, apretadamente, daban como vencedor a Hillary Clinton y ganó Donald Trump. Es decir, las encuestas, incluso las más serias han dejado de ser confiables. Los encuestados esconden su verdadera intención.

En el caso de México, en los procesos electorales se prostituyeron tanto las mediciones que coexistían tantos resultados favorables como partidos y candidatos registrados competían. Es decir las encuestas se mandaban a hacer sobre pedido y perdieron toda seriedad. La mayoría sin nota metodológica que permitiera conocer el tamaño e intensidad de la muestra, y demás variables medidas. Y posteriormente presenciábamos su utilización como herramienta mercadológica para tratar de inducir el voto por un supuesto puntero en la intención del voto.

La técnica resultó eficaz durante un tiempo, pero la perspicacia social, la burda manipulación y las “guerras de encuestas” entre casas encuestadoras, algunas serias y otras patito, que proliferan en época de campañas como hongos después de las lluvias, terminaron por desacreditarlas casi totalmente.

Por ello resulta hasta risible que ya tengan un candidato ganador en la elección  presidencial del 2018, a pesar de que ésta aun no se inicia. Y pobre de quien dude o ponga en tela de juicio ese ganador, porque será linchado sin misericordia en las redes sociales.

Esta forma de comunicación virtual tan en boga, ya ha sido utilizada en tiempos recientes inclusive en procesos electorales pero el vertiginoso avance tecnológico y nuevas formas de su utilización, la han llevado a estadios inimaginables. Hoy se pueden repetir por millones los mensajes laudatorios o denigratorios generando una falsa percepción de la realidad. Mentira o verdad poco importa. Entre más inverosímil, más creíble. Este fenómeno que se conoce como la “posverdad”, posibilitó por ejemplo el triunfo de Trump.

Las elecciones de este año, en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz, serán un indicador del desgaste de las encuestas y la nueva realidad del papel que tendrán las redes sociales y su uso y abuso en las elecciones del 2018. Aunque seguramente generaremos normas para regularlas, como nos encanta hacer luego de cada elección. Esperemos para confirmar.

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