Nayarit, Coahuila, Estado de México y Veracruz
Alfredo Ríos Camarena
Los partidos políticos ya rompieron sus últimos amarres con la austeridad y el respeto a la legalidad, están en franca competencia violando la ley electoral y enfrentan una lucha sin cuartel por la Presidencia de la República.
No hay, en esta contienda, principios éticos, ideológicos o simplemente de postulados teórico políticos, lo que existe es una controversia de lodo, calumnia, difamación de todos contra todos y, como suele decirse, “cuando pelean las comadres, surgen las verdades”.
Como prolegómeno de esta precamapaña se presenta la lucha electoral en cuatro estados de la república: Nayarit, Coahuila, Estado de México y Veracruz.
En Nayarit, tuvo que ser la justicia norteamericana, una vez más, la que evidenciara la existencia de un narcofiscal que rompió todos los récords, pues no se trató de un protector de narcos, sino directamente de un productor y exportador de estupefacientes en gran escala; esto afecta la elección local y, si bien es cierto que el candidato priista, senador Manuel Cota, surgió contra la voluntad del gobernador, de todas maneras se verá afectado por el descubrimiento de la acción ilícita del fiscal y, desde luego, de muchos funcionarios locales, a los que no puede ser ajeno el gobernador Sandoval. La candidatura de los expriistas, como el senador Raúl Mejía por Movimiento Ciudadano, y de Miguel Ángel Navarro por Morena, le restarán votos al PRI y, a su vez, PAN, PRD, PT y otros grupos apuestan por el junior de la familia Echevarría.
En Coahuila tampoco las cosas están bien para el PRI, pues ahí se lanzó como independiente un priista de buena calidad y buen desempeño, Javier Guerrero, quien harto del moreirismo decidió lanzar su candidatura independiente, que no ganará, pero pone en riesgo el triunfo del PRI.
Las alcaldías en Veracruz se van a pelear a sangre y fuego y, por increíble que parezca, el PRI tiene elementos, gente y posibilidades de obtener una victoria limitada.
El más interesante de los escenarios locales lo constituye la contienda por la gubernatura del Estado de México; puede no ser cierto que sea un antecedente de la lucha presidencial, lo que sí es verdad es que si el PRI perdiera su último reducto importante, también perdería toda posibilidad de alcanzar la Presidencia de la República.
Dicho sea de paso, el PRI —a pesar de la percepción de su desempeño— no está muerto y bastaría con que metiera a algunos corruptos a la cárcel, ganara las elecciones del Estado de México y resolviera —como parece estarlo haciendo— favorablemente las difíciles relaciones bilaterales con Estado Unidos, para poder revivir, incluso podría plantear un escenario de dispersión del voto que le diera posibilidades serias de repetir en la Presidencia de la República.
La fragmentación del voto se está dando en el Estado de México, no hubo alianza PRD-PAN, y Acción Nacional postuló a una candidata significativa en sus filas, pero sin antecedentes de elección popular en esa entidad, por lo que es muy probable que se vaya hasta un lejano tercer lugar; el PRD, con sus divisiones internas, postula a un expresidente de Nezahualcóyotl, Juan Zepeda; el PRI compite con el expresidente de Huixquilucan, Alfredo del Mazo, y Morena, con una expresidenta de Texcoco, Delfina Gómez.