Entrevista con Ery Camara/Coordinador de exposiciones del Antiguo Colegio de San Ildefonso
Jacquelin Ramos
Todo es silencio en el interior de la joya arquitectónica, envuelto de una atmósfera colmada por la ausencia, a la espera de que pasen las nubes para tener la iluminación perfecta; meticulosamente y con la mirada fija en la lente, Candida Höfer presiona el botón, el resultado: retratos espaciales de gran formato en los que confluyen los planos, los colores, así como las relaciones de orden y desorden, con el único fin de que quien las mire se sumerja en ellas, descubriendo el lugar tal y como es y puedan observar a través de una mirada contemporánea el bagaje histórico y estético del sitio; así lo expreso en entrevista para Siempre!, Ery Camara, coordinadora de exposiciones del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
La fotógrafa alemana añadió que se distingue entre la generación de la fotografía contemporánea alemana por registrar espacios en que aun sin la presencia humana, “sentimos que el espacio respira esa atmósfera de haber sido habitada. Es decir, hay unos destellos y disparos que nos permiten ver la frontalidad del espacio, al mismo tiempo que continuamos la fotografía al imaginar lo que ocurre adentro”.
Es una determinación del artista, afirma Camara, de no requerir la presencia de las personas, porque simplemente están presentes al observar las fotografías. El lugar realmente colma la ausencia del público, no se puede estar frente a esos espacios sin imaginar lo que son y eso lo provoca la foto, si hubiera gente tal vez no tendría esta potencia la foto de Höfer.

Candida —argumenta el coordinador— puede crear esas atmósferas de quietud en las que podemos sentir que solo el aire sopla. Podemos imaginarnos que en los espacios llega gente a orar, a ver espectáculos o a leer, ese es el arropamiento de los espacios, es lo que le da personalidad a la fotografía de Candida, porque muestra con toda claridad “la majestuosidad del detalle”.
Recordó Camara que Candida Höfer, nacida en Eberswalde, Alemania en 1944, fue discípula de Bernd y Hilla Becher, dos fotógrafos que marcaron la fotografía contemporánea alemana. Ellos emprendieron una labor de inventario y registro con una cámara que solo enfocaba en un plano las chimeneas, los reductos de la industria del siglo XX, a lo que llamaron “esculturas objetivas”, más conocida como “fotografía en escultura”, un conceptualismo que sus estudiantes toman después para hacer programas fotográficos.
Ahí, Candida junto con Thomas Strth y Axel Hütte, en la Kunstakademie de Düsseldorf, realizan instantáneas a diversos recintos importantes, buscando dentro la traducción de una luz natural que el propio fotógrafo quiere transcribir, es decir, explica Camara, “lo que vemos en la instantánea de Höfer no es en realidad la luz que se encuentra, sino el acecho del momento en que la luz se da en el espacio, entonces Candida toma la foto”.

La mirada de Höfer en México
El trabajo de Höfer se hizo internacionalmente reconocido a finales de la década de los ochenta, gracias a sus primeras series de la tipología dedicadas a los ambientes cotidianos de la calles de Liverpool y de la comunidad turca en Alemania y Turquía. Rápidamente su tema se amplió para incluir una miríada de los lugares enraizados en la formación cultural y la preservación, incluyendo los museos, las bibliotecas, universidades, teatros, centros cívicos y sitios históricos. En el otoño de 2015, Candida Höfer decide viajar por tres semanas a México para integrar en su obra una selección de inmuebles que cubren cinco siglos de arquitectura, de ahí toma 15 edificios emblemáticos, edificios vacíos, edificios que “cuando uno los contempla los ve distintos”, asegura Camara.
Höfer posó su lente en recintos fascinantes como los teatros Degollado y Juárez, el Hospicio Cabañas, el Palacio de Bellas Artes, las bibliotecas Vasconcelos y Palafoxiana, la Catedral Metropolitana, los museos nacionales de Arte y de Antropología en la Ciudad de México y el Convento e Iglesia de Santo Domingo.

Lo que persigue Candida en su serie En México —exhibida en el Antiguo Colegio de San Ildefonso—, asegura, además de mostrar el resplandor del virreinato en varias de las fotografías, es “subrayar la simetría, proporcionalidad y equilibrio de la estructura formal. Qué mejor herramienta para meditar sobre la arquitectura que la fotografía: un medio cuyo dispositivo de producción, la cámara, se basa en los mismos principios óptico-geométricos que la perspectiva”.
Afirma Camara que la fotografía de la alemana agrega al vocabulario de los recintos otro acento más, a pesar de que son realmente potenciales por sí solos, que siempre están evocando la curiosidad intelectual o estética.

Fotografías de gran formato
Los formatos grandes requieren mucha organización y preparación, y solo una perfeccionista impaciente como Candida lo sabe hacer, refirió Camara, con respecto a las 25 fotografías de gran formato que se encuentran en la serie En México.
“El formato que trabaja Candida es una ventana que nos permite ser inmersos dentro de la fotografía, y reconocer el espacio, reconocer sus estructuras y la calidad de la luz, porque la fotografía es luz antes que nada”.
Añadió que el proyecto de Candida Höfer en México, puede entenderse como similar al de aquellos viajeros extranjeros del siglo XIX, como Karl Nebel, Johan Moritz Rugendas o Désiré Charnay, que se lanzaron a recorrer el país para encontrar imágenes de paisajes, motivos arquitectónicos o “antigüedades” arqueológicas que permitieran identificarlo en sus características únicas. A esas maravillosas vistas decimonónicas reproducidas en grabado, litografía o papel salado, se suman hoy en la contemporaneidad las monumentales y coloridas fotografías de Höfer.

“Aquí tenemos este genero que continúa. Candida es una contemporánea que ve de una manera que tal vez los fotógrafos mexicanos no vieron, por ello vemos esa singularidad de cada mirada que permite entender que el patrimonio de México es universal”.
Al tener la obra de Candida Höfer en México, asevera Ery Camara, nos permite un reencuentro con lo mejor de nuestra cultura que en ella se muestra de una manera diferente, con una intención estética, sin folclorismo ni turismo, en obras donde la perfección, la armonía y la búsqueda son los motivos recurrentes.
“Comparto algo fundamental que expresó el secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez, al agradecer a la fotógrafa Candida Höfer por la muestra que, sin duda alguna, nos obliga a volver a ver y reconocer que también es posible otra mirada, que nos asombra con lo que siempre hemos visto y nos vuelve a enamorar de esos paisajes arquitectónicos”, concluye Ery Camara.




 
 