Luis Albores Téllez

Fray Servando Teresa de Mier nace un dieciocho de abril de hace doscientos cincuenta y dos años en México. Y muy joven empieza a participar en la política con mucho éxito, pues era un magnífico orador. Pero por sus ideas plasmadas en sus discursos se crea enemigos, entre ellos Iturbide que lo encarcela en el convento de Santo Domingo, en la Ciudad de México, del cual se fuga siete veces. También estuvo preso en los calabozos de la Inquisición de México por tres años (1817-1820) donde empezó a escribir su Apología del Dr. Mier, en el que plasma parte de su vida y conclusiones de sus lecturas sobre Memorias de la Real Academia de la Historia (1796), que abre con un ensayo de Francisco Manuel de la Huerta titulado Disertación sobre si la Mitología es parte de la Historia, y cómo debe entrar en ella, estaba interesado en estos temas porque todos sus conflictos empiezan cuando un doce de diciembre de 1794, en presencia del arzobispo, pronuncia en la Basílica un sermón sobre la tradición de la Virgen de Guadalupe, en el que niega la leyenda de la aparición del Tepeyac, en 1531. Y lo termina así: “… lo cual es muy lógico, pues Jesús dijo a sus apóstoles ‘predicad por todo el mundo’, y la América, desde luego, forma parte muy principalísima del mundo. Por tanto la virgen de Guadalupe no hizo su aparición en la sucia capa del indio Juan Diego, cómo iba aparecer en esa asquerosa tilma, sino que vino en la mismísima capa de Quetzalcóatl, y cuando digo Quetzalcóatl estoy diciendo de Santo Tomás que de ningún modo pudo desobedecer las órdenes del mismo Jesús”. Y por este discurso donde ponía en duda la veracidad de las apariciones de la virgen de Guadalupe y que él pensó que no habría problema alguno con la predicación porque desde pequeño había escuchado la historia en boca de su padre, y todo lo que había estudiado después le confirmaba o daba certeza de su conocimiento. Además, contaba con la información de un abogado, erudito, José Ignacio Borunda, quien tenía en su poder un documento titulado Clave General de Jeroglíficos Americanos. “Fray Servando Teresa de Mier aceptando las afirmaciones de José Ignacio Borunda como una autoridad en los jeroglíficos inscritos en la Piedra del Sol, Calendario Azteca, en donde se encarna una ‘filosofía arcana’ en que indiscutiblemente estaba revelada la fundación de México-Tenochtitlan por Santo Tomás como Quetzalcóatl”. (David Brading, Patriotismo y nacionalismo en la historia de México, 1995, pág. 9). Se siente seguro que saldrá vivo de la Inquisición y así sucede, cuando tenía cincuenta y cinco años, publica su Apología del Dr. Mier, en ella se puede leer lo siguiente: “Unos diez y siete días antes del de Guadalupe, el regidor Rodríguez me encargó el sermón para la fiesta del Santuario, y como orador ejercitado y que ya había predicado tres veces de la misma imagen con aplauso, presto inventé mi asunto, y lo estaba probando, cuando el padre Mateo, dominico, me dijo que un abogado le había contado cosas tan curiosas de Nuestra Señora de Guadalupe, que toda la tarde le había entretenido. Entré en curiosidad de oírle, y él mismo me condujo a casa del licenciado Borunda. Este me dijo: ‘yo pienso que la imagen de Nuestra señora de Guadalupe es del tiempo de la predicación en este reino de Santo Tomás, a quien los indios llamaron Quetzalcóatl’. Y no extrañé esta predicación porque creo que no hay americano instruido que la ignore o que la dude”.

En fin. La vida de fray Servando Teresa de Mier siempre ha despertado interés a historiadores y a novelistas, entre los novelistas tenemos al cubano Reinaldo Arenas quien tituló uno de sus capítulos Del conocimiento de Borunda, en su novela El mundo alucinante (1969), en la cual incorpora los nombres de Borunda y Servando Mier.

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