El Duke Ellington, genio del jazz, fallece un veinticuatro de mayo de mil novecientos setenta y cuatro. Hace cuarenta y tres años. Destacan sus suites sinfónicas: Black, Brown, and Beige; Frankie and Johnnie y Deep South Suit. Todas estas piezas fueron hechas de oído, al igual que sus tres mil composiciones, pues este gran pianista fue un autodidacta que aprendió a través de escuchar discos que analizaba y posteriormente tocaba en su piano una y otra vez, incansable durante horas. Nunca tuvo una formación académica porque no podía seguir reglas de ningún tipo, ni horarios, consideraba que iban en contra de la creatividad, de la libertad para formular ideas musicales. En su vida, en su cotidianidad, se veía reflejada su forma de pensar, que cualquier cosa que hiciera y no tuviera que ver con la música eran momentos perdidos, a tal grado que cuando se compró un auto que nunca manejó y lo conducía algún músico de su banda, él aprovechaba para crear y no perder el tiempo en “buscar calles”, así muchas de sus obras las iba anotando en cuadernos que posteriormente quemaba cuando había terminado un concierto, consideraba que la magia, el truco, del músico debía quedar sólo para el autor y por lo tanto hasta la fecha nadie conoce su truco y no puede ser reproducido. Se ensimismó tanto en su música, sólo tocaba lo que él componía, esto lo llevó a desarrollar su creatividad al máximo, además no tenía facilidad para leer partituras y no quiso aprender porque le “daba flojera”, por eso siempre dijo: “compongo mi propia música porque no puedo tocar la de otro”. Alguna ocasión se dio cuenta que otros empezaban a tratar de interpretar sus piezas, las comenzó a escribir, cifradamente, para su orquesta que tampoco sabía leer música. Y existe una leyenda que dice que una de sus amantes era una espía contratada para que robara algunas de sus composiciones, situación que no se dio porque toda su música estaba en su mente genial. Tenía tanta energía que escribió tres mil piezas que hicieron que el jazz se escuchara en casi todo Estados Unidos en unas veinte mil representaciones. Cuando una vez le preguntaron, casi en la vejez, si pensaba en retirarse, él contestaba con cierto desdeño: “¿Retirarme a qué?”.

La música del Duke Ellington será interpretada en la actualidad por otros, pero sin lograr el significado y los caracteres tonales logrados por su orquesta y solistas, porque simplemente fue inventada especialmente para cada uno de ellos. A tal grado que ellos son los únicos que nos hacen entrar a un mundo de sueños, emociones y fantasías, producto de sus armonías.

En fin, el jazz grabado —en cintas o discos por el Duke Ellington— es un placer para los amantes de la música, tal como él dijo: “La música es una mujer de cuyos labios ansías escuchar: ‘nadie me hace sentir lo que contigo siento’”.