Por Adolfo Loera

 

Cuando en México se ha tratado el tema de la necesidad de contar con una identidad digital, de inmediato surgen voces polarizadas que dicen defender el derecho a la privacidad; otras que de manera justificada temen que sus datos terminen filtrados y disponibles para cualquier persona, e incluso se habla que es un problema de presupuesto, debido a que llevar a cabo una iniciativa de esta magnitud sería muy oneroso y complejo.

Pero pocas veces se analizan las consecuencias de no contar con un registro de identidades digitales; de ese 7% de los mexicanos que ni siquiera cuenta con un acta de nacimiento, y que son los rezagados de los rezagados, porque no tienen acceso a apoyos sociales en materia de alimentación, salud y educación, simplemente porque no existe un registro de su existencia.

Tampoco se habla de lo vulnerable que son los niños sin identidad para el crimen organizado, que pueden moverlos a lo largo y ancho del territorio nacional sin ningún tipo de control, debido a que en México sólo contamos con un documento que avala nuestra identidad hasta los 18 años.

Sin una base de datos nacional tendremos un país fragmentado en la era digital, debido a que sólo los ciudadanos que cuenten con un pasaporte, credencial para votar o firma electrónica del SAT podrán tener acceso a los servicios digitales de la banca, la educación o el sector salud; pero aquellos ciudadanos del campo y de las comunidades alejadas se verán marginados de los servicios que brinda de la economía y gobierno digital.

Si tomáramos como cierta la premisa de que no se construye una base de datos nacional de identidades digitales porque es caro y complicado, Perú y Guatemala vendrían a desmentir tal afirmación, ya que son economías con menos recursos que la nuestra, pero que entendieron la trascendencia de implementar una iniciativa como ésta.

El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) de Perú ha trabajado por 10 años en la creación de una base nacional biométrica, que al principio sólo capturaba dos huellas, pero actualmente ya registra las 10 y tiene identificadas a todas las personas mayores de 18 años.

Uno de los proyectos más ambiciosos del organismo para los próximos años, además de alcanzar un registro del 100 por ciento de la población, es incorporar biometrías de rostro y ADN a esta base de datos.

Por su parte, el Registro Nacional de las Personas (Renap) de Guatemala, ha captado las 10 huellas digitales y el rostro de 10 millones de ciudadanos; y tiene planes de agregar las biometrías de iris, ADN y voz a su registro.

Esta base de datos ya da servicio al sector bancario del país centroamericano, y ha sido utilizada para agilizar la identificación de víctimas en eventos catastróficos. Se prevé que próximamente dé servicio a los sistemas judicial y penitenciario.

Otra de las misiones del Renap es eliminar el subregistro de recién nacidos, que actualmente es del 10% de los niños menores de 5 años y cuyo porcentaje se va hasta un 25% en las zonas rurales del país. Para ello han implementado la estrategia de cambiar la percepción que tienen las comunidades sobre el registro civil, que es visto como una obligación, y se han incorporado al programa a más de 150 comadronas que les han hecho ver que la identidad es un derecho fundamental para que puedan ejercer otros, como es el derecho a la salud y a la educación.

Fuera de Latinoamérica otro de los casos que sobresale es el de la India, que a través del programa Aadhar, que arrancó en 2009, busca registrar digitalmente a los mil 250 millones de habitantes del segundo país más poblado del mundo. Al momento el programa cuenta con los datos biométricos del 80 por ciento de la población, y ya ofrece servicios a la iniciativa privada.

Estos ejemplos son una muestra de que en nuestro país hace falta un entendimiento estratégico del futuro que está por abordarnos. Debemos entender que, si no implementamos esta iniciativa, tendremos un país fracturado: por un lado, habrá una economía digital vertiginosa apoyada en servicios digitales y por otro una población que no tendrá acceso a dichos servicios, lo que marginará aún más su condición. La tecnología existe, sólo es cuestión de voluntad.

*Adolfo Loera es director general y fundador de Biometría Aplicada, empresa pionera en la implementación de soluciones biométricas en el país. Cuenta con una trayectoria de más de 15 años en el sector, y ya ha trabajado con empresas privadas e dependencias de gobierno como la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Seguro Popular, y afores como MetLife, Sura, Invercap, Banamex y Pensionissste.