Se dice que fue en 1568 cuando el soldado español Bernal Díaz del Castillo concluyó el manuscrito la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, una obra de estilo cautivador desde las primeras líneas, que narra el proceso de la Conquista de México de una manera ruda, aunque sencilla, ágil y directa. Cada página es un retrato pintoresco plagado de detalles, que provoca transportarse al pasado y vivir al lado de un soldado que sobrevivió aquel desgarrador suceso. No obstante, fue en 1947 cuando se relató una nueva historia verdadera. Se trataba de una desmitificación sobre la forma de contar la historia de aquel hecho que marcó el inicio de la colonización española y el nacimiento del México mestizo. Su autor: el muralista José Clemente Orozco que la llamó Los teules.

Como miembro fundador de El Colegio Nacional, el artista jalisciense debía presentar una conferencia para compartir su trabajo públicamente. El pintor acordó que en lugar de ello realizaría exposiciones temáticas como forma de retribución, por lo cual en ocasión de su quinta muestra tomó como eje de su obra el episodio histórico de la Conquista, basándose en la crónica de aquel soldado español. Su intención era presentar una crónica visual de la Conquista desde un punto de vista central y objetivo, sin dar la razón a hispanistas o indigenistas sobre aquel desencuentro trascendental, explica en entrevista para Siempre! Dafne Cruz Porchini, curadora de la muestra Orozco y los Teules, 1947, instalada en el Museo de Arte Carrillo Gil.

Dafne Cruz Porchini.

“El pintor le da su propia interpretación a través de una narración visual. A partir de los ojos de Orozco, de su pintura, estamos viendo una visión mucho más personal del muralista, en donde busca no tomar partido de estos eventos. Para él, tanto a los españoles como a los indígenas les fue igual de mal. El combate entre ambos bandos fue igual de sangriento, brutal y violento”.

Nombrar los teules a su conjunto de obra fue a partir de que Orozco decide retomar el vocablo con el que los indígenas designaban a los conquistadores españoles, los cuales fueron confundidos con su deidades. La palabra proviene de la raíz en náhuatl teotl o teutl, que significan dioses, teul sería el plural, lo que en los oídos de los conquistadores sonó a teules.

 “En un principio, los mexicas creyeron que los españoles eran divinidades llegadas del mar, tal y como lo indicaba su profecía, lo que finalmente derivó en la caída de Tenochtitlan, por lo que al darse cuenta de que eran dioses malvados, la palabra adquiere su connotación en demonios”, explica la también historiadora de arte.

Codo a codo, indígenas y españoles

Como se sabe, en los años de la posrevolución de 1920 a 1950 —dice Cruz Porchini—, siempre se intentó reivindicar el significado de la mexicanidad por grupos de intelectuales y artistas, entre ellos Orozco fue partícipe y crítico en este tema, muchas de las veces lo llegó a representar en su reproducción pictórica general. Sin embargo, en esta serie de Los teules, a Orozco se le da esa oportunidad como una especie de historiador visual, de ofrecer un panorama mucho más desencantado a este significado a través de la Conquista. El artista en principio decide cambiar la perspectiva de muchos textos de la época, que se avocaban a defender, apoyar o estudiar ese indígena idealizado, y que se vio mucho en murales de Diego Rivera.

Para el también litógrafo mexicano, existe un indígena aguerrido, añade la especialista, que tenía también un sistema de guerra, que se preparaba para salir a la batalla a pesar de sus recursos limitados, que con sus propias armas trataba no solo de defenderse de los españoles, sino también de los miedos provocados por cosas desconocidas, es decir, en la Gran Tenochtitlan no había caballos, y los conocen hasta que llegan con los españoles. A los indígenas les causa temor y extrañeza ver estos animales de cuatro patas; pensaban que era una extensión del cuerpo humano.

“Es muy interesante efectivamente ver que para Orozco no hay villanos, ni buenos, sino que simplemente los teules se definen por este enfrentamiento violento por ambas partes, que tienen en común, la brutalidad y violencia con la que se enfrentaron codo a codo, el español y el indígena”.

 

Las figuras del códice, fuera de la Conquista

Eliminar de sus obras las figuras del códice —como él las llamaba— fue fundamental para Orozco. Tenía que excluir esas figuras que generalmente muchos decidieron privilegiar y exponer de una forma muy idealizada, pensando en una sociedad, en este caso mexica, mucho más armónica, siempre a favor de los indígenas. Algo por lo que Orozco hizo severas criticas, empezando por aquella concepción heroica de la resistencia indígena.

“Como lo dice el critico de arte y amigo cercano de Orozco, Justino Fernández: el artista, no se muestra antiespañol, ni antiindígena. Nos viene a narrar, en la mejor forma que hoy día puede expresarse, lo que la Conquista es: dolor humano, desgarramientos de carnes y de espíritus y temeridad como extremos”, apunta Dafne Cruz.

Añade la especialista que Orozco, anteriormente a esta serie, ya había realizado pintura mural, privilegiando de alguna manera el tema de la Conquista. En los años veinte en la Escuela Nacional Preparatoria, y en murales para el Hospicio Cabañas, en Guadalajara, en los años treinta. Sin embargo, fue con esta serie de Los teules, que el tema no sólo fue reflejado en pintura de caballete, sino además “presentaba una sucesión descriptiva de episodios de violencia extrema donde se visualiza un mundo indígena totalmente descoyuntado, ahogado en un mar de sangre, pero a la vez, también se ven ahogados en pantanosas aguas, los teules y sus caballos”.

Una muestra casi idéntica a la de hace 70 años

Gracias al apoyo de colecciones públicas y privadas, entre ellas la colección de la propia familia de Orozco, así como al acervo propio del museo, explica Dafne Cruz, es posible apreciar 43 de las 60 piezas exhibidas hace 70 años en esa icónica muestra, que reúne pinturas, dibujos y acuarelas.

“En esta serie Orozco hace una división, por un lado estaban los temas meramente épicos, representados por escenas de guerra: heridos, cadáveres, fragmentos humanos, ríos de sangre y ritos ceremoniales. Por el otro, los dibujos como ejercicios compositivos, para dar lugar a fragmentos anatómicos monumentales dotados de suma violencia”.

Explico la especialista que Orozco y los Teules, 1947 refleja el momento previo al enfrentamiento, la lucha entre ambas facciones y las consecuencias de esa brutal confrontación. Destacó que gracias a una fotografía de aquella época —exhibida actualmente en la muestra en forma de mural— pudieron curar la muestra casi idéntica a la de hace 70 años.

“Esta fotografía nos da una cierta orientación, fue como establecer un rompecabezas, donde hay un juego entre palabras, frases y las propias obras, siempre respetando algunos formatos, y dándole continuidad a lo que Orozco deseaba mostrar”.

Manifestó que con esta instantánea, además de remitirnos a la obra faltante en la exposición, nos da paso para seguir la línea del texto de Orozco, que parte desde la pintura histórica producida en la Academia de San Carlos, posterior a la República restaurada, hasta el género que Orozco revaloró, tomando ejemplos de la historia antigua de México, que se inspiraron en temas violentos.

Una mezcla de tragedia y belleza

Con las pinturas de Los teules, asegura Cruz Porchini, da cuenta que Orozco aún ofrece vetas de estudio y reflexión, y que sus temas siguen abiertos. Mucho se debe a la forma de convertir una tragedia en belleza a través del pincel.

No debemos olvidar que José Clemente Orozco pintaba con una mano, explica la curadora, a eso debemos añadirle la forma en la que combina colores y empastes, es magistral para mostrar el brutal enfrentamiento. Es impresionante ver como utiliza la técnica de la piroxilina y el uso de la perspectivas aéreas, que vemos por ejemplo en la pieza “Sacrificio humano” —una de las obras más importantes de la exposición—, que es como verla desde arriba, a través de un dron.

“Todos estos factores nos llevan de la mano a través de Los teules, que reúne dos cualidades: la narrativa, donde Orozco nos cuenta una historia, y por el otro, la genialidad y creatividad artística que caracterizó siempre la obra del artista mexicano”.

Como especialistas y curadores, Cruz Porchini asegura que en cada uno de los proyectos se intenta ver con los focos del presente. “Es importante rescatar un hecho histórico tan importante para todos los mexicanos. Debemos de conocer y reflexionar sobre esta mezcla de españoles e indígenas, que dio origen al mestizaje del cual todos venimos”.

La especialista advierte que debemos meditar porque actualmente ya no nos sorprender ver la violencia y la tragedia en obras como Los teules. “Orozco definitivamente fue una persona adelantada a su tiempo, hace 70 años no teníamos esos accesos a la información, a las imágenes, ahora que ya los tenemos, desafortunadamente esa violencia que percibía e imaginaba Orozco la vivimos y la vemos muy normal en nuestra vida cotidiana”, concluye Dafne Cruz Porchini.