La temporada de lluvias deja invaluables beneficios para las áreas naturales de la Ciudad de México, pero también estragos (aparte de inundaciones y encharcamientos), como hundimientos, grietas, deformaciones y desplazamientos de terreno que ponen en riesgo la seguridad de las personas y sus propiedades. Según datos proporcionados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la capital del país es la primera ciudad en el mundo en registrar este tipo de fenómenos, superando incluso a otras ciudades que se han mantenido sobre terreno hídrico, como Venecia.

Por la trascendencia del hecho, científicos de la máxima casa de estudios se han dado a la tarea de investigar el fenómeno. Veamos más de esto, amables lectores.

El doctor José Antonio Hernández Espriú, jefe de la División de Ciencias de la UNAM, indica que una de las causas de los hundimientos es que la ciudad está asentada en un lago con sedimentos arcillosos altamente deformables. Hace referencia a que es un problema que se intensifica por la extracción masiva de agua. Ejemplifica el especialista que la ciudad consume alrededor de 45 metros cúbicos de agua por segundo y más de 60 por ciento de esta se extrae el subsuelo a través de pozos, pero no existe un sistema de recarga de los mantos acuíferos.

Otras causas de que se registren hundimientos, desplazamientos de suelo y grietas profundas en la Ciudad de México, afirma el investigador universitario, son tanto la carga estática de los edificios como las fugas constantes de la red de drenaje. Señala que en  Iztapalapa, aeropuerto, Texcoco y Chalco se localiza la mayor incidencia de fenómenos relacionados con el desplazamiento de terreno. También han presentado problemas importantes de este género Chapultepec y Xochimilco.

Asimismo, el doctor Hernández Espriú señala que, para contar con datos precisos de los hundimientos, es necesario echar mano de los GPS, que calibrados con precisión milimétrica van midiendo con intervalos de tiempo preprogramados los desplazamientos según las fluctuaciones del terreno. Indica que hay ejemplos de delegaciones que mantienen un monitoreo constante de sus grietas. Iztapalapa cuenta para ello con el apoyo del Centro de Geociencias de la UNAM y la delegación Álvaro Obregón mantiene estudios constantes apoyados por la Facultad de Ingeniería, afirma el especialista.

Sugiere dos estrategias importantes: por un lado, que cada delegación política debería tener presupuesto para proyectos científicos de ese tipo y entender perfectamente el comportamiento del subsuelo  para  mejorar los planes de gestión de acuíferos y riesgos geológicos. Y, por otro, frenar la extracción masiva de agua y ver en qué épocas esta se puede sustentar o reponer a través de la importación de otra cuenca, de colecta de agua de lluvia, o del equilibrio del subsuelo por medio de la recarga artificial.

Estas alternativas están muy relacionadas, dice el doctor Hernández Espriú, con el tratamiento de aguas residuales. “La mayoría de esta agua se va hacia el Valle del Mezquital, sin que haya datos exactos sobre qué cantidad de este líquido se utiliza para recarga de acuíferos”.

Indica que para la recarga de acuíferos no se necesita una megaplanta ni invertir millones. Pone como ejemplo el caso de Arizona en Estados Unidos, donde existe un modelo de parques urbanos con pequeños lagos que recargan acuíferos y mejoran el paisaje urbano. El agua proviene de plantas de tratamiento que la lleva hasta los parques en donde es infiltrada en el subsuelo. “Este modelo podría ser muy exitoso en nuestra Ciudad de México”, comenta el especialista universitario.

Como vemos, amables lectores, existen soluciones de carácter científico para, por lo menos, mitigar la proliferación de hundimientos y desplazamientos de suelo en la Megalópolis. Busquemos ahora la participación de todos los involucrados en la toma de decisiones para ese fin.

Secretario General del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.