El país está cambiando. En algunos lugares, hay más policías, patrullas y cámaras, pero con el lacerante contraste de tener menos seguridad. Se habla en medios de comunicación sobre los récords de inversión extranjera y de la llegada de turistas de todo el mundo, pero no de lo mal pagado de los empleos de la gente trabajadora.
En medios y en revistas se discuten los beneficios de la pluralidad política, pero nuestras instituciones no corrigen las trampas y atropellos que hacen que siempre ganen los mismos.
Por primera vez, en muchas décadas, existen las condiciones políticas para confrontar de raíz un modelo económico que le ha fallado a la gran mayoría de los mexicanos. Por primera vez, en muchas décadas, existen las condiciones internacionales para lograr aglutinar a la sociedad alrededor de una idea de unidad nacional que sea útil y relevante. Por primera vez, en muchas décadas, existe un cauce institucional para resolver las contradicciones de clase (entre la empresarial y la política, entre la urbana y la rural, entre la nacional y la entreguista) con todo y fecha: el 1 de julio de 2018. En este día, el país se enfrenta a una cita con la historia.
En este día, México atravesará por el proceso democrático por excelencia y someterá a elección popular 3,326 cargos de elección, entre los que se encuentra el presidente de la república y nueve gobernadores. Esta será la elección más grande en la historia de la democracia mexicana.
Ante esta situación excepcional, partidos políticos, empresarios e inteligentes comentaristas de radio y televisión, la gran mayoría, se han aglutinado alrededor de la idea de que Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México. Con esto en cuenta, en el horizonte se vislumbran dos caminos: o los partidos de la transición y su oxidada burocracia, o el cambio de régimen político con el movimiento de patriotas, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
En este camino se ha planteado el cambio de régimen como la fórmula para darle viabilidad al país. Uno que no ubica la corrupción como un problema cultural, ni como síntoma del sistema, sino como el sistema mismo. Uno que entiende el ejercicio del poder como la oportunidad para combatir desigualdades, garantizar el ejercicio de los derechos y poner el ejemplo de una nueva moral pública. Uno que entiende la unidad nacional como la forma de corregir el desorden interno y no como un discurso.
Esta es la idea de país de Andrés Manuel López Obrador, es la idea de país de Morena.
En todas las encuestas serias, Andrés Manuel López Obrador resulta vencedor en cualquier escenario posible. Esta es una fotografía del momento actual y de ninguna manera puede ser tomada como una predicción escrita en piedra. Nadie sabe realmente lo que va a pasar. Pero lo que sí podemos saber y decidir es dónde queremos estar. En momentos como este los políticos debemos definirnos, sin lugar para la tibieza ni la ambigüedad.
Por ello, estoy con el Movimiento de Regeneración Nacional. Hoy mismo en Chiapas se define en Consejo Estatal cuál será la ruta a seguir de cara al proceso electoral del año que entra, tomando en cuenta los acuerdos alcanzados por el Consejo Político Nacional. La unidad alrededor de un proyecto y el correcto análisis político sobre quién puede defenderlo con mejores probabilidades de éxito es lo que nos toca hacer a los militantes del partido.
En Chiapas yo he luchado desde el Senado y con la gente buena de mi tierra por rescatar el estado de la miseria, de la injusticia y de la corrupción que ha hecho que en la entidad nuestros tiempos sean distintos a los del país. Con transparencia y rendición de cuentas, así como creatividad y alegría es como podremos rescatar a Chiapas y ofrecer una nueva esperanza a todos aquellos que la perdieron en el camino.
En México y en Chiapas los objetivos de Morena requieren de muchas manos. Manos que construyan. Manos que sumen. Manos que se tiendan a otras manos. Manos solidarias. Manos firmes. Por eso, manos a la obra y empecemos ya.
@zoerobledo
Senador