La inseguridad se ha disparado como una escuadra para generar mayor incertidumbre, se cuestiona el nuevo sistema de justicia penal y la impunidad no cesa. La violencia hizo metástasis y ya parece no haber una porción espacial del país que sea afectada por actos sangrientos. Es la necia realidad.

La seguridad continúa como la asignatura abordada a medias en nuestro país, la mancha dispersada por el crimen organizado llega a todos los sitios, los narcobloqueos llegaron a la Ciudad de México con balaceras incluidas. La explosión de un apocalipsis con lluvias de balas.

En Michoacán, Guerrero y Tamaulipas la marca de la mafia no amaina porque cotidianamente padecemos los estragos, ejecuciones, asaltos con violencia en lugares concurridos y cada vez con mayor frecuencia. Se genera una psicosis porque el número de víctimas se incrementa exponencialmente, un alto número de la población es ya parte de los registros estadísticos. Esa es la realidad más allá de la percepción como lo desean atenuar los gobiernos.

Muchas cosas se han hecho mal, si observamos lo que ha sucedido en los últimos años en nuestro país nos encontraremos una cantidad significativa de exgobernadores acusados de expoliar recursos públicos, otros por una presunta complicidad con el narcotráfico. Todo ello implica que la vida pública de México está en el ocaso, se pudre hasta los huesos mientras la impunidad avanza como potro desbocado por todos los rumbos.

Recientemente en la Ciudad de México fue abatido un cabecilla del grupo que operaba en la delegación Tláhuac, fue una refriega como no se ha visto en la gran urbe, el domingo 23 se registró una balacera en Iztapalapa, hubo muertos. Sintomático resulta que haya eventos de esa índole que echan por tierra los discursos ilógicos de los entes gubernamentales.

Inseguridad, corrupción e impunidad como un triángulo perverso que socava la tranquilidad, violencia superlativa, ausencia de ley con desatinos de las autoridades que debieran perseguir el delito pero también prevenirlo.

No obstante, para muchos actores políticos la violencia que a últimas fechas ha brotado no significa tanto porque esa elite está más pendiente de la encuesta del día acerca de quién puede ganar los comicios del próximo año. Todo parece indicar que muchos de ellos padecen esquizofrenia porque se desconectan, constantemente, de la realidad.

Lo verdaderamente importante se ha soslayado o bien se atiende a medias, los discursos interminables pretenden vender una dosis de optimismo que no es congruente con los hechos que se han suscitado en las últimas semanas, a ello habría que agregar el socavón, la negligencia y el tufo a corrupción que suele estar omnipresente detrás de situaciones aberrantes.

Las películas de narcos en que estos fueron combatidos por  los policías encabezados por el extinto Mario Almada son tibios acercamientos respecto a lo que sucede hoy día, incluso las cintas como El Padrino son meras ficciones demasiado básicas si comparamos dichas ficciones con nuestra realidad que cambia de reparto con frecuencia.