Un tigre no pierde el sueño por las ovejas. Refrán indio
El discurso del presidente norteamericano Donald Trump en un mitin de sus seguidores en Phoenix, Arizona, de alguna manera forzará al gobierno de México a revisar sus borradores para un plan B, al que obligaría una posible salida norteamericana del TLCAN.
No pocas veces algunos han advertido que no había que alegrarnos por las dificultades que enfrenta el mandatario norteamericano, sino que más bien deberíamos preocuparnos por que se corría el riesgo de que regresara a sus propuestas originales.
Así, el pasado martes lo escuchamos decir que no cree que las negociaciones para revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte vayan a tener éxito, y calificar el acuerdo comercial como algo terrible para Estados Unidos.
Esto, según algunos, bien puede ser una táctica más para presionar a México y a Canadá para ceder a las exigencias de los negociadores norteamericanos, lo cual encajaría en su habitual táctica de amedrentar a aquellos con quienes se negocia; si resisten, entonces se negocia seriamente.
Quizá, pero en la segunda ronda de negociaciones, programada para celebrarse en la Ciudad de México, los negociadores mexicanos y canadienses tendrán oportunidad de saber si las pláticas, desde la perspectiva norteamericana solo tienen el objetivo de imponerle condiciones a México y a Canadá, sin ninguna concesión de su parte.
Si fue solo una táctica para amedrentar y sacar más ventajas, el temple de los negociadores mexicanos y canadienses podrá lidiar con tal actitud.
¡Ah!, pero si, arrinconado como está por las dificultades de una presidencia que avanza a tumbos y enfrenta el desencanto de muchos de los electores que lo llevaron a la Casa Blanca, Trump se ve forzado a cumplir cuando menos esa promesa de campaña, no vacilará en sacar a Estados Unidos del TLCAN.
Los canadienses ya están preparados para tal eventualidad. Confían en que sobrellevarán esa situación con el mantenimiento del TLC con México, el acuerdo en marcha con la comunidad Asia-Pacífico y su pertenencia a la Organización Mundial de Comercio.
Ahora sabremos si el gobierno de México dispone también del plan B que cuando menos palie los daños que causaría que Trump sacara a Estados Unidos del TLCAN, porque los daños no solo serán a la economía exportadora, serán a las finanzas públicas y privadas de la república, sin contar con las consecuencias políticas en pleno año electoral.
Ojalá que México, como Canadá, también tenga su plan B, para la economía y para la política.
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