El 1 de septiembre de 1931, se escuchó por primera vez la voz del gran ícono de la música mexicana.

Originario de la Ciudad de México, recordaba con orgullo y emotividad su infancia transcurrida en la colonia Tacubaya, a pesar de que le gustaba decir que había nacido en Nogales, Sonora. Su padre era panadero y su madre comerciante. Debido a su contexto de humildad, Gabriel Siria Levario, su verdadero nombre, fue dejado al cuidado de sus tíos, a los cuales consideraba sus verdaderos padres y abandonó los estudios a muy temprana edad.

Durante su juventud, tuvo la inquietud de probar suerte como boxeador amateur, actividad que realizó por aproximadamente seis años hasta que decidió colgar los guantes y seguir con una profesión mucho más segura y estable. Es en este punto de su vida donde ensaya su habilidad en el canto. Comenzó concursando en certámenes populares obteniendo premios de necesidad básica.

Tiempo después, trabajó en colaboración de algunos grupos, cantando con mariachis en la Plaza Garibaldi y siguió compitiendo en selecciones de canto, ganando muchas de ellas bajo el nombre de Javier Luquin. Consolidó su prestigio en la ciudad presentándose en lugares como el Salón Tenampa y el Guadalajara de noche, donde vivía de las propinas recibidas después de sus actuaciones. A la par, trabajaba en una carnicería cuyo dueño notó su talento vocal y le financió clases formales con el maestro Miguel Quintero.

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Ya en la década de 1950, había adquirido el seudónimo de Javier Solís y obtuvo el patrocinio para poder grabar sus primeros LP´s en un modesto estudio para después entregarlos a diferentes compañías, una de ellas, Discos Columbia de México, lo contrataría en 1956 e iniciaría así una ascendente carrera y notoriedad que se vio interrumpida únicamente por   su abrupto fallecimiento.

Javier Solís revolucionó la música mexicana al convertirse en el primer cantante en interpretar el llamado género de “Bolero- ranchero”, que él mismo popularizaría  gracias a la belleza de su voz; su grabación Llorarás, llorarás lo proyectó a nivel internacional en 1958, además de que era su fama se extendía ya de manera notable en todo México. Los contratos comenzaron a fluir en  su carrera y los productores no tenían reserva en respaldarlo, pues además de sus canciones autóctonas, Javier Solís empezó a interpretar a los más grandes poetas de la música mexicana: Agustín Lara, Manuel Esperón y José Alfredo Jiménez.

El 18 de julio de 1959, Javier Solís inició su primera  gira en Estaos Unidos y Sudamérica obteniendo un éxito rotundo en cada escenario que pisó ; un años después, incursiono en el mundo de la actuación con El Norteño, el primero de los 33 filmes que realizaría a lo largo de su carrera, algunas tan recordadas como México de mi corazón y Campeón de barrio.

De entre las más de 320 canciones grabadas, compiladas en 25 álbumes, sería Sombras la que en 1965 rebasaría sus anteriores récords y por la que se consagraría en la memoria del público nacional.

En pleno apogeo de su carrera, Javier Solís fue ingresado en la Clínica Santa Helena en la Ciudad de México para ser atendido de problemas de la vesícula biliar, pero después de una difícil  cirugía y complicaciones posteriores, falleció el 19 de abril de 1966 llenando de consternación a sus seguidores y al mundo artístico nacional.  Sus restos reposan en el lote de la A.N.D.A. del Panteón Jardín. Posterior a su muerte, se han lanzado más de 12 recopilaciones de sus canciones. Hoy, en su cumpleaños, es un buen día para escuchar su voz poderosa.