Que Kim Jong-un, de 33 años de edad —heredero del poder en Corea del Norte de sus fallecidos padre, Kim Jong-il, y abuelo, Kim il-Sung—, es un dictador de horca y cuchillo, nadie lo pone en duda. Y que Donald John Trump, de 71 años, el 45o. presidente de Estados Unidos de América, es un psicópata mentiroso, además racista, tampoco es algo que se ignore mundialmente. Lo peor del caso es que Trump fue elegido democráticamente en la Unión Americana, donde a poco más de medio año en la Casa Blanca ya mostró, sin embozo, su incapacidad para gobernar el país más poderoso —militarmente hablando—, de la Tierra.
El grave problema para el resto de los habitantes del planeta es que, por el momento, el futuro del mundo se encuentra en manos de este par de “fenómenos” que pueden desencadenar la hecatombe nuclear sin importarles las pavorosas consecuencias del caso. Ambos mandatarios se han enfrascado en una disputa —hasta el momento verbal— que empiezan a dividir al planeta, aunque en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU se hizo un llamamiento a la calma, como se acostumbra en este organismo que ya ha sido rebasado en infinidad de ocasiones. En tanto las aguas se calmen, el régimen de Kim Jong-un ha demostrado que es el centro de la actualidad internacional, y además, capaz de dividir a las grandes potencias.
El lunes 4 de septiembre se puso en claro en la reunión urgente del organismo mundial para tomar una decisión sobre el ensayo nuclear norcoreano, en el que supuestamente se hizo explotar una bomba nuclear equivalente a entre 3 y 8 veces la que EUA lanzó sobre Hiroshima en 1945.
La reunión del Consejo de Seguridad (CdS) puede resumirse así: mucho palabrerío en términos fuertes y muy poca coordinación. Nikki Haley, la embajadora de Trump en la ONU —que se ha adaptado muy bien a los lineamientos antidiplomáticos del mentiroso magnate—, declaró que el régimen de Pyongyang está “suplicando la guerra”, por lo que reclamó una acción urgente ante un problema que “llevamos dejando para mañana” desde mediados de la década de los noventa del siglo pasado. “Ya no puede haber más en juego…es necesario cambiar una política marcada por…veinticuatro años de políticas a medias y de negociaciones fracasadas”.

El diferendo entre ambas naciones en la ONU pone en evidencia que Trump no puede tratar de ignorar —como lo hicieron Bill Clinton, George W. Bush y el propio Barack Obama—, que el régimen comunista norcoreano depende sustancial y económicamente de China. Sin este apoyo, el joven dictador duraría muy poco en el poder. Pero, da el caso que al régimen chino le conviene que Pyongyang actúe como un “estado-tapón” frente a Japón y a Corea del Sur, aliados de EUA. De tal suerte, Pekín puede hacer caso omiso de las “humillaciones” de Kim Jong-un, como el caso del último ensayo nuclear, realizado el mismo día en que el presidente chino, Xi Jinping, celebraba la cumbre de los BRICS (el grupo de potencias emergentes formados por Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y la propia China), a la que invitó a México, Tailandia, Egipto, Kenia y a Tayikistán.
Hay que decir que la reunión del CdeS se significó por un durísimo enfrentamiento verbal —que ojalá siempre quedara solo en eso: ataques de palabra—, entre la embajadora Haley y Liu Jeiyi, el embajador chino, que revela el trasfondo del debate. Liu culpó a Norcorea de la crisis, pero también dijo que “China nunca tolerará caos y guerra en la península coreana”. En forma conjunta con el embajador ruso, Vassily Nebenzia, propuso una “suspensión por suspensión”, es decir, el compromiso de Corea del Norte a suspender sus ensayos nucleares y de misiles a cambio de que EUA y Corea del Sur suspendan sus maniobras militares conjuntas. Haley calificó la propuesta como “insultante”, y Nebenzia declaró que las “resoluciones destinadas a castigar sólo a Corea del Norte no han funcionado”. Por si algo faltara, Vladimir Putin tachó el martes 5, de “inútil e ineficaz” el recurso a nuevas sanciones contra Pyongyang y agregó que “una histeria militar” en torno a Corea del Norte “puede llevar a una catástrofe planetaria”.
Además, el Presidente de Rusia, agregó que “los norcoreanos no van a renunciar a su programa nuclear si no se sienten seguros”. Por tanto, dijo, “hay que intentar abrir un diálogo entre las partes interesadas”. De tal suerte, Putin parece sumarse a la posición de Pekín y a la reanudación de las negociaciones con Pyongyang.
Los antecedentes inmediatos de esta crisis se remontan al domingo 3, cuando el régimen norcoreano realizó su sexta prueba nuclear, con lo que puso mas fuerza a su pulso con el presidente Donald Trump, que ya había advertido a Kim Jong-un contra este tipo de ensayos. Según anunció la televisión de Corea del Norte, ésta detonó una bomba de hidrógeno que puede cargarse en sus misiles intercontinentales capaces de recorrer 10,000 kilómetros, en teoría capaces de llegar a algunas ciudades estadounidenses.
La explosión ha sido la más potente hasta la fecha ya provocó dos fuertes terremotos, uno de magnitud 6 y otro de 4.6, que se sintieron hasta en China y Rusia. La agencia de noticias estatal KCNA, aseguró que “la prueba de la bomba H se ha llevado a cabo para examinar y confirmar la exactitud y credibilidad de la tecnología de control de su potencia, así como nuevos diseños estructurales internos introducidos para cargar dicha bomba en un misil intercontinental”. Desde 2006, Jong-un ha realizado seis ensayos nucleares, dos de ellos el año pasado, cuando hizo detonar sus primera bomba de hidrógeno en enero. Frente a aquella, ésta ha sido once veces más potente, ya entre cinco y seis más que la explotada en septiembre de 2016, que también causó un fuerte temblor.
En tanto se cuenta con más datos y análisis, los expertos calculan que la potencia de la bomba en cuestión es de entre 100 y 150 kilotones, por lo que sería mucho más devastadora que la bomba atómica de 15 kilotones arrojada por EUA sobre Hiroshima, que mató más de 160,000 personas.
La condena a este lanzamiento ha sido unánime en todas partes. El caso preocupa a la comunidad internacional y se interpreta como un desafío a la estabilidad mundial, aunque la pregunta básica es qué es exactamente una bomba de hidrógeno.

De acuerdo al ingeniero francés Máxime Heckel, experto en la materia, “una H-Bomb, es lo que llamamos una bomba termonuclear. La “H” alude al hidrógeno, gas utilizado para la misma. Básicamente esta bomba desencadena una reacción nuclear específica llamada “fusión”…“Las bombas atómicas que se lanzaron en Hiroshima y Nagasaki utilizaron solo materiales radioactivos (uranio 235 y plutonio, lo que representaba 13,000 toneladas de TNT) para desencadenar una reacción nuclear llamada fisión, que libera menos energía que el proceso de fusión, por lo que la bomba atómica es algo menos devastadora que la de hidrógeno”.
Una bomba de hidrógeno podría destrozar un radio de 30-40 kilómetros, que fácilmente podría destruir una ciudad como París por completo.
El doctor en Ciencias Físicas, Leo Miguel González, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, entrevistado por el periódico ABC, explica: “El proceso de fusión se produce de forma espontánea únicamente en las estrellas debido a sus altísimas temperaturas, del orden de millones de grados. El hecho de necesitar una aportación de energía tan grande para iniciar un proceso de fusión se debe a que ambos núcleos de hidrógeno tienen carga positiva y por tanto se repelen electroestáticamente. Esa repulsión es la que debemos de ser capaces de superar para poder iniciar el mecanismo. Esto explica que ante la ausencia de tan altas temperaturas como las de las estrellas, las bombas de hidrógeno requieran de un mecanismo primario para poder explosionar basado en una primer fisión nuclear”…”Un ejemplo interesante lo podemos encontrar en las estrellas, y en particular en nuestra estrella favorita, que no es otra que el Sol. La estrella que abastece energéticamente nuestro planeta funciona a nivel interno gracias a este mecanismo de fusión, donde dos núcleos de hidrógeno se juntan para dar helio y liberar una gran cantidad de energía”.
En fin, Corea del Norte utiliza estas pruebas para presionar a EUA y le reconozca su poderío nuclear lo que difícilmente ocurrirá. Puede suceder que, entretanto, cualquiera de estos dos extravagantes personajes decida dar el siguiente paso. Y entonces, la Humanidad podrá despedirse de todo. Ojalá no sea así. VALE.



 
 