En el mar Caribe abundan los países isleños, por lo que la líneas fronterizas son marinas y son pocos los casos donde hay una frontera entre dos países. Una de estas divisiones está situada en la Isla Española y es la que divide a Haití y República Dominicana. La otra está situada en la isla antillana que asienta a Saint Marteen -de origen holandés-, y San Martín, territorio francés de ultramar. Sin embargo, esta último lindero tiene libre circulación para las personas, a diferencia del primer caso, en el que hay un punto de revisión fijo.
La isla de San Martín tiene una extensión de 87.2 kms2 (similar a la delegación Tláhuac de la Ciudad de México) de los cuales 61% (53.2 kms2) forman parte de la colectividad francesa, mientras que el restante 39% (34 kms2) corresponde a las Antillas Holandesas. Curiosamente pese a ser países europeos, este es el único punto del globo en la que existe una frontera entre ambas naciones. Sin embargo, al igual que sucede con los países integrantes de la Unión Europea, en esta isla la línea divisoria solo es simbólica, ya que existe el libre tránsito entre ambas partes.
No obstante, al ser dos naciones diferentes existen diferencias notables; del lado francés es el euro la moneda oficial, mientras que en la zona holandesa es el florín antillano o el dólar estadounidense el medio en efectivo por el cual la población realiza sus compras. Además, cada lado maneja su idioma, tiene su ciudad capital (Marigot y Philipsburg, respectivamente); además de que recientemente cambió su estatus político para dejar de ser colonias para lograr cierta autonomía. San Martín pasó de ser una demarcación de la isla Guadalupe para ser una colectividad francesa de ultramar en 2007. En tanto, Saint Marteen dejó de ser parte de las Antillas Holandesas en 2010 para convertirse en un país autónomo –como Aruba- adscrito al Reino de los Países Bajos.
Su situación geográfica ha hecho de esta pequeña isla un centro estratégico del turismo europeo, a donde llegan vuelos desde las metrópolis. Un lugar frecuentado es la playa Maho, en la que grandes aviones como jumbos o Airbus pasan a cinco metros de la tierra, lo cual es un atractivo para los visitantes pese a los riesgos que ello implica. Asimismo, su posición le permite ser el centro de rutas navieras hacia otras islas de las Antillas, como San Bartolomé, Puerto Rico o Anguila.
Además de compartir oportunidades de desarrollo (tienen índices de desarrollo humanos similares a países europeos) o una hermandad en infraestructura, ambas naciones afrontan un destino común y retos que resolver. Ejemplo de ello es el paso del huracán Irma en septiembre de 2017 que destruyó casi la totalidad de construcciones en la isla, daño el aeropuerto Reina Juliana, con suspensión y cancelación de vuelos por varios días, además de hacer inutilizable de momento los muelles donde los ferris estaban anclados. Asimismo, la infraestructura turística, gran parte de las viviendas y vehículos en la isla de San Martín fueron averiados, por lo que la pérdida en vidas y costos materiales afectaran severamente a la población en los próximos meses.
Tanto Sint Maarten como San Martín requerirá la cooperación internacional para las labores de reconstrucción de un evento desafortunado como un huracán categoría cinco.
¿Qué deberán hacer Saint Marten y San Martín para salir adelante de esta emergencia? La solución la da su historia, ya que a pesar de ser un territorio muy pequeño y ser de los países con menos extensión del planeta, la suma de esfuerzos entre las dos demarcaciones han logrado éxitos en materia de calidad de vida, empleo, vivienda, turismo, salud o inversiones en los últimos años. Por tanto, estrategias comunes e integrales podrán permitir la reconstrucción, así como incentivar de forma conjunta el turismo –principal fuente de ingresos- a fin de restablecer los empleos y salarios de la población económicamente activa.
Si bien los gobiernos de Francia y Holanda, además de incentivos por parte de la Unión Europea estarán fortaleciendo los esfuerzos para la reparación de bienes e infraestructura en la isla, la misma población podrá autoemplearse y estar listos nuevamente para ser anfitriones de turistas procedentes de diferentes confines del mundo.
La solidaridad de la sociedad mundial es necesaria para que la población de la isla de San Martín pueda superar los efectos del huracán Irma. Sin embargo, no solo ellos necesitan el apoyo, otras Antillas francesas y británicas requieren de soluciones urgentes. San Bartolomé, Antigua y Barbuda o Anguila también muestran un escenario desolador, por lo que las Antillas del Caribe Oriental son un reto a la comunidad internacional a fin de evitar una crisis humanitaria. Ambas zonas han demostrado lo grande que se puede hacer sin necesidad de tener una frontera con cercas y vallas.
*Doctor en Humanidades, Universidad Latinoamericana.