A partir de la semana pasada se inició formalmente el proceso electoral de 2018 y los distintos partidos se están agrupando y alistando para la difícil y dura competencia del próximo año. Sus movimientos y reacciones cada día se alejan más de cualquier proyecto ideológico y todos actúan solo en función de la ambición del poder por el poder mismo.
El Frente Ciudadano por México integrado por PAN, PRD y MC aprovechó los últimos días antes del inicio de la jornada para plantear ante el INE un proyecto de alianza que solo representa una intención, por cierto utópica, no solo por las diferencias ideológicas de estos institutos, sino por el planteamiento de régimen político que presentaron frente a la autoridad electoral; en efecto, proponen una especie de régimen semiparlamentario que no puede ser viable en los términos de la Constitución actual.
Requeriría, por lo tanto, modificación y reformas constitucionales de gran calado que, a su vez, solo podrían realizarse con la mayoría de los dos tercios de ambas Cámaras legislativas y la mayoría de las legislaturas locales, quienes integran el Constituyente Permanente. Por lo tanto, su proyecto es más que imposible, sin embargo, es suficientemente atractivo para plantear una nueva trinchera contra López Obrador y contra el PRI. Desde luego será quimérica e intransitable esta probable alianza, pues es inimaginable a un perredista o a un integrante del Movimiento Ciudadano votando por el candidato de la coalición que, sin duda, sería Ricardo Anaya, que ya demostró que tiene en sus manos la nomenclatura panista y, en consecuencia, la candidatura; no hay duda, será candidato, pero tampoco la hay, no será presidente. Pues difícilmente el PRD dejará de postular a Mancera a la presidencia y a Alejandra Barrales al gobierno de la Ciudad de México y, probablemente, Movimiento Ciudadano no pierda la oportunidad política de postular a Ricardo Monreal al Gobierno de la Ciudad con una fuerte posibilidad de derrotar a Morena.
El único candidato seguro es Andrés Manuel López Obrador que, aun cuando al parecer encabeza las encuestas, no deja de cometer cotidianamente errores tácticos, montado en su soberbia y con una clara tendencia hacia un autoritarismo feroz y, en consecuencia, grave para el futuro. No ha tenido la capacidad de transformarse a sí mismo en alguien atractivo para diversos grupos de la sociedad; su terquedad puede ser una virtud, pero la obsesión del poder empaña su futuro.
El PRI, a pesar de todos los tropiezos y errores del gobierno, sigue mejorando paulatinamente, esto tiene su origen en el manejo correcto de la negociación del TLCAN, el ordenado manejo de las finanzas públicas y a la oportuna actitud del presidente frente a los terribles y dramáticos acontecimientos que ha vivido el Istmo de Tehuantepec y la costa chiapaneca después del sismo de 8.4 grados Richter, sin duda el presidente Peña Nieto y su equipo han actuado rápida y eficientemente, muy distinto de la actitud que tuvo en 1985 el presidente De la Madrid, que por muchas horas permaneció encerrado en Los Pinos, mientras la solidaridad del pueblo de la Ciudad de México recogía escombros, ayudaba heridos y actuaba heroica y valientemente como un ejemplo de la ayuda humana.
Hoy también los oaxaqueños y los chiapanecos se ponen de pie con su entusiasmo, su alegría y su nacionalismo, para dar ejemplo y testimonio del alto significado que tiene la nobleza y la compasión de nuestro pueblo.