La salida de Margarita Zavala del PAN constituye sin duda un hecho de gran trascendencia política frente al proceso electoral del año que viene. Si bien es una decisión personal que se da en el interior del PAN, tiene un impacto en el sistema político mexicano, ya que muestra una crisis profunda de los partidos políticos, en particular del PAN y PRD. La renuncia de Margarita es la segunda afectación importante que tiene el llamado Frente, la primera fue la salida de legisladores del PRD en apoyo a Andrés Manuel López Obrador.
Estas escisiones tienen mucho en común: en ambos casos, la ambición de las dirigencias por sus candidaturas desbordó la vida interna de los partidos; se canceló la posibilidad de reconciliación, aunque nunca existió un esfuerzo honesto de diálogo y se violaron los estatutos de manera clara y evidente. Es la confesión de parte de las dirigencias, de su incapacidad para procesar de manera institucional cualquier aspiración política diferente o contraria.
El costo de perseverar en la ambición de una candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y una a la Presidencia de la República, a través del Frente Ciudadano por México ha provocado un daño severo a dos de las instituciones políticas más importantes del país en los últimos años.
Las dirigencias de los partidos deben entender que el principal mandato no es alcanzar posiciones políticas, hay una gran responsabilidad en la construcción de la gobernabilidad y la conducción democrática de nuestro país.
La desconfianza y enojo social hacia los partidos políticos es evidente. La situación de emergencia que México vive como resultado de los sismos ocurridos el mes anterior frente a los altos niveles de corrupción que se han registrado en la administración pública, así como los privilegios económicos que gozan los partidos políticos, incrementan este sentimiento de rechazo.
Las redes sociales se han convertido en el principal testigo de este sentir. A diario millones de ciudadanos expresan su hartazgo e inconformidad por la falta de respuesta inmediata de sus gobernantes y clase política, en situaciones tan sensibles como el proceso de reconstrucción que ya empezó.
Si bien los partidos políticos tienen defectos y limitaciones, hasta hoy son el principal vehículo que México ha tenido para la construcción de diálogo. Sería de gran daño que en esta obsesión por lograr candidaturas se destruya un patrimonio institucional como son los partidos políticos.
Llegar a una elección con partidos débiles mengua la democracia. Hoy los partidos políticos tienen el nivel de aceptación más bajo registrado en la historia. De acuerdo con Consulta Mitofsky, de 17 instituciones evaluadas, los partidos políticos cuentan con el menor nivel de confianza ciudadana (4.8).
Urge retomar la racionalidad en la política, entender que los partidos son la herramienta constitucional del Estado mexicano para redimir los conflictos, no deben ser la arena que los potencie.
@LuisHFernandez