A Mónica Candia
La biografía como género es mucho más que la narración de la vida de un personaje. El género es muy atractivo, sobre todo si los protagonistas son celebridades; los lectores quieren saber, de manera pormenorizada, sobre sus ídolos o, sencillamente, de personajes que forman parte de la galería de figuras que dan sentido, carácter y significación a un ámbito que, a su vez, forma parte del imaginario colectivo. Los iconos de una cultura son una trufa de imágenes superpuestas, injertadas o fundidas que terminan por acuñarse como representaciones sociales de los personajes de su entorno y de los alcances de la actividad, disciplina o periplo que determinaron su prestigio o popularidad.
André Maurois (1885-1967), además de novelista, biógrafo —entre otros personajes— de George Sand, Shelly Dickens, Byron, Balzac y Turgueniev, se preguntó si la biografía debía ser un arte o una ciencia; más aún: “¿puede ser, como la novela, un modo de expresión, una liberación para el autor, así como para el lector?”.
Las literaturas del Yo en México viven un auge incipiente, que se está intensificando gracias al prestigio de la academia; en la última década, sobre todo, tiene en los programas de estudios asignaturas que abordan estos géneros desde la teoría hasta la investigación de corpus particulares.
La obra de Josefina Vicens recibió un prometedor augurio de Octavio Paz en la “Carta Prefacio” que se incluye, también, en la segunda edición de El libro vacío (SEP, Lecturas Mexicanas, 42, 1986); Los años falsos completa su trabajo de ficción, además del cuento “Petrita” —basado en La niña muerta de Juan Soriano— y algunos poemas (que en opinión de la investigadora Norma Lojero se vinculan anímicamente con la narrativa de Josefina Vicens).
Acercamientos biográficos
La vida de Josefina Vicens (Villahermosa, 23 de noviembre de 1911; Ciudad de México, 22 de noviembre de 1988) es reveladora no sólo por la cronología que abarcó su existencia. En la industria cinematográfica se desarrolló en una profesión que debido a los intereses económicos está en decadencia: el guionimo. Ella fue reconocida, también, por su trabajo como dialoguista en la televisión y el cine. Participó en una docena de filmaciones (además de Aviso de ocasión, que no llegó a la pantalla); no menos importante son sus crónicas de toros que firmó con el nombre de Pepe Faroles en Sol y sombra y Torerías.
Existen diversos acercamientos biográficos sobre Josefina Vicens; algunos de los más notables son “Josefina Vicens (1911-1988)”, en Señas particulares: escritora, 1987, de Fabienne Bradu y La inminencia de la primera palabra de Daniel González Dueñas y Alejandro Toledo (2010); Josefina rebautizada: análisis de la imagen masculina proyectada por Josefina Vicens en sus fotografías de Adriana González Mateos (2006). Y no se pueden dejar de mencionar los diversos textos de Ana Rosa Domenella, Aline Pettersson, amiga de la escritora tabasqueña.
Josefina Vicens. Una vida a contracorriente… sumamente apasionada es la más reciente biografía en torno a una escritora mexicana que conocemos. A lo largo de cerca de 300 páginas, Norma Lojero cimienta, construye y proyecta su admiración por la escritora que enfrentó un lago “infierno blanco” tras el súbito éxito de El libro vacío.
Estamos ante una suma de momentos axiales de la novelista; la preocupación de la investigadora se centra más en la fragilidad y la autoestima de la escritora que en los datos precisos; por ejemplo, sobre las diversas versiones que existen sobre la fecha de nacimiento y muerte. Norma Lojero no quiso ocultar su devoción por la trayectoria de Josefina Vicens; quiso fundir su admiración y su familiaridad afectiva con la escritora y se dirige a ella como la Peque; así la llamaban sus colegas, amistades y familiares.
Admirable esfuerzo desde la academia
Este detalle torna etérea la narración desde la posición de biógrafa; por momentos se puede asumir que Norma Lojero nos cuenta sus propias memorias de Josefina Vicens. La primera persona de la protagonista está presente como un monólogo que fraterniza la historia de vida e intensifica más el deseo de la investigadora por dejar formar parte de los escenas, los parlamentos y las contradicciones de una escritora de culto en nuestras letras; una mujer que bifurcó su identidad desde la apariencia.
Josefina Vicens contuvo una sensibilidad oculto en los gestos de su semblante y revelaban sus acciones como defensora de las mujeres oprimidas; la imagen que nos trasmite Norma Lojero, o que lectores como el que escribe ahora, captó es la de anti-heroína social y heroína de sí misma. Josefina Vicens, en efecto, desdeñó las significaciones del prestigio, con excepción del que se ligara al rigor y eficacia de la escritura y de las tareas que desempeñó.
En la introducción sociohistórica, en retrospectiva, es ilustrativa la comparación del México a lo largo de momentos y hechos claves del siglo XX, frente a nuestros días ya en el siglo XXI. A pesar de su idealización del cardenismo y los altibajos de sus registros escriturales, Norma Lojero observa cómo el mundo desolado de Josefina Vicens no está lejos de nuestra realidad. “Nuestro gobierno es quien ha mantenido los años falsos en compañía de los «don nadie» que conforman nuestra sociedad”.
Josefina Vicens. Una vida a contracorriente… es un admirable esfuerzo concebido desde la academia. Esperamos que en los futuros opúsculos de Norma Lojero sobre la primera escritora que recibió el Premio Xavier Villaurrutia nos revele la riqueza del mundo que la escritora respiró y conformó, ya desde el horizonte de las literaturas del Yo como parte de la historia cultural, en conjunto, de México —al menos de nuestras letras— que aún no se ha escrito.
Norma Lojero Vega, Josefina Vicens. Una vida a contracorriente… sumamente apasionada, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2017.