El presidente Enrique Peña Nieto tiene una tradición para iniciar el año, o al menos eso parece, ya que es un ritual que haga ajustes en su equipo de trabajo. Sin embargo, quizás en este 2018 no era tan conveniente, ya que nos encontramos en la etapa decisiva de la administración, pues en pocos meses se llevarán a cabo unos comicios altamente competidos. Y que un gabinete cuenta con personas responsables de distintas carteras, todas ellas relevantes para garantizar el acceso a bienes y servicios necesarios para la sociedad, para impartir justicia y también para garantizar la paz y el orden a nivel interno y la soberanía e integridad territorial.
Por ello los cambios drásticos en un año complicado son algo así como una jugada peligrosa. Sobre todo porque la administración de Peña Nieto se ha caracterizado por ser muy fluctuante: con muchos cambios y enroques de tuerca.
Los cambios en el gabinete pueden obedecer a las razones más diversas, como el deceso del titular, mala gestión, premios políticos, reasignación de tareas, presiones internas o internacionales.
También ocurre, ya en la recta final del gobernante en turno, que se producen ajustes y cambios en el gabinete de cara al proceso electoral para elegir al sucesor del mandatario. Generalmente, es del gabinete de donde suelen emanar los candidatos a la presidencia y, en la inmensa mayoría de los casos, el sucesor del presidente en turno.
El cambio más importante de estos últimos ajustes fue la salida de Miguel Ángel Osorio Chong de la Secretaría de Gobernación, ya que se trata de un cargo clave y fundamental para la correcta administración pública.
Osorio Chong había permanecido en la dependencia desde que Peña Nieto asumió la Presidencia de la República en 2012, pero ahora parte en búsqueda de nuevas metas, pero lo sustituye un personaje que ha demostrado tener la capacidad para sumir un reto de tal envergadura: Alfonso Navarrete Prida, ahora exsecretario de Trabajo.
Navarrete Prida también dejó el cargo que ha venido desempeñando desde inicio del sexenio para regresar a Gobernación, donde en otras administraciones se ha desempeñado como subsecretario de Población y Servicios Migratorios.
Navarrete es un excelente colaborador, lo ha demostrado en todos los encargos que le han sido asignados: subprocurador general de la República y procurador en el Estado de México; ha sido buen conciliador entre los sectores empresarial y obrero y constantemente presume que en esta administración no ha estallado alguna huelga de carácter federal. Otro aspecto que él destaca en su gestión es la creación de empleos formales y el incremento al salario mínimo que entró en vigor en diciembre pasado.
Se espera que en la recta final del sexenio, Navarrete utilice la buena conciliación con diferentes sectores.