En la Ciudad de México iniciamos un periodo electoral para el cambio de gobierno local, así como de las 16 delegaciones y las diputaciones locales que constituyen la hasta ahora Asamblea Legislativa. Todo apunta a que será, junto con el federal, un proceso de los más reñidos en los últimos años de la historia electoral de la capital del país, por lo que atañe a la participación de nuevos institutos políticos y que estarán en juego, por primera vez, puestos de concejales en las demarcaciones políticas, lo que abre el abanico de representatividad en nuestra gran urbe. Por lo mismo es fundamental que en días previos los partidos políticos contendientes, convocados por el gobierno capitalino, hayamos firmado un pacto de civilidad, ante la presencia del Instituto Electoral de la Ciudad de México.
Aunque es un pacto voluntario cuya meta es evitar la violencia, las descalificaciones y la guerra sucia entre los partidos y sus candidatos, de los diez partidos con presencia en la ciudad, solo firmaron siete, incluido desde luego el Partido Verde Ecologista, quien acudió convencido de que es necesario conducir por los caminos de la razón, la paz y la concordia este proceso electoral para reivindicar, sobre todo, la imagen negativa que la mayoría de la población tiene de los partidos políticos y las votaciones.
La coalición integrada por el Movimiento de Regeneración Nacional, Partido Encuentro Social y Partido del Trabajo ha sido renuente en signar el pacto, actitud que no se extraña, aunque es inaceptable. Ir en contra de todo lo institucional es connatural a Morena y más en las etapas previas a los procesos de elección. Su actitud es muy previsible, pues su estrategia consiste en sembrar primero el caos antes de los comicios para después victimizarse, e impugnar los resultados cuando no le son favorables. También sus métodos incluyen generar actos violentos, culpar a las autoridades de ello para desviar la atención ciudadana. De ahí su negativa a firmar este convenio.

Debemos comentar que este pacto de civilidad no esconde ninguna intención de cooptación de la actividad partidista, ni censurar el discurso de los candidatos, ni condicionar el ejercicio democrático de la libre expresión de los aspirantes a los puestos de elección popular. Nada de eso está en juego. Al contrario, contiene acuerdos importantes como hacer uso equitativo de los espacios públicos; que el gobierno capitalino dé seguimiento a las respuestas que los gobiernos delegacionales den a las peticiones de los partidos; que el gobierno local y los partidos políticos firmantes mantengan un diálogo permanente durante el proceso; así como garantizar el ejercicio del trabajo periodístico y la defensa de los derechos humanos durante los actos de campaña. Así de claros son la mayoría de los temas incluidos en el pacto.
La clase política en la Ciudad de México, los partidos políticos, sus candidatos, las organizaciones civiles debemos colocar por delante de nuestros intereses individuales, los intereses del ciudadano. En el Partido Verde Ecologista estamos convencidos de que la civilidad es el mejor camino para que una competencia electoral de estas dimensiones concluya con éxito y sin saldos que debamos lamentar.
Debemos enfocarnos por completo a empoderar el derecho ciudadano para elegir libremente a sus representantes por la vía del voto sin coacciones. En el caso de la Ciudad de México, este proceso debe consolidarla como una ciudad plural en la que puedan converger con toda autonomía distintos puntos de vista de manera civilizada, aunque todavía existan partidos retrógrados que se opongan a este avance.
Coordinador general del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México


