Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra “crisis”. Una pincelada significa “peligro”, la otra “oportunidad”.
En una crisis toma conciencia del peligro pero reconoce la oportunidad.
John F. Kennedy
El año 2018 será enigmático por todo lo que está por suceder, no hay manera de que escape de ser uno de los mas recordados en la historia moderna. Y lo será por varios motivos, uno de ellos, quizás el más relevante, serán los rumbos que tome el país con los resultados electorales de la próxima elección presidencial. Podrán configurarse distintos escenarios, pero en mayor o menor medida, indistintamente de quién gane, tendremos problemas por resolver que trascienden al triunfador de la contienda.
La tormentosa relación con Estados Unidos y el presidente Trump. Los embates del dólar al peso por el tipo de cambio. La creciente inseguridad pública y la presencia de la delincuencia organizada. La falta de crecimiento económico. La crisis política que se desprenda de los márgenes de triunfo o derrota de los contendientes. La transparencia y lo aseado que sea el proceso electoral y la influencia del espectro transversal de la corrupción que hace presencia en todos los sectores y niveles.
Solo expreso algunos de los problemas que están en el escenario nacional y seguirán en mayor o menor grado, pero ahí estarán y demandarán soluciones prontas y eficaces, algo que se ve muy complejo, porque la elección presidencial se llevará a cabo el 1 de julio. De ahí a la validación del resultado final pasarán varias semanas o quizás algunos meses, una vez entregada la constancia de presidente electo pasará más tiempo para que el nuevo inquilino de Los Pinos tome protesta constitucional como presidente de la república.
En total, si no sucede nada extraordinario y los resultados son aceptados por los contendientes que pierdan la elección, tres meses después de los comicios, según lo mandata el articulo 83 de nuestra Constitución, el 1 de octubre se tomará protesta y posesión del cargo. Meses muy complicados en los que se debe tener resuelto el proceso electoral y, a la par, la entrega-recepción de la administración pública federal.
En medio de tantas turbulencias y complicaciones, no serán meses fáciles de procesar, mucho menos si los mexicanos apuestan por la alternancia en el poder, ya que ello sumará gran complejidad a los cambios que se van a generar. En total, entre el día de la jornada electoral y la toma de posesión del cargo, existen tres meses, tiempo en que se debe integrar el nuevo Poder Legislativo: 500 diputados y 128 senadores quienes tienen que preparar y recibir la protesta del nuevo presidente de México. Entre julio y octubre nuestro país vivirá los meses más complejos de este año, en los que se probará la fortaleza de nuestro sistema jurídico, la de las cuestionadas instituciones que tenemos y sobre todo la participación ciudadana.
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