Cuando el Foro Económico Mundial se creó en 1971, su principal atención fue la dinámica de la economía internacional. Se hizo convocando en la ciudad suiza de Davos a las personalidades más encumbradas de la política y los sectores productivos. Desde entonces, ha servido como un rasero para conocer las perspectivas que tomarán estos dos aspectos en el mundo.
A 27 años de su creación, esta singular y elitista cumbre anual, también conocida como Foro de Davos, reúne a presidentes, primeros ministros y lideres empresariales públicos y privados para analizar las tendencias no solo del sistema económico mundial, sino de la geopolítica financiera. En especial, la cumbre de este año marcó un hito en la historia semejante a la que se vivió en la posguerra o con el auge de la globalización de los años ochenta. La ponencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, denostado cuando inició su mandato, ahora fue la pieza clave para comprender hacia dónde marchará la economía, el comercio y, de paso, la nueva ruta geopolítica del orbe.
El gobierno trumpista trajo consigo una fuerte impresión de que la globalización debe retraerse en el sentido de un cambio de reglas. La situación, tal como la ve el magnate inmobiliario, es aplicar nuevos controles a una economía donde la mayoría de los países se han aprovechado de un relajamiento arancelario estadounidense.
Estados Unidos ahora cuestiona ser el líder a menos de que le reconozcan que debe ser el centro económico mundial y quien determine la pauta para los futuros procesos financieros. Trump quiere arrogarse ahora el derecho a integrar todas aquellas potencias que han logrado un repunte económico sin aportar nada o poco a las necesidades políticas del mundo, en las cuales Washington ha sido el pionero durante décadas.
A los ojos de los especialistas internacionales, el mandatario estadounidense llegó ante la audiencia elitista con una actitud más moderada y abierta que rompió con su tradicional empecinamiento gubernamental.
El millonario neoyorquino enfrentó desde su llegada el antagonismo europeo de la canciller alemana Angela Merkel y del presidente francés Emmanuel Macron, los pilares de la Unión Europea.
Por otro lado, se ubicaba la China de Xi Jinping, el país que más ha repuntado incluso en momentos de crisis económicas. En ese panorama, los líderes mundiales se mostraban poco afectos a un cambio: Trump defendiendo un aislacionismo protector y el resto bajo un multilateralismo más abierto con tendencia planetaria.
La visión tal y como la retratan los expertos es que “el que antes pagaba los tragos ahora quiere que se hagan rondas equitativas y que todos pongan”.

Adolfo Laborde.
Reconfiguración de fuerzas políticas
Para Adolfo Laborde, esta es una forma de interpretar la dinámica propuesta por un Estados Unidos que, si bien no desestima el liderazgo mundial, al menos quiere hacerlo más consciente de su importancia ante el resto del mundo.
Para el también profesor-investigador de la Universidad Anáhuac, Trump está proponiendo ahora una revitalización de la economía mundial a través de fortalecer al líder, es decir, Estados Unidos, lo cual se marca en su alocución: “Siempre —dijo Trump— pondré a Estados Unidos primero, al igual que lo deberían hacer los otros líderes con sus países”, pero esto “no quiere decir Estados Unidos solo”.
Esta es la entrevista que el Dr. Laborde concedió a Siempre! vía telefónica.
El discurso de Donald Trump ante el Foro de Davos da la impresión de que está relegando sus funciones como potencia líder del mundo, ¿qué opina sobre esto?
Estados Unidos sí quiere estar como el número uno del mundo, pero también quiere que los demás participen de su liderazgo. Trump habló de esta visión dual de generar este proteccionismo, pero también apuntando a mantener el sistema capitalista, donde ellos se encuentran en el primer lugar. Su posición va en contra de lo que es el multilateralismo económico y, por otro lado, destaca que es importante hablar de los grandes temas internacionales.
Para los medios de comunicación, Davos fue como una pelea abierta entre dos tipos de sistemas económicos surgidos del propio capitalismo, ¿cuál es su impresión al respecto?
Estamos ante una reconfiguración de las fuerzas políticas, ya no podemos hablar de un mundo unipolar a partir de la desintegración de la Unión Soviética y posteriormente de la caída del Muro de Berlín. Ya no podemos hablar en esa sintonía, sino de un mundo multipolar donde hay por lo menos tres o cuatro actores globales que ya están más allá de las instituciones del siglo XX y donde los intereses oscilan de acuerdo con los intereses nacionales y de grupo. Es por eso que Trump ya está planteando el posicionamiento de Estados Unidos en los organismos multilaterales, llámese Naciones Unidas, Banco Mundial, etcétera, y además replanteando procesos interesantes como fue en su momento la integración de Europa y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Eso se lo está replanteando a través de una nueva reconfiguración de intereses y fuerzas internacionales que están gravitando alrededor de la geopolítica, en este caso de Rusia y China. Lo que hay que tomar en cuenta es que Estados Unidos está considerando sus órbitas de influencia y, para eso, está cambiando las estrategias. Es eso lo que estamos viendo.
La potencias también deben pagar
Siempre se ha pensado que el ser nación líder tiene un costo que ahora Estados Unidos se niega a seguir pagando, ¿qué tan cierto es?
Estados Unidos no ha renunciado a esa hegemonía, a ese liderazgo mundial, pero lo quiere hacer de otras formas, mediante el intercambio u otras maneras de relacionarse, haciendo más partícipes a los países que, de alguna manera, se han beneficiado por este unilateralismo, donde Estados Unidos pide mayores contribuciones a las Naciones Unidas, exige mayores recursos de los países a los cuales está defendiendo, llámese Japón o Sudcorea y, por supuesto, habla de otra reasignación de estrategias políticas.
En los organismos internacionales ha cuestionado a algunos países que regularmente reciben la ayuda de Estados Unidos y no lo apoyan en temas como el traslado de la embajada a Jerusalén. No está rehusando el liderazgo, lo está cambiando. Está cambiando los puntos de relacionarse, buscando hacer más coparticipe a la sociedad internacional en términos económicos, en lugar de proseguir con un sistema económico como el que ha tenido Estados Unidos en los últimos años.
Pese a todo, hay quienes insisten en que se percibe una fuerte sensación de aislacionismo en las políticas de Trump, ¿cuál es su opinión?
Me parece que el tema del aislacionismo tiene que ver con una serie de estrategias comerciales en las que Trump se ha percatado de que ya es asimétrico. Estamos hablando de lo que más conocemos, que es el Tratado de Libre Comercio. A partir de un ejercicio muy detallado de ver cuál es la procedencia de los productos o de las empresas que están integrando el mercado de América del Norte a través de los famosos certificados de origen, se percató de que ahí hay una coladera y que hay muchas empresas que no son necesariamente de la región de América del Norte. Él cree que estas se están beneficiando de estas ventajas arancelarias.
La pregunta es cómo se le puede cambiar eso, pues con un lógica diferente en la composición regional; tomando más en cuenta los certificados o la configuración de los productos a un sesenta o setenta y cinco por ciento. Eso no quiere decir que Trump esté renunciando a un liderazgo comercial o al tema del Tratado de Libre Comercio, lo que quiere es cambiar las reglas del juego. Eso es un ejemplo de muchas cosas, que en efecto tiene mucho de empresarial, pero que no significa que esté descuidando la parte política. Tiene una manera muy característica de ver el mundo y ahora la estamos conociendo.
¿Cambio de reglas o un nuevo juego?
¿Cuál sería a final de cuentas, la tendencia que estaría marcando el Grupo Bilderberg a través de Davos?
Uno, es el cambio en las reglas del juego. Estados Unidos no está planteando un aislacionismo como se ha pensado. Más bien se trata de una reestructuración de estas relaciones económicas donde sus intereses van a prevalecer; y dos, los países que por muchos años habían tenido muchas ventajas y que, en el argot popular, le habían tomado la medida a Estados Unidos, ahora tendrán que replantear sus estrategias económicas y financieras para poder competir con las empresas norteamericanas.
Se irá hacia una tendencia básica de la economía internacional. Hay un grupo que defiende la apertura comercial, que defiende el libre comercio, y Estados Unidos que lo está replanteando a través de la reconsideración de los temas o puntos en los cuales se había relacionado con la economía internacional. Esas son las condiciones ahora, no estamos hablando de un proteccionismo exacerbado, más bien de un cambio de juego y de mecanismos en el libre comercio, donde este sigue prevaleciendo, pero no las reglas actuales que lo rigen.