“Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nuestras riquezas, sino mostrarles las suyas”. Benjamín Disraeli.
Zimbabue vivió una hiperinflación la década pasada que hizo desaparecer su moneda, el dólar zimbabuense. Si bien en 1980 por fin esta nación pudo tener una moneda propia al dejar de utilizar el dólar rodesiano, diferentes políticas públicas erróneas, así como la pérdida de su poder adquisitivo propiciaron su desaparición en 2009. Como dato curioso resalta que cuando inició operaciones, la divisa de este país africano tenía un valor superior a la moneda estadounidense, con un tipo de cambio de 0.70 centavos de Zimbabue por un billete verde. Después de 30 años, esta moneda tuvo tres reformas: en 2006 se le quitaron tres ceros; dos años después se suprimieron diez cifras y en 2009 se tuvo que adecuar con una cotización de un billón de dólares por un nuevo dólar zimbabuense. Debido a la inestabilidad la confianza de la población hacia sus autoridades financieras se derrumbó y se dejó de aceptar los billetes nacionales.
Ante la necesidad de contar con dinero que respaldara el valor de las mercancías la población utilizó divisas internacionales ante la aceptación de un gobierno incompetente ante el descontrol monetario y los fracasos sucesivos para facilitar las transacciones monetarias en una economía con hiperinflación. Así, dólares estadounidenses, euros, libras esterlinas, yuanes chinos, yenes japoneses, rupias indias, dólares australianos, pulas de Botsuana, y rands sudafricanos, además de monedas bono de Zimbabue se convirtieron en la moneda corriente de la nación, con las múltiples confusiones cambiarias al operar todos estos capitales.
Estas acciones permitieron reducir el porcentaje de la inflación, además de facilitar la entrada de inversiones tanto de potencias internacionales como de economías emergentes, lo que también abrió fuentes de empleos y mejoró la recaudación fiscal, lo que permitió poner un alto a la debacle financiera de los primeros años del actual siglo.
Si bien el contar con un gran número de papel moneda extranjera contribuyó para la estabilidad económica de los zimbabuenses hubo otro problema que causó también la pérdida del poder adquisitivo: la escasez o ausencia de monedas fraccionarias. Por lo que su banco central emitió hasta 2014 monedas de denominación en centavos con paridad con el dólar estadounidense.
La medida no fue novedosa, ya que en algunos países rebasados por problemas de inflación como Ecuador; o que adoptaron el dólar estadounidense como divisa alterna como Panamá o Bahamas emiten este tipo de artefactos metálicos propios de su país. No obstante, estas piezas se realizan en el extranjero, concretamente en Sudáfrica, lo que representa un gasto presupuestario para el gobierno y la población.
Sin embargo, la pérdida de confianza de la sociedad en sus instituciones financieras ha traído como consecuencia el rechazo a usar estas monedas, además de preferir las divisas del exterior. Por tanto, es difícil que el dólar zimbabuense o cualquier billete emitido por su gobierno sea aceptado debido a las consecuencias catastróficas en el ahorro y patrimonio de las familias de este país del sur del continente africano.
El uso de diferentes divisas de potencias extranjeras como circulante en Zimbabue logró lo que las instituciones financieras y sus diferentes políticas públicas no pudieron: frenar la hiperinflación y fortalecer su poder adquisitivo. Aunque está la reflexión de los alcances y límites de dicha decisión ¿Qué riesgos existen en la libre circulación de más de diez diferentes divisas en un pequeño territorio? Si bien algunas voces refieren la pérdida de identidad nacional al desaparecer un elemento difusor de la historia y cultura, los problemas pueden ser más graves. En ese sentido, el Grupo de Acción Financiera sobre el lavado de dinero (GAFI-Financial Action Task Force (FATF) clasificó en la lista gris a este país en la lista publicada en febrero de 2014, por lo que es un riesgo en materia de blanqueo de capitales, debido a la dificultad del seguimiento en el uso y destino de las diferentes divisas, lo que aumenta el poder de mafias, traficantes y miembros de la delincuencia organizada.
Si bien sucesos como las compras de pánico, control gubernamental de precios ineficientes y una severa crisis económica a inicios del siglo XXI han sido superados; el ritmo de crecimiento financiero ha disminuido en los últimos años, con problemas serios como malas cosechas agrícolas, falta de financiamiento a la investigación o mínimas ganancias en actividades mineras. Sin embargo, las autoridades del país no ha hecho los ajustes necesarios en materia de austeridad en la administración pública, además de que no se han reducido los montos de las deudas públicas y externas, lo que condiciona el presupuesto nacional.
La falta de resultados de parte del gobierno de este país aunado a la necesidad de aprobar reformas estructurales que han sido relegadas es un reto para Zimbabue, país que en 2016 redujo su Producto Interno Bruto (PIB) en -0.3%, lo que representó una de las seis economías con peores resultados en el continente, lo que ha impactado en la reducción de la calidad de vida en la población.
A ciencia cierta ningún organismo tanto internacional como local conoce la cantidad exacta de dinero extranjero que existe en Zimbabue, lo que generó problemas desconocidos en todo el país después de intentar superar la época de la hiperinflación.
El autor es Doctor en Humanidades, Universidad Latinoamericana.