Javier Vieyra y Jacquelin Ramos
La historia del arte puede definirse como una síntesis estética de la historia de la humanidad. En todas las representaciones pictóricas a lo largo de los siglos, los grandes artistas han plasmado la conjugación de su tiempo propio con el de los días que les ha tocado vivir. Sin embargo, cuando cuando la genialidad individual es tan grande que logra contraponerse al orden de lo establecido, el artista convencional se convierte en revolucionario. Michelangelo Merisi da Caravaggio lo era. Poseedor de una polémica vida envuelta en escándalos y terminada tempranamente, Caravaggio fue un pintor excepcional que logró deslumbrar al mundo con las sombras de sus cuadros y la humanización de sus escenas, volviéndolos no únicamente objeto de apreciación sino espejo del que los observaba.
Enigmáticas por naturaleza, las piezas de Caravaggio se encuentran en los principales recintos culturales y religiosos del mundo y, hoy, en un esfuerzo conjunto de la Secretaría de Cultura, el INBA y el Museo Nacional de Arte, una de ellas engalana el palacio de las águilas armadas de Tacuba dentro de Caravaggio. Una obra, un legado, una muestra que no pretende revalorar o reivindicar al artista, porque a decir de uno de los curadores de la exposición, Alivé Piliado Santana, Caravaggio “ya lo es”.
En entrevista exclusiva para Siempre!, Piliado Santana asegura que simplemente se trata de ver que, en la historia del arte, Caravaggio es considerado un elemento fundamental para ser estudiado: “cuando los propios artistas y las diferentes academias estudian el Barroco, continúan teniendo esta tradición pictórica del artista milanés, ellos siguen viendo el estilo como una herramienta dentro de la pintura”.
Hay que recordar en principio, dice la curadora, que la recuperación de Caravaggio se da en los últimos 70 años, pues estuvo olvidado por varios siglos, sin embargo a pesar de su muerte en 1610, hubo décadas donde su obra fue percibida con un carácter fuerte y directamente influyente para otros artistas como José de Ribera, y Zurbarán, que fueron cambiando sus estilos, hasta el siglo XIX que se ve en artistas como Felipe Santiago Gutiérrez.
Por ello, el Barroco es un estilo que indudablemente sigue siendo referencia, añadió Alivé, sin dejar de lado la usanza clara de cómo Caravaggio es el gran tenebrista, el gran maestro del Barroco y, sobre todo, que con él empezó justamente la revolución pictórica de traducir la pintura al ámbito vivencial, algo que se logra y se puede identificar en piezas como La buenaventura, que hoy corona la magna exposición.
Una Madonna antes de La buenaventura
Una escena entre dos jóvenes extraída por Caravaggio directamente de las calles de Roma, relata la curadora, refleja el engaño disfrazado por un juego de miradas que emplea una gitana al leerle la mano a un caballero adolescente, mientras le roba su anillo del dedo anular. Se trata, dice, de una de las pocas obras de las que escogería el tema, antes de dedicarse a pintar encargos de contenido religioso.
“La buenaventura es una pieza increíble, porque por primera vez en la historia del arte vemos esta escena, nunca antes alguien había hecho este tipo de obra, se habla de que algunos flamencos habían puesto gitanas, sí, pero nunca este tipo de escena. Esta gitana que estamos viendo que está leyéndole la mano a este chico, leyendo la buena fortuna”.
Esta pieza demuestra la preferencia de Caravaggio por esta escena, expresa la historiadora de arte, porque refleja detalles perfectos, así como la realidad humana que se observa, por el ejemplo, en la mugre de las uñas de ella. No obstante, existe en la obra otra particularidad sorprendente en su técnica, pues debajo de La buenaventura, hay una Madonna.
“Esta Madonna está en formato vertical y llegó a descubrirse gracias a la observación de la pieza a través de los rayos X. No sabemos si la Madonna es de Caravaggio o si es de algún maestro con el que trabajó. No obstante, esto nos muestra que probablemente en ese entonces el artista italiano no era muy rico, y que realmente se trató de una reutilización de sus telas, lo que nos indicaría, a su vez, su gran calidad artística y su gran maestría justamente de cómo alcanza a crear una capa pictórica encima de otra”.
Aseveró que La buenaventura es un tema que hoy es identificable con lo humano, ya que todos en alguna momento hemos caído en provocaciones o ante este tipo de juegos y engaños, por lo que la pieza y su autor siguen vigentes.
“Tú la sigues viendo hoy, y es como la veían a finales del siglo XVI en Roma, con la misma fuerza y sensación que cautiva a cualquier admirador, por lo que la ubicamos en el inicio de su revolución pictórica, con esos primeros juegos de luces y sombras que más tarde culminarían con el surgimiento del tenebrismo. Este modo de pintar sumado al naturalismo produce una versión teatral y cruda de la realidad material”.
Un Caravaggio en México, un reto
A pesar de que son pocas las obras existentes de Caravaggio en el mundo, señaló la difusora cultural, esta es la segunda vez que una de ellas pisa suelo mexicano, gracias al valioso apoyo de Enel Green Power, empresa que trabajó de la mano con el museo para idear esta exposición: “la primera vez que una obra de Caravaggio se presentó en México fue en 1976 cuando El laudista (ca.1596) visitó las salas del Museo de Arte Moderno, en una exposición que reunía piezas del Museo del Hermitage de San Petersburgo”, apuntó.
Cabe señalar, dice la especialista, que la obra de Caravaggio se encuentra dispersa básicamente en toda Europa, en iglesias, en colecciones privadas, así como otras que no se pueden mover por su estado de conservación. Agregó que fue un reto tener La buenaventura en México, ya que no es nada fácil que presten una pieza de esta calidad, pero sobre todo dejar al Museo Capitolio de Roma prácticamente sin la mitad de su colección, que es integrada por solo dos piezas de Caravaggio.
“Le quitamos una de sus joyas, pero al igual que México, Italia desea fomentar la necesidad de hacer nuevas lecturas a un gran maestro como Caravaggio, que se conozca actualmente su legado. Ya lo habían hecho en Chile hace dos años, este año le tocó a México”.
Es difícil hacer nuevas lecturas de Caravaggio
La curadora recordó que, pese al auge que ha tenido la obra de Caravaggio en los últimos años, sus registros fueron sobre todo informes policiacos y actas judiciales, lo que ha reiterado su calidad de artista transgresor, atormentado y conflictivo.
“Él no dejó un escrito, ni diarios, ni escuela o un alumno que haya sido su sucesor, por lo que es complicado hacer una nueva lectura; lo más que podemos hacer son interpretaciones o basarnos en los hechos que sí tenemos ampliamente documentados”.
El rastro de Caravaggio está presente y vigente, reitera la curadora, en las obras públicas y privadas de las colecciones mexicanas, tanto por su herencia técnica como por su enseñanza academicista. Con esta exposición, dice, se muestra el propio contraste de la vida y obra de Caravaggio, yendo del claro de la pieza temprana La buenaventura, hasta el oscuro tenebrismo que imperó en los maestros novohispanos y españoles.
¿Pero cómo saber lo qué realmente le gustaba pintar a Caravaggio?, Alivé responde que es difícil saberlo, aunque sí es interesante saber que La buenaventura fue algo que le gustó pintar, porque se sabe que no es una pieza que hizo por encargo, todo lo contrario, la hizo por gusto, deseando reflejar escenas de la vida cotidiana, como también lo hizo con su obra Los jugadores de cartas, y que las vende por muy poco dinero. Ya después empieza a despegar haciendo mucha obra religiosa por encargo.
“Estos encargos también fueron realizados de una manera espectacular, aunque muy violentas, con esta luz teatralizada, con este claroscuro muy bien realizado que podemos también ver que disfrutaba, porque todas las hace a la perfección, las aterriza a una claridad, a una humanización que todavía nos podemos identificar muy bien con todos estos personajes que representaba”, concluye Alivé Piliado Santana.