Se han dicho hasta de lo que se van a morir, han aludido a sus propias manías, se han exhibido como contendientes abiertos y hasta han amenazado con poner al mundo en medio de un infierno en llamas nucleares. Los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte, Donald Trump y Kim Jong-un, respectivamente, han sido primera plana de muchos diarios en el mundo, cuando ambos se lanzan abiertamente en una retórica de amenazas. Hace apenas unas semanas, Trump pareció dar un giro al estilo pendenciero que ha caracterizado su política y aceptó reunirse con su contraparte norcoreano, en una reunión que levantó, al menos en parte, el optimismo mundial por evitar una nueva catástrofe nuclear; la segunda en la historia de la humanidad.
Para expertos internacionalistas como Eduardo Roldán, quien tuvo el cargo de jefe de Cancillería y encargado de negocios ad interim en la Embajada de México en Corea del Sur, aseguró que, aunque ambas personalidades son complejas y han mostrado que ninguno de los dos está dispuesto a ceder frente al otro, existe una posibilidad real de que el conflicto bilateral entre Washington y Pyongyang pueda resolverse en el marco de una reunión de alto nivel programada para mayo próximo.
De hecho, esta no sería la primera ocasión en que Estados Unidos y Corea del Norte han buscado un acercamiento para solucionar diferencias. En 1994, el gobierno de Bill Clinton comisionó a su secretaria de Estado, Madelaine Albright a iniciar el proceso entregando una carta al entonces presidente Kim Jong-Il. El líder norcoreano aceptó los términos de un convenio de cooperación mediante el cual su país se comprometía a desmantelar su potencial nuclear bélico a cambio de asesoría para un traspaso de tecnología estadounidense al uso del átomo con fines pacíficos.
Durante el inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno, que se realizaron en Pieonchang, Corea del Sur, Kim Yo-jong, hermana del líder norcoreano, también entregó una carta en la que extendió una invitación para que el presidente sudcoreano, Moon Jae-in, visite su país a fin de iniciar conversaciones en favor de la reunificación pacífica de la península. El mandatario aceptó reunirse con su contraparte del norte a mediados de abril, un mes previo a la reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un.
Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía telefónica.
¿Es posible un acuerdo EU-Norcorea, en qué situación tiene lugar el acercamiento entre Donald Trump y Kim Jong-un?
En esta posible reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un es importante señalar que la península coreana es un reducto de seguridad complejo y dinámico. Estados Unidos ha mantenido esa presencia militar en esta región para proteger sus intereses económicos y políticos considerando la importancia estratégica que tiene. Yo creo que sí es plausible.
En todos estos años, ha habido reuniones secretas en Ginebra, Beijing, Moscú, pero de alto nivel; solamente podemos señalar la de Albright, quien dio a conocer a Kim que su país estaba dispuesto a reconocer diplomáticamente a Corea del Norte, pero con la condición de que se desnuclearizara. En 1994, durante el gobierno de Bill Clinton, ambos países firmaron un convenio por el cual se desmantelaba la planta nuclear y, a cambio, Corea del Norte recibiría 150 millones de dólares. Esto es un acercamiento y una tentativa que permitió la desnuclearización, pero ambos cumplieron solo parcialmente sus compromisos porque precisamente vino George Bush Jr. y creó el Eje del mal, con lo que se descartó el convenio de 1994.
¿Qué posibilidades de resolución de la crisis puede resultar de ello?
Yo soy un optimista moderado, precisamente porque ya hubo anteriormente un acercamiento entre los dos países para que se procediera a un desmantelamiento nuclear norcoreano a cambio de ayuda financiera. En 2006, Corea del Norte volvió a lanzar su carrera nuclear e hizo una primera prueba nuclear ese mismo año. Pienso que sí es posible el acercamiento a una probable desnuclearización semejante a la que pasó en 1994 con Bill Clinton.
¿Cómo sería esto? Lo primero que se le pediría a Corea del Norte es el desmantelamiento de sus instalaciones nucleares, pero Estados Unidos también deberá ofrecer algo, y ese algo será el levantamiento de las sanciones económicas que abruman a Norcorea, así como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas; dos aspectos que no son poca cosa para Donald Trump.
Dos personalidades complejas
Hay expertos que afirman que las caracterologías de Donald Trump y de Kim Jong-un podrían enturbiar el acercamiento, ¿qué opinión tiene de esto?
Yo creo que estamos hablando de dos personalidades muy especiales, pero antes de abordar eso, debemos plantearnos qué es lo que llevó a que dos personas tan disímiles se acercaran; dos políticos con caracterologías muy diferentes. La causa fueron las medidas impuestas por Trump ante el Consejo de Seguridad, las cuales le surtieron efecto. Los quince miembros del Consejo militar, incluyendo China y Rusia, aprobaron en la última reunión del 15 de agosto toda una nueva ronda de sanciones económicas contra Corea del Norte, incluyendo restricciones financieras y de movilidad de individuos, políticos o funcionarios de instituciones norcoreanas.
Esto implicó para el régimen de Pyongyang una caída en sus ingresos por exportaciones de alrededor de mil millones de dólares anuales, que es la tercera parte del total de las mismas. Se prohibió además la exportación de medicamentos, lo cual afectó en el último año el desarrollo de la salud pública y generó problemas internos. Se dio también el aseguramiento de buques, que prácticamente inició un bloqueo económico que conllevó a impedir la venta de petróleo y turbosina. Por ello, indudablemente afectó el desarrollo.
A raíz de los Juegos Olímpico de Invierno, Estados Unidos suspendió sus maniobras militares en un intento de mandarle un mensaje a Corea del Norte, quien lo captó y eso propició primeramente el diálogo intercoreano, que se llevará a cabo en abril. De esa manera se reabrirá el diálogo intercoreano, el intercambio de familias, el restablecimiento del teléfono directo entre ambos gobiernos. Todo indica que va por buen camino. El presidente sudcoreano Moon Jae-In dijo que es indispensable que también se realice el diálogo entre Corea del Norte y Estados Unidos. Esto motivó a Kim Jong-un a enviar una carta a su homólogo para invitar a Washington al diálogo, lo cual tuvo una respuesta positiva. Ahí fue cuando el mismo Trump afirmó que estaría dispuesto a reunirse con su contraparte norcoreano.
Trump, duro, pero prudente
¿Cómo llegaría Trump a las conversaciones con Kim Jong-un?
Siguiendo el caso de las caracterologías, quisiera mencionar que en 1999, la cadena NBC entrevistó a Trump cuando era empresario. En esa ocasión dijo que Corea del Norte “era gobernada por una especie de chiflados que estaban desarrollando armas nucleares”. Agregó que “no lo hacen porque se diviertan con ello, sino por una razón particular”. También dijo que no sería bueno negociar con ellos”, pero sí reconoció que sería mejor “resolver el problema ahora, en lugar de hacerlo más tarde”. Se le ha visto un carácter duro, hay que destacar que él mismo fue enfático en que no quería que Estados Unidos usara armas nucleares, sino que atacaran las áreas donde Corea del Norte estaba desarrollando misiles nucleares.
Yo interpreto esto así: Trump se está dando la oportunidad para trascender y decir que hay una oportunidad; la última, para negociar. Si aceptan sus condiciones, no se irá más allá en lo militar, se reconocerá diplomáticamente al Estado norcoreano pero, a cambio, se pedirá la desnuclearización. Estoy seguro de que esa será la condición, pero el mensaje también es muy claro, pues si eso no se da, entonces sí estará dispuesto a ordenar un ataque preventivo a los lugares donde se han desarrollado los misiles y las bombas nucleares.
Hay que comprender que las amenazas nucleares no son un juego, la retórica agresiva y el posicionamiento militar solo generan reacciones que alimentan el temor y la inestabilidad. La situación es muy delicada y cualquier elemento podría ocasionar que se salga de control y modificar el orden político y las fuerzas regionales. Estamos viviendo un desorden mundial que se mueve entre la búsqueda angustiante de un orden y un caos. Hoy Corea del Norte lleva siete décadas en una espiral de reacción de hechos como un chantaje nuclear. Ya explotó seis bombas, ya cuenta con los misiles para lanzarlas, los cuales tienen un alcance de más de diez mil kilómetros.
Si no se consolida esta reunión de alto nivel y si se vuelven a hacer los ejercicios militares, el escenario será difícil y se regresaría a la situación de las últimas décadas, sanciones, amenazas, etc. Por eso creo, en esta ocasión, que es necesario deshacer ese nudo gordiano con gran imaginación y compromiso político de todas las partes involucradas. Me refiero no solo a Estados Unidos y Norcorea, sino a China, Rusia, Japón y Corea del Sur. El diálogo no solo debe ser bilateral sino que debe expandirse a las seis partes ya mencionadas, a fin de estabilizar la región del noreste asiático y del mundo en general. Lo es cierto es que Corea del Norte cambiará hasta que se le pueda asegurar su viabilidad como estado.