Siempre se dice que el proceso electoral de cada seis años es el más grande e importante de todos. Sin embargo, la elección del 1 de julio de este año cumple con esta característica como ninguna otra antes en la historia; no es solo por el tamaño de organización, por la trascendencia que tendrá la definición política entre dos proyectos completamente distintos de país, pero también por las condiciones de violencia en las que se han llevado a cabo.

El INE está encargado de instalar 156,000 casillas electorales; se van a capacitar y profesionalizar a 1 millón 400 mil personas para ser funcionarios de casilla; serán 3,326 cargos de representación popular los que se elegirán en esa jornada y se imprimirán 520 millones de boletas electorales. De ese tamaño es la elección de este año. Pero también de septiembre de 2017 a marzo de este año, la cifra de alcaldes, diputados y aspirantes a un cargo de elección popular ejecutados asciende a 58, un número récord en la historia de México (y todavía a 4 meses de que termine el proceso).

La violencia política en contra de los ciudadanos en este contexto electoral —desde las instituciones por el uso faccioso de la justicia y desde la delincuencia organizada con la imposición de la ley de plata o plomo— se suma a la violencia económica de un modelo extractivo y excluyente. No es el Estado quien garantiza derechos, sino el apellido, el código postal y el material de la cuna en la que naces. Inaceptable. La buena noticia es que esto va a terminar.

Con esto en mente, en Morena reconocemos la responsabilidad histórica como actores involucrados. La inestabilidad en la elección es también inestabilidad para la nación. Es fundamental que mantengamos la calma y la serenidad en la contienda y no caigamos en provocaciones burdas ni las promovamos, o en desplantes de soberbia.

A lo que nos vamos a dedicar es a la promoción del voto y el llamado al ejercicio del deber cívico de votar, pero también a formar y capacitar a la mayor cantidad de personas para que nos ayuden a cuidar la elección a lo largo del proceso desde todas las trincheras posibles. Esto con el propósito de que el resultado de la elección, sea cual sea, se perciba como justo y transparente. Y será así porque habrán sido los ciudadanos, con su esfuerzo como funcionarios de casilla, observadores electorales, representantes partidistas o como participante comprometido con la justicia y la libertad, quienes echen a andar la elección. En esta empresa estamos pensando no solo en lo que le conviene a Morena, sino a todos los partidos y a la nación en general.

La gente que va a ir a votar no es tonta, pero sí está asustada y muy molesta. Morena quiere participar y garantizar que el pueblo tenga la alegría de poder recuperar lo que por derecho es suyo: la paz, la justicia y la libertad. Las personas han formado su criterio y saben mejor que nadie lo que esta elección significa para ellos.

En Morena estamos preparándonos para que el día de la elección la voluntad de la gente sea respetada. Nuestro proyecto de cambio de régimen no puede estar viciado de origen y por eso no solo queremos ganar la mayoría política sino conquistar la hegemonía cultural. Esa que recupere la poderosa idea de pensar que la realidad es transformable.

@ZoeRobledo

Senador de la República por Chiapas