Jacquelin Ramos y Javier Vieyra

“Cuando se llega a la cima lo único que queda es caer”, dicen la sabiduría popular, la lógica y la física. Pocas veces se ha analizado lo que la historia puede exponer al respecto de la certera frase, omisión inconcebible teniendo en cuenta que España representa su mejor portento de ejemplificación. No es para menos; la nación ibérica pasó de ser la deslumbrante cabeza de un imperio donde nunca se ponía el sol en el siglo XVI, a ser el residuo de un país ruinoso, decadente y grotesco trecientos años  después. Tan notoria frustración y tragedia, solo un genio pudo retratarla con plenitud y sin perder el sentido del humor, ese artista era Francisco de Goya y Lucientes.

Y es que plasmar la dramática transición del esplendor a la oscuridad de una sociedad no es tarea sencilla, pero Goya tuvo el valor y el talento para realizarlo a través de su serie “Los Caprichos”, un conjunto de 80 grabados que se encuentran expuestos por primera vez en México, dentro de los muros de la Antigua Escuela de Medicina; un recinto que albergara la sede del Oficio de la Santa Inquisición en la Nueva España. Así, el simbolismo del edificio y los mensajes de Goya crean para el visitante una experiencia única, indicó en entrevista para Siempre!, Verónica González, encargada de los contenidos académicos del majestuoso recinto ejemplo de la arquitectura novohispana.

Verónica González.

A decir de la especialista, Francisco de Goya se debe considerar como una de las figuras más importante en la historia del arte, más específicamente, en la historia española; un artista que a pesar de que en sus inicios en el arte fue a paso lento, se convirtió en uno de los grandes íconos.

“Al inicio Goya intentó entrar varias veces a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, sin embargo en cada uno de los intentos fue rechazado, provocando en el artista una frustración que duró por varios años”.

No obstante, esto no paró totalmente a Goya por conseguir su pasión, dice la especialista, pues él mismo se patrocino el viaje a Roma, un periplo que consideraba la Real Academia el elemento base para conseguir la introducción a la meca del arte, y que solo la propia institución lo auspiciaba a los que consideraba los mejores artistas españoles.

“El pintor español se va en 1770, y regresa en 1771, solo un año bastó para empezar a tener popularidad en la zona. Después, en 1775, se va a Madrid, en recomendación de su cuñado Francisco Bayeu, un pintor muy importante en aquella ciudad, en donde empieza a trabajar como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices. Laboró por cerca de cinco años para la fábrica sin salario fijo; sin embargo, aquel empleo fue una vía crucial de acceso a la corte de Carlos III y a los príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y su consorte María Luisa, que más tarde serían los clientes más importantes del pintor. Hoy los cartones para tapices componen un extenso conjunto entre las obras de Goya expuestas en el Museo del Prado”.

Asegura González que fue así que la popularidad del genio aragonés se acrecentaba, pues en cada cartón para el tapiz mostraba su don excepcional en la destreza de su técnica, muy allegada a la enfocada por la institución que se basaba en lo clásico; la de Goya se trataba simplemente en el manejo de la luz y la mezcla de muchos estilos: “tenía una línea rococó en las imágenes de los tapices, por lo que se le llegó a considerar como uno de los primeros pintores románticos. A su vez, también empieza a tener en ellos representaciones satíricas donde se va mucho mas al interior de lo que esta sucediendo en su mente, anunciando de alguna manera los temas que algunos años después desarrollaría en dibujos y en los Caprichos”.

La mejor manera de conocer a Goya

Los grabados de Francisco de Goya, asegura la también encargada de servicios pedagógicos de la Escuela de Medicina, son una fuente muy importante para conocer la personalidad del artista, ya que pudo expresarse con total libertad y por esa misma razón pudo experimentar todas las técnicas como aguafuerte, punta seca, aguatinta, que le permitieron mejorar su trabajo como creador; así encontramos a un Goya en constante evolución desde los primeros grabados muy simples y lineales hasta alcanzar los más altos niveles en los que juega con toda suerte de texturas o contrastes de luces y sombras.

“Goya sabía de la importancia de los grabados como medio de difusión de ideas al pueblo, por ello expuso en muchas ocasiones en ellos los defectos de la sociedad para que sirvieran de enseñanza”.

Añadió que entre las series más importantes de grabados se encuentran La Tauromaquia, Los Disparates, Los Desastres de la Guerra, en donde Goya refleja lo vivido en la Guerra de la Independencia contra Francia. Así como los grabados llamados los Caprichos, que inicialmente se habían nombrado Los sueños, porque mostraba lo que se lee en la propia frase que acompaña el grabado numero 43:  “El sueño de la razón produce monstruos”, una etapa en que España intelectualmente estaba atrasada.

“En estos grabados el artista hace hincapié principalmente a los males de la sociedad española, criticando tanto la religión, la nobleza,  la educación o la prostitución. Goya simplemente fue un artista comprometido con la sociedad, plasmando las acciones que él desaprobaba”.

Lujuria, bestias y sueños

La serie de 80 grabados es integrada por tres divisiones, las cuales son abordadas de igual manera en la exposición que actualmente se presenta en la Ciudad de México, señalo la promotora cultural. La primera, Majas, amoríos y desengaños, los matrimonios arreglados y la Celestina; la segunda, crítica social, el escepticismo y la sátira; y por último, el mundo irreal, las brujas y los duendes.

“En estas tres etapas se pueden ver las costumbres en España, así como la sátira tremenda con la que Goya crítica la lujuria y la avaricia del clero y la nobleza a las que representa con figuras de animales y bestias. Pero también se observan los sueños y delirios, que son cuando Goya se queda sordo, creando su mundo interior”.

Explica González que la sordera de Goya marcó un antes y un después, no solo en la vida del artista, sino en su obra pictórica, que más adelante adoptó simultáneamente dos orientaciones completamente antagónicas: las plácidas, amaneradas y perfeccionistas pinturas de encargo, frente a los espontáneos, vanguardistas y revolucionarios cuadros de su serie negra y precisamente de estos Caprichos, donde la imaginación del pintor se muestra tan desatada como su pincel.

“Goya tenía 45 años cuando tuvo esa grave enfermedad, eso lo aisló un poco del resto de la sociedad, sin embargo ese poco contacto que tiene lo hace ir mucho más al interior y es cuando empieza a hacer sus representaciones más duras y aparecen las brujas, los duendes, la parte mítica y mágica. Pasó una larga y penosa convalecencia en Cádiz, al cuidado de su amigo Sebastián Martínez, quien en la correspondencia que mantiene en defensa de los intereses del pintor se refiere en una ocasión al “mal que le hace a su cabeza, que es donde tiene todo su mal”.

Expresó que de esta serie hay varias impresiones que empezaron a realizarse en 1799, pero que al perder poder Los Ilustrados, grupo con el que el artista tuvo una estrecha relación, retiró rápidamente la edición por miedo a que la Inquisición la destruyera.

“En 1803 Goya decidió donar las planchas de los grabados y 240 ejemplares al rey con destino al archivo de la Real Calcografía, después, a finales del siglo XIX y principios del XX se hicieron varias estampaciones hasta 1937, año desde el cual no se volvieron a hacer más”.

Un artista de referencia actual

Algunos títulos de las piezas que se pueden apreciar son El sueño de la razón produce monstruos, Hasta su abuelo, Mucho hay que chupar, Dios la perdone, ¿Dónde va mamá?, Linda maestra, ¿De qué morirá?, Muchachos al avío y Que viene el coco, agrego González.

“La muestra forma parte del proyecto de la Fundación Dancing for the Millennium Goals, que tiene como misión promover la cultura utilizando las artes como lenguaje universal, para poder así comunicar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas”.

Esta exposición, aseguró la especialista, es de suma importancia ya que su contenido, además de destacar la figura de Goya, es una referencia actual muy importante que se tiene que seguir reflexionando, sobre todo apuntar que, como artista, Goya fue clave en el momento —estamos hablando de finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX, en donde el mundo se esta transformando.

“Todos estos grabados, con sus frases, indudablemente nos remiten a la sociedad actual, y eso es lo más valiosos que tenemos que ver en Goya, hacer una reflexión critica sobre en qué hemos avanzado y en qué no, y hacer un compromiso por cambiar nuestra sociedad y radicar nuestros propios caprichos”, concluyo Verónica González.