La sequía que azota a Etiopía, Kenia y Somalia es considerada una de las peores tragedias humanitarias en el mundo. El fenómeno meteorológico, que afecta a alrededor de 12 millones de personas en el Cuerno de África, es el más severo de los últimos 60 años. La Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reporta la llegada diaria de entre mil y 3 mil personas en las peores condiciones a los campos de refugiados, que en su mayoría fueron establecidos a principios de los años 90 para recibir a los afectados por la guerra en Somalia.

La Organización de las Naciones Unidas declaró la emergencia por hambruna en dos zonas del sur de Somalia, Bakool y Shabelle; la cual se define en situaciones en las que al menos 30 por ciento de los niños padecen signos severos de desnutrición, la muerte diaria de dos adultos o cuatro menores por cada diez mil habitantes y cuando el consumo diario entre la población es muy inferior a la línea de 2 mil 100 kilocalorías.

La ACNUR estima que tan sólo en Somalia, el país más pobre de los tres que viven la catástrofe, existen 2 millones 800 mil personas en situación de emergencia -una cuarta parte de su población- que se han desplazado en busca de agua y alimentos. La Agencia precisa, además, que en Etiopía y Kenia existen 4.6 y 2.4 millones de ciudadanos que enfrentan precariedad alimentaria, respectivamente. Las otras naciones que padecen condiciones similares son: Djibouti, Sudán y Uganda.

Asimismo, la Agencia calcula que han llegado más de 400 mil refugiados tan sólo a Dabaab al Este de Etiopía, donde decenas de organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales resultan insuficientes para brindar ayuda médica y alimentaria. Ante el continuo flujo de personas, la larga espera que padecen para poder recibir ayuda y la aglomeración alrededor de las zonas de alivio, se han incorporado nuevos refugios en los tres países, como el que recién se instaló en Mogadiscio, capital de Somalia, conocido como “Seguridad”, en el que los propios refugiados improvisan sus viviendas.

En estos meses, los niños han sido los más vulnerables, muchos de ellos son abandonados en el camino ante la debilidad extrema para llevarlos; además, uno de cada tres de los infantes, que logran llegar a los puntos de ayuda en Etiopía y Kenia, muestra signos severos de malnutrición. De tal forma, que las familias lo pierden prácticamente todo: a sus integrantes y su patrimonio, que en los casos más afortunados asciende a una cabra o algún otro tipo de animal para su sustento.

Otra pesadilla que los desplazados tienen que sortear, es cruzar por las zonas en disputa que prevalecen en ciertas regiones de Somalia, así como evitar que los menores sean reclutados o secuestrados por la guerrilla o las milicias ante la promesa de recibir algo a cambio, no necesariamente alimentos. Esta situación no es exclusiva de los más desfavorecidos, también la padecen los organismos que buscan distribuir la ayuda, como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que tienen que negociar con los grupos armados a fin de poder llevar alimentos y bienes a la población.

La ONU estimó, en primera instancia, que se necesita ayuda con un valor aproximado de 300 millones de dólares en los próximos dos meses para aliviar la situación actual. El Banco Mundial, la Unión Europea y Estados Unidos han prometido elevar las aportaciones de ayuda humanitaria que envían a Somalia, otras naciones y organismos como Brasil y la Cruz Roja han anunciado el envío de alimentos; sin embargo, la organización no gubernamental, OXFAM, ha criticado el poco apoyo que llega a la población y la negligencia de ciertas naciones europeas que no han entregado lo que prometieron.

En la reunión que sostuvieron los países del G-20 en la FAO en Roma, Italia, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hizo un llamado a la comunidad internacional para que la ayuda financiera llegue a mil 600 millones de dólares, a fin de que se incluyan proyectos de mediano y largo plazo que brinden soluciones frente a desastres futuros. El ministro de agricultura de Francia, Bruno Le Maire, hizo hincapié en las condiciones de guerra que se enfrentan, ya que se tiene que asegurar que la comida y la ayuda llegue a las personas, de lo contrario se estará viviendo la mayor tragedia del siglo.