Los ciudadanos brasileños tienen una cita con las urnas en el mes de octubre de 2018 —el día 7 se celebrará la primera vuelta y el 28 la segunda, en caso de que se requiera—, a fin de elegir al nuevo titular de la presidencia de la República para el período 2018-2022. La coyuntura no es fácil, ya que la última administración se caracterizó por protestas sociales por el costo del Mundial de futbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, la destitución de la Presidenta Dilma Rousseff por el juicio político en mayo de ese año, el mandato interino de Michel Temer, altas tasas de desempleo e inflación, así como la ausencia de un Vicepresidente en los últimos dos años.
Asimismo, los ciudadanos brasileños tendrán la oportunidad de elegir a sus 81 senadores (tres por cada estado y el Distrito Federal de Brasilia) y 513 diputados. La magnitud por la cantidad de personas que participaran en estos comicios -144 millones de votantes-, el extenso territorio nacional, así como más de 30 partidos y fuerzas políticas hacen de esta elección la más grande que se haya realizado en toda América Latina.
Otras características preelectorales que destacan en este proceso político y social es el crecimiento electoral de los Partidos Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) -al cual pertenece el Presidente Temer- y su aliado, la Social Democracia Brasileña (PSDB), lo que se reflejó en las elecciones municipales de 2016.
Ante este tenso panorama, los casi 210 millones de brasileños esperan respuestas ante los desafíos que enfrentan como superar los efectos de la crisis económica de los últimos años, problemas de pobreza y desigualdad, desafíos de la delincuencia organizada o eliminar la corrupción en el gobierno y las empresas. Aunado a ello, Brasil debe fortalecer su papel dentro de las economías emergentes (los llamados BRICS) y fortalecer su mercado interno, a fin de brindar a sus habitantes una mejor calidad de vida y atraer inversiones.
Sin duda, el tema que puede definir tanto el devenir electoral del país más grande de Sudamérica como el destino del hasta hace poco dominante Partido del Trabajo (PT) es la situación jurídica del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Una vez resuelto esta situación los partidos políticos enfilarán sus estrategias para la campaña ya sea para realizar una coalición de derechas o fortalecer la eventual candidatura de Lula, si los requisitos legales lo permiten.
¿Qué deberán esperar los brasileños de las próximas elecciones? En cuanto a la política urge una estabilidad que permita a los gobernantes concluir sus periodos de gobierno para los cuales fueron electos, además de contar con funcionarios íntegros que aumenten la confianza de la población en la gestión de sus puestos públicos. En ese sentido, el Índice de percepción de la corrupción 2016 realizado por Transparencia Internacional señala que Brasil logró 40 de 100 puntos posibles -muy por debajo de otros países de la región como Uruguay (71), Chile (66), San Vicente y las Granadinas (60) o Costa Rica (58)-, por lo que debe realizar esfuerzos para fortalecer una administración pública de calidad, transparente y con rendición de cuentas que permitan gobiernos honestos tanto en lo subnacional como en toda la República. Si bien ha mejorado en los últimos años en esta clasificación los escándalos siguen afectando a los políticos en temas como Odebrecht o Petrobras, entre otros.
Debido a la fragmentación en el sistema de partidos de Brasil, la pluralidad en el pensamiento político de sus ciudadanos y la polarización entre posibles candidatos es factible que se celebre una segunda vuelta, lo que demandará la creación de gobiernos de coalición que deberán ser cuidadoso en la operación cotidiana de los asuntos públicos o causarán inestabilidad como sucedió en el último cuatrienio.
Pese a destacar como economía emergente y brillar en la macroeconomía internacional, el gobierno de Brasil aún tiene una deuda social que permita abatir la pobreza y la desigualdad, la cual es fuerte a escala internacional si consideramos que está nación es la quinta más poblada de todo el mundo. En ese sentido temas como disminuir la mortalidad materna, elevar los años de esperanza de vida al nacer, controlar el bajo peso en que se encuentra una cuarta parte de la población infantil, alfabetizar a cerca de 8% del total de la población que aún no saben leer y escribir, dotar de agua potable al 2% de la población que carece a su acceso, o reducir los riesgos de contraer una enfermedad infecciosa son los retos que deberá asumir el ganador de los siguientes comicios en materia de salud.
Si bien el programa de apoyo Bolsa Familia buscaba que la población con más vulnerabilidad tuviera mejoras en otros rubros como educación, acceso al empleo o mejoramiento de la vivienda aún existen millones de brasileños en situación de pobreza, o que están en riesgo de que alguna eventualidad médica, económica o coyuntural puedan orillarlos a caer en una situación pauperizada; tal como puede ser los jóvenes, que al inicio de la administración de Dilma Rousseff tuvieron una tasa de desempleo de 16.1%. El siguiente titular del ejecutivo de Brasil deberá garantizar la estabilidad tanto de la economía como de la función pública, a fin de crear un país más justo y generoso para sus habitantes.
El autor es Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá de Henares.


