Las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, de que si llega a la Presidencia de la República “derogará la reforma educativa” para elaborar otra ley que mejore la calidad educativa de la enseñanza lograron su efecto: poner a debate —antes de que se efectúen los comicios—, no solo visiones contrapuestas sobre la reforma promulgada en 2013, sino también la vela de armas de organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación quienes amenazan con un paro indefinido de actividades en 13 mil escuelas.
En este debate, las posiciones están en la mesa. El gobierno de Enrique Peña Nieto y los candidatos del PRI, José Antonio Meade, del PAN, Ricardo Anaya, así como la hoy excandidata Margarita Zavala y organizaciones como Mexicanos Primero —posición de la que damos cuenta en este número— han ratificado su apoyo a la reforma educativa, aunque reconocen que debe haber modificaciones.
Para el analista político Carlos Elizondo Mayer Serra no se trata de una mera reforma laboral sino que efectivamente se han reformado los programas de estudio con cambios de fondo en la forma en que se pretende enseñar. Aclara, sin embargo, que no hay educación de calidad si no hay un control de la calidad de quienes enseñan.
Para otros especialistas, como Manuel Gil Antón, profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, entrevistado por Siempre!, no es posible que se derogue la reforma educativa porque, asegura, la reforma, como norma jurídica —considerada como la propuesta y acciones que permiten generar un nuevo proyecto para transformar la educación—, no existe. Señala que esta reforma más que educativa es laboral.
Esto fue lo que dijo el especialista en entrevista con Siempre!:

Manuel Gil Antón.
Me parece que la reforma a la que llamamos educativa en realidad, aunque invoca al articulo tercero constitucional, no tuvo una orientación educativa, tuvo una orientación de control laboral, lo cual hace que este régimen esté llamando reforma educativa a una serie de modificaciones en los términos de ingreso, de la aprobación de la permanencia del magisterio, lo que es un error porque eso, en su caso, debía ser resuelto en el artículo 123.
Ahí empieza el problema; en consecuencia, cuando hablan de la reforma —se refieren a lo que están por echar a andar después de las elecciones de julio próximo— es un nuevo modelo educativo pero en todo el sexenio de la reforma educativa, apenas van a hacer el modelo y ya han tocado la formación inicial de las normales, han descuidado brutalmente la formación continua. Además, ¿con qué ética? El exsecretario de educación, Aurelio Nuño, sobregiró el costo de la propaganda, de sus ideas, de su imagen, para gastar 1,963 millones en un año —2,680 por ciento superior a lo aprobado por el Congreso— y que el año anterior también estuvo por ahí de los 900 millones de sobregiro.
Le quitaron valor a la evaluación
Al meter en el artículo tercero las cuestiones laborales y sobre todo las acciones de evaluación, lo que hacen es que le quitaron a la evaluación su principal valor, que es mejorar, y la convierten en un mecanismo laboral de permanencia. ¿Esto a qué conduce?, a que el magisterio está obligado, so pena de perder su empleo si es que no se presenta a la evaluación, a aprobar el examen que hace la SEP con el visto bueno del Instituto Nacional de la Evaluación de la Educación.
Esta situación no tiene nada que ver con lo que es su vida práctica en el aula, de tal manera que la evaluación como mecanismo laboral, se cumple. De hecho el 85 por ciento de los profesores resultaron satisfactorios o más, con lo cual se elimina la hipótesis de la reforma, de que los profesores eran la causa del problema educativo. Realmente son cuestiones que tienen que ver más con la desigualdad, con la desigualdad educativa, con problemas mucho más profundos.
Por ejemplo, el candidato panista Ricardo Anaya dice que la reforma está bien, que lo que falló fue la implementación, cuando es claro que la falla en la reforma es de concepción, no de instrumentación. La reforma educativa no es educativa aunque vaya mucho a la educación. Fue una aberración haberla incluido en el artículo tercero.
Luego el candidato del PRI, José Antonio Meade, dice que hay que continuar porque si no el futuro de la patria está en peligro, le diría que no hay ningún problema en que se revise lo que se tenga que revisar, pero sí es un peligro para el país que se imponga como un dogma cualquier cosa en una democracia.
Cuando el candidato de Morena, Andrés Manuel, asegura que va a cancelar la reforma, la verdad es que no puede cancelar lo que nunca ha existido. No la puede cancelar porque no hay reforma educativa, lo que sí puede hacer es someter a revisión y, en su caso, modificar, las partes laborales del artículo tercero y, en su caso, como solo se destruye lo que se sustituye, proponer una reforma educativa en serio.
Lo cierto es que continuar sin mas, es darle continuidad a la nada; cancelar es cancelar la nada e implementar bien la nada no es posible. Estamos en una discusión estéril cuando tenemos un gravísimo problema educativo.
Manejo de la CNTE, anuncio de paro indefinido
Son situaciones que preocupan mucho porque nunca se tomó en cuenta la voz del magisterio para hacer esta supuesta reforma, se les niega la voz. El gobierno con mucha soberbia cree que son objetos a transformar, no sujetos y socios en la transformación, y claro que se tienen que defender.
Ahora, uno puede criticar los bloqueos, pero estas manifestaciones son directamente proporcionales al nivel de bloqueo que tiene el sistema político mexicano para procesar las demandas. Si tienes dinero no tienes problemas con la justicia pero si no tienes dinero o bloqueas, no te hace caso nadie porque el sistema de procesamiento de los conflictos está bloqueado. Si no queremos bloqueo o paros en las carreteras, desbloquemos y quitemos el paro que tiene en suspensión de justicia a la mayoría de los mexicanos.
Posición de Mexicanos Primero
La organización Mexicanos Primero fue una furibunda defensora de la evaluación en la reforma, la defendió con los dientes. Ahora dice que no, que la evaluación tiene que ser un elemento de mejora como también lo ha hecho el candidato panista Ricardo Anaya, que le dio su apoyo al pacto. Son hipócritas, no pensaron en eso y ahora ante los vaivenes del proceso electoral y del alza del candidato López Obrador, sus declaraciones están orientadas a la búsqueda de los votos.
En consecuencia, hay que pedirles a los candidatos presidenciales, más allá de la búsqueda de los votos, que nos digan qué van hacer y cómo lo van hacer, si realmente van a escuchar a los profesores de todo el país.
No he oído yo a las cúpulas corruptas sindicales del magisterio, que son un millón y medio de personas, entre las cuales hay miles y miles de personas valiosas, igual que hay algunas que no lo son tanto, porque esa es nuestra condición humana, si realmente van a escuchar.
Lo que debemos armar es una transformación educativa entre todos, que realmente se procure mejorar la educación en paralelo con una mejora en la distribución del ingreso a través por ejemplo del mejoramiento del salario mínimo.
Una reforma educativa tiene que ser una transformación en donde está contemplada la educación, la infraestructura, porque aquí la infraestructura más pobre la tienen los más pobres; los recursos tecnológicos más bajos son los de los pobres. De tal modo que el verdadero problema de la educación en México es tener más conocidos que conocimientos y los conocidos son el resultado de una red de organizaciones sociales de clase en las cuales no está jugando la movilidad social.
Respecto al resultado de los comicios de julio y las propuestas de los candidatos, habrá que ver, porque una cosa es lo que se dice en campaña y otra lo que se va hacer como gobierno.