Ximena Covarrubias Faure
Vivimos en una sociedad que constantemente busca cambios. Todos queremos vivir mejor, tener mejores cosas y mejores oportunidades. Buscamos desesperadamente cumplir con nuestro propósito de vida y ser felices. Los políticos lo saben, y en época electoral las palabras más sonadas son: justicia, igualdad y prosperidad.
Estamos ya en el mes de junio, a menos de 20 días de que sean celebradas las elecciones más grandes en la historia mexicana. Desde el 30 de marzo, e incluso un poco antes, nos han bombardeado con campañas publicitarias de los candidatos a la presidencia y hemos escuchado todo tipo de promesas con el propósito de cubrir a la gran mayoría de la población. Sin embargo, no siempre son tan incluyentes.
Dentro del concepto “grupos vulnerables” existen diferentes categorías: adultos mayores, etnias, migrantes, mujeres, niños y niñas, personas con discapacidad, LGBTTTI, personas con VIH y, finalmente, jóvenes. Estas clasificaciones se encuentran especificadas en la plataforma web del gobierno, donde se habla de la situación de cada uno de ellos y de noticias relevantes al tema. Los contendientes a la presidencia del país han hecho distintas declaraciones en las que hacen mención de estos grupos, y es que, efectivamente, todos los grupos vulnerables deben ser atendidos. Se debe buscar que todos puedan desarrollar su proyecto de vida. No obstante, dentro de estos grupos hay uno que es capaz de englobar a los otros, volviéndolo aún más vulnerable en distintos aspectos de su vida cotidiana: las personas con discapacidad.

En México existen alrededor de 7.2 millones de personas con discapacidad (PcD), lo que equivale aproximadamente a 6 por ciento de la población total del país. Pero, ¿por qué puede englobar a otros grupos vulnerables? Porque la discapacidad no se encuentra limitada a un tipo específico de persona, puede haber PcD que son también adultos mayores, mujeres, migrantes, niños, personas que pertenecen a la comunidad LGBTTTI, o en situación de pobreza. La discapacidad no advierte, puede llegar en un momento de tu vida o puedes nacer con ella pero, sobre todo, es algo que te acompaña las 24 horas del día. Una mujer puede padecer vulnerabilidad en situaciones específicas, puede recibir un salario injusto o estar subrepresentada, pero no se generaliza en todos los ámbitos de su vida. Como comenta Fernando Estrada, director ejecutivo de Alianza Éntrale: “una situación de vulnerabilidad no está en la persona en sí, sino en su entorno, por tanto, una persona con discapacidad que vive en un México no accesible y sin una conciencia incluyente es vulnerable en todos los aspectos de su vida”.
Se ha buscado abordar el tema con los candidatos a la Presidencia de la República; Katia D’Artigues y Bárbara Anderson son dos de sus mayores promotoras. Las fundadoras de la asociación Yo También se acercaron a los contendientes para conocer sus propuestas relativas a las PcD. Entre las respuestas en común es posible decir que los cuatro candidatos concuerdan en la importancia de este grupo, la situación de vulnerabilidad y discriminación que afrontan, así como la necesidad imperativa en mejorar la accesibilidad y la frecuente violación a derechos humanos que padecen. Así, en el caso individual, los candidatos mencionaron diferentes propuestas:

Ricardo Anaya, al responder a las preguntas de Katia D’Artigues y Bárbara Anderson, dijo que es necesario crear una política transversal que elimine gradualmente las barreras físicas y de todo tipo que dificultan o impiden la accesibilidad. Recalcó la importancia de garantizar que las PcD tengan acceso a servicios de salud así como a empleos y fuentes de ingreso acordes con sus capacidades, y que se vean reflejadas las necesidades de este grupo en las normas de construcción de vivienda, espacios públicos y transporte.
Andrés Manuel López Obrador, por otro lado, propone crear el Instituto de Atención a la Discapacidad y que sea dirigido tanto por PcD como por organizaciones de la sociedad civil. También busca establecer la “seguridad social universal para discapacitados”, la cual incluye medicamentos y servicios de consultorios y rehabilitación gratuitos. Así mismo, propone programas ascendentes con el fin de identificar y evaluar la situación de las PcD para poder implementar políticas públicas a favor del grupo.
José Antonio Meade dice que buscará que todos los gobiernos, tanto federales como locales, implementen el modelo social propuesto por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Asimismo, prioriza la educación y propone continuar el Modelo Educativo con el propósito de que para el año 2030 todas las escuelas de educación básica sean inclusivas, también busca crear una cruzada nacional para la alfabetización y contra el rezago educativo de adultos y jóvenes con discapacidad e instaurar el modelo bilingüe español-LSM y la enseñanza de habilidades para la vida intelectual independiente de las PcD.
En primer plano, las propuestas suenan bien, parecen viables y con un propósito focalizado: la mejora en la calidad de vida de las PcD. Sin embargo, al acceder a la plataforma web de cada uno y buscar las propuestas dichas en la entrevista, solo se encuentran propuestas generales para los grupos vulnerables en donde se menciona brevemente a las PcD pero sin profundizar en el tema.
Dentro de las políticas públicas transversales de Anaya, se menciona garantizar la atención prioritaria para el pleno ejercicio de los derechos de las personas y promover la inserción social y económica de las personas con alguna discapacidad, así como el diseño y elaboración de políticas públicas para PcD con una visión que deje atrás al asistencialismo, y, aunque sí tiene un video en el que habla de su compromiso para con ellos, este no se encuentra en su plataforma. Por otro lado, Andrés Manuel López Obrador habla de la igualdad en la calidad de los servicios y en la equidad de la asignación de recursos así como para el desarrollo de políticas y programas para reducir la desigualdad. Asimismo, dentro de la exclusión a la educación, el candidato de Morena menciona a “las personas cuya condición física o intelectual tiende a inhabilitar o reducir su autonomía y que son segregados”. Sin embargo, solo puntualiza que una “sociedad armónica cuida de sus miembros con alguna discapacidad”, por lo que priorizará la atención a estas personas (junto con jóvenes, maestros e indígenas) en sus programas de atención social. Y por último, Meade es el único candidato con un espacio designado a las propuestas para PcD dentro de las especificaciones del programa “Avanzar Contigo”, donde desarrolla un poco sobre lo dicho en la entrevista. No obstante, al revisar el resto de las propuestas en sus “7 compromisos por la nación”, la mención de estas personas va de la mano con los demás grupos vulnerables.

Parece ser que los candidatos solo responden y proponen cuando se les pregunta específicamente por las personas con discapacidad. En el tercer debate presidencial no se habló del tema, fue apenas una breve mención por el candidato de la coalición Todos por México. No hubo más.
No se puede ni debe ser indiferente ante un grupo tan grande. Son 7.2 millones de personas que viven en la paradoja de la inclusión, se habla de ellos y, a veces, no es ni si quiera esa información accesible para el grupo, como sucede con el tema de internet. Se habla de las PcD y se buscan medidas de inclusión dentro de las instituciones pero no siempre es así, comenta la Federación Mexicana de Sordos (Femesor) que, con motivo del debate presidencial, solicitó al INE incrementar el tamaño del recuadro correspondiente al intérprete de lenguaje de señas —ya que por ser tan chico complicaba el disfrute del mismo—, pero la institución electoral respondió en negativa justificando que, debido a la cantidad de candidatos, ellos necesitaban un espacio mayor. Sin embargo, esta situación no cambió con la salida de la candidata independiente, Margarita Zavala, por lo que la federación optó por realizar una retransmisión propia con interpretación a media pantalla.
La situación es crítica pero la pregunta real es: ¿cuál es la credibilidad de los candidatos y las instituciones cuando son ellos los que alimentan la paradoja? El dilema de la inclusión es la visión desde arriba a determinados grupos cuando en realidad se debería ver horizontalmente, sin minimizar. Nadie debería vivir en el recuadro chico.


