“Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios,

la intolerancia y la estrechez de mente”. Mark Twain.

Bolivia es un país con paisajes y cultura que pueden ser explotados para un mejor desarrollo del turismo y con ello ingreso de divisas extranjeras que puedan contribuir a las mejoras sociales. Lugares como el Salar de Uyuni, la Isla del Sol, ruinas de Tiahuanaco, el mercado indígena de La Paz, Valle de la Luna, Laguna Verde, las montañas nevadas de los Andes, entre otros, son de gran atractivo.

No obstante, el país muestra carencias en la infraestructura de comunicaciones y transportes que dificultan la llegada de visitantes. Por si fuera poco, a pesar de no contar con salidas al mar, la playa concesionada por el gobierno del Perú en 1992 luce abandonada y sin el menor interés por construir hoteles e instalaciones portuarias, esto a una cuarta parte de la vigencia del acuerdo, el cual durará casi un siglo.

Ejemplo de los rezagos en el progreso turístico boliviano es la escasez de vuelos directos entre la ciudad de La Paz con otras capitales latinoamericanas, por lo que forzosamente los visitantes deben llegar a Lima o Sao Paulo para tomar otro avión que los traslade al aeropuerto de El Alto –que tiene la particularidad de estar situado a cuatro mil 10 metros sobre el nivel del mar-. Otra agravante para detonar el potencial turístico de esta nación es la reciente salida de la empresa American Airlines de este destino debido a la insuficiente demanda, la cual arribará a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.

Pese a las limitantes Bolivia ha ganado interés internacional para ser visitado, además de estar próximo a uno de los lugares más atractivos de Sudamérica como Perú –con quien comparte el lago Titicaca-, y que geográficamente esta cerca de Machu Picchu, las líneas de Nazca o Cusco. Pese a ello, es muy caro aún el viaje entre ambas naciones. Ante ello, la pregunta es: ¿está lista la sociedad boliviana para ser anfitriona del turismo internacional a gran escala? Parcialmente, además de las deficiencias carreteras y de aviación para transitar por este país, las actividades agrícolas, mineras e industriales superan en personal ocupado al sector servicios, lo cual incluye al turismo. Por lo que servicios como tours, transportes u hoteles aún pueden mejorar y ofrecer actividades de calidad a los paseantes.

Otras ventajas que pueden ser aprovechadas para la promoción turística de Bolivia es la estabilidad de su tipo de cambio, el cual se ha mantenido en 6.91 bolivianos por dólar estadounidense. Esto ha contribuido a que la inflación anual sea de 3.2% con tasas de desempleo cercanas a cuatro por ciento. Pese a su estabilidad económica, los temas políticos pueden ahuyentar la llegada de visitantes, por lo que el país requiere de orden y armonía a fin de fomentar una mayor inversión por este concepto.

Sin embargo, no será una tarea sencilla hacer de Bolivia una potencia turística mundial pese a lo atractivo de sus bellezas naturales y lo interesante de la cultura y sus pueblos originarios. Las principales ciudades no están adaptadas para este fin y los principales lazos comerciales son con países cercanos como Brasil, Argentina, Colombia o Perú. Pese a ubicar una posición central en la geografía del territorio sudamericano, los lazos con países vecinos como Chile o Paraguay aún no son tan solidos, quizás por los recuerdos de las guerras del Pacífico (1879-1833) o el Chaco (1932-1935) respectivamente, lo que supuso pérdida territorial por ambas derrotas.

Resulta contradictorio que Bolivia sea uno de los países con mayor número de aeropuertos y pistas en todo el mundo (únicamente superado por Estados Unidos, Brasil, México, Rusia, Canadá y Argentina) y no estar preparado para ser una potencia del turismo. Parte de esta infraestructura es utilizada para la importación y exportación de artículos, lo cual ha tenido un mayor dinamismo y prioridad que atraer visitantes extranjeros. Existe una prioridad de vender minerales, petróleo, químicos, alimentos, café, coca, tabaco o joyas al exterior por encima de la promoción turística.

Bolivia tiene desafíos importantes que resolver más allá que las protestas sociales o la infraestructura de comunicaciones y transportes para convertirse en un destino de importancia ya no mundial, sino regional. Uno de ellos es el tema de seguridad debido a que es un importante productor de drogas como la cocaína o marihuana, lo que puede explicar la gran cantidad de pistas aéreas en un territorio proporcionalmente pequeño. Cerca de 20 mil hectáreas de plantíos de cocaína son sembrados en este país anualmente de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), por lo que la delincuencia organizada controla parte de las finanzas del país, lo cual aleja a los posibles visitantes. Si bien este problema es compartido por otras naciones latinoamericanas como Colombia, Perú o México, estos han podido fortalecer sus atractivos turísticos pese a la presencia de estas mafias.

Históricamente, Bolivia ha sido un gran país en la historia de las relaciones internacionales de América Latina desde la época colonial. Conocido internacionalmente por sus exportaciones de patatas o riquezas minerales perdió presencia mundial en los siglos XIX y XX por las sucesivas mutilaciones territoriales frente a otras naciones vecinas.

Ante una era global Bolivia nuevamente tiene la oportunidad de abrirse al mundo y generar capitales que puedan beneficiar a su población, lo que requerirá la suma de esfuerzos entre la sociedad, gobierno e iniciativa privada para que sea posible, antes de que pierda mercado frente a otros destinos sudamericanos.

El autor es Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá de Henares.